Travesía Roquetas-Malta

 

Viernes,  23 de abril de 2009

A las 11:15 del lunes 13 de abril el Cap’s se despidió de Roquetas rumbo a Malta. Jose, Carlos y Luis tripulaban el barco. Yo viajé en coche con Elvira, la mujer de Luis, hasta Alicante y de allí a Barcelona.

Les esperaban más de 800 millas hasta Malta.  En un principio tenían la idea de subir a Baleares pero dado que las previsiones apuntaban a un viento de poniente sostenido decidieron hacer un rumbo directo salvando  una distancia prudencial de Argelia.

No había demasiado viento pero permitía ir a vela aunque a un ritmo no demasiado rápido. Tuvieron una navegación cómoda con el viento de aleta y haciendo una media de 130 millas diarias. Una de las noches hubo tormenta que veían a través del radar e intentaban esquivar. Otros ratos,  encalmada,  donde se arrancó el motor para seguir avanzando.

 

A los cuatro días (viernes noche) llegaron a Bizerta.  Unas horas antes encendieron motor para acelerar la llegada y no “aterrizar” tan de noche previniendo todo el papeleo que les iba ocasionar la llegada al país norafricano.

Las autoridades tunecinas los retuvieron casi dos horas siempre muy amables pero todo con mucha caaaaaalma.: autoridad portuaria, inmigración, aduana…. -Todavía recuerdo nuestra entrada a Túnez por aquel entonces, en Sidi, donde nos dijeron que no nos revisaban el barco porque parecíamos un buen hombre y una buena mujer- No desaprovecharon la oportunidad de solicitar algún obsequio y les deleitaron con unas botellitas de Rioja normalillo con las que habíamos abastecido el barco para este tipo de  ocasiones.

A  Jose le apetecía mucho recalar en Túnez porque es un país en el que nos sentimos muy a gusto cuando estuvimos en el 2007. Sin embargo, Bizerta nada tiene que ver con otras ciudades como Sidi Bu Saïd, Soussa o Hammamed. Es sin duda mucho más auténtico, además era fuera de temporada y  eran casi los únicos turistas allí.  

La ciudad amurallada, el antiguo puerto y el pequeño zoco es de lo más pintoresco de este lugar. La gente es muy educada y siempre se siente una enorme tranquilidad en cuanto a la seguridad. El puerto, no obstante, está un poco descuidado y las instalaciones son muy precarias.

 

El domingo por la mañana partieron hacia Pantellería, una pequeña isla italiana, que quedaba justo en la ruta del destino. La travesía diurna fue tranquila pero, una vez pasado el Cabo Bon y empezó a anochecer, centenares de pesqueros y mercantes navegaban por esa autopista del Mediterráneo e hicieron que durante horas tuvieran que extremar las guardias en la cubierta apoyadas por el radar y el AIS.

Previo al amanecer aminoraron la marcha para no acercarse a la isla de noche. Se abarloaron en un muelle al lado del castillo y descansaron unas horas.  

Salieron con poco viento. Poco a poco fue subiendo y la mayor parte del tiempo tuvieron entre 20 y 30 nudos. El mar era bastante incómodo ya que navegaban en popa redonda pero tampoco podían variar el rumbo porque a un lado y al otro tenían la línea de mercantes.  

Finalmente se fueron adentrando en la pequeña isla que se iba haciendo cada vez más grande y el gran canal, los acantilados de piedra y una gran cúpula les dieron la bienvenida.  Habían llegado a Malta.

 


 

Primeros días en Malta

 

Lunes,  26 de abril de 2009

Son las 9 de la mañana del jueves 23 y mi avión aterriza en Malta. Tengo muchas ganas de llegar después de diez días lejos del Cap’s y del Capi. Carlos ya ha regresado a Sevilla y Luis parte el sábado.

Estamos en la Marina de Msida, donde no nos aseguran un amarre fijo, sino que tendremos que ir cambiando cuando nos lo indiquen. Está muy próximo a la Valletta y tomando cualquier autobús de la línea de los 60 estás en el centro en apenas 10 minutos, tan sólo cuesta 0’47€ el billete.  En nuestro mismo pantalán se encuentra el Rebeca tercero, un barco amigo de nuestra misma bandera.

 

Uno de los motivos de estar un tiempo prolongado en Malta es perfeccionar un poco el inglés, idioma cooficial junto al maltés.  Así que lo primero que hacemos es buscar un curso. Finalmente Jose también se anima y nos apuntamos los dos; tres horas diarias por la mañana durante tres semanas.

 

La Valletta es una ciudad peculiar. Toda está construida a base de piedra, y todo es antiguo. Parece estar anclada en muchos años atrás y se aprecia un nivel de vida inferior a otros países europeos.

Si bien los ingleses no poblaron la isla demasiados años, han dejado una gran influencia: el idioma, la conducción, los horarios, las cabinas rojas londinenses…

Los autobuses son de lo más llamativos, todos pintados iguales y cada uno con alguna peculiaridad y de una época distinta.

 

El embajador de Arnedillo, Urtzi, y su mujer Piedad han venido a pasar unos días a Malta a bordo del Rebeca. El viernes por la noche llegan tras visitar a los Alea en Sicilia. Han alquilado un coche y nos vamos a pasear todo el día con ellos por la isla.

En Malta se conduce muy rápido y por la izquierda; Urtzi no nos decepciona y parece oriundo ante el volante. Las carreteras están en muy mal estado y nos cuentan que ya han pinchado dos veces, vamos sin rueda de recambio; pero muy mala suerte tendríamos que tener para pinchar una tercera vez.

 

La señalización tampoco es muy buena así que todo se complica; pero a base de dar vueltas vamos consiguiendo llegar a todos los lugares. La isla es pequeña y todo está cerca.

Aparecemos en Birzebbuga, vamos a visitar un cementerio que se ve desde todas partes (son así los de Logroño)  y más tarde comemos en Marsaxlokk, el mayor de los pueblos pesqueros repleto de las barquitas coloridas típicas de la zona (los luzzu), con los ojitos  del dios egipcio pintados en su proa para alejar espíritus malignos.

Después de comer nos dirigimos a Medina pero cuando estamos pasando un túnel por el que pasa una pista del aeropuerto pasa algo inesperado, ¡Pinchamos! ¿Y ahora, qué? No podemos parar de reírnos ya que la situación es demasiado cómica. Llamamos por teléfono a la compañía y primero nos dicen que vienen a socorrernos y después que vayamos al aeropuerto donde nos darán otro coche.

Finalmente conseguimos llegar a Medina, una ciudad fortificada muy agradable para pasear.

 


 

 

Conociendo Malta en buena compañía


Miércoles, 29 de abril de 2009

Seguimos pasando unos días con Urtzi y Piedi, aprovechamos para conocer la isla que cada vez nos gusta más.

Nos vamos para la otra punta bordeando la costa. Llegamos hasta el "Red Castle" desde donde hay unas vistas estupendas, se ve Gozo y Comino, las otras dos islas que forman parte del país. En un día claro se puede llegar a ver Sicilia.

A la noche vamos a cenar a St. Julians, a un coqueto restaurant con unas vistas increíbles a la bahía.

Nuestros amigos tienen que regresar a su querido Arnedillo. Hemos pasado unos días estupendos junto a ellos y nos hemos reído muchísimo. Nos vemos pronto...

 

 

 

Estudiando inglés y fines de semana de excursión

 

Domingo, 10 de mayo de 2009

En esta isla no hay lugar para el aburrimiento. Cada día nos levantamos a las 7:30 h para ir al curso de inglés (3 horas diarias). A la tarde seguimos estudiando: hacemos los deberes, leemos y vemos películas en versión original – hemos encontrado un videoclub cerca. Entre tanto aprovechamos para practicar el speaking siempre que podemos. Hemos conocido a unos ingleses muy agradables que se encuentran al lado nuestro, nada más y nada menos que con un Halberg Russey  45 precioso. Pero ya llevan un mes aquí y tienen que seguir su viaje hacia Croacia.

 

No es fácil el tema del amarre en la Marina de Msida cuando se va aproximando la temporada alta. Tienen muy pocos amarres de visitantes y nos van cambiando a amarres particulares mientras los propietarios no estén. Hasta ahora ya nos han trasladado tres veces. El precio para nuestro velero es de unos 250 € al mes.  No hay marineros así que cuando un barco nuevo llega se mete en el primer amarre que ve libre. Puede pasar que salgas a navegar un rato y cuando regreses te hayan ocupado tu lugar.

 

Hemos conseguido tener internet a bordo. Un barco grande  llamado Black Pearl, que funciona como restaurante y lugar de copas, por 12 € a la semana ofrece internet. Te dan un voucher por este dinero que lo puedes canjear por consumiciones. Por tanto, te termina saliendo gratis. Los miércoles a la noche nos reunimos los live aboard en el Black Pearl e intercambiamos experiencias, pero a medida que se va acercando el mejor tiempo todos se están yendo para continuar su viaje y no hay mucho ambiente.

 

Los fines de semana, como no tenemos colegio, aprovechamos para hacer excursiones.

Marsaskala es un pueblito al sureste de la isla lleno de restaurantes con vistas a la bahía y muy animado los fines de semana. Parece ser que las activas noches son una referencia para los malteses y turistas.

 

Tomamos un par de autobuses hasta llegar a Ghadira, situada al noroeste. Mellieha Bay es la segunda playa que hemos visto hasta ahora y la mejor (la otra está en Birzebbuga), ya que la costa maltesa no tiene apenas playas con arena y abundan las plataformas rocosas para tomar el sol.  El color del agua es una maravilla y tiene muy poca profundidad pero, aunque ya empieza a hacer calor, el agua todavía está un poquito fría para bañarse.

 

¿Sabías que existe un pueblo de Popeye? Haciendo una caminata de unos 30 minutos desde Ghadira se puede llegar a Popeye Village. Allí se grabó la película de este famoso personaje animado y se ha mantenido todo tal cual. Es muy pintoresco y divertido y está situado en una bahía alucinante (Anchor Bay). La entrada al pueblo incluye un paseo con barquito que es muy agradable. El guía nos contó que esa bahía era el segundo mejor lugar del mundo para bucear (seguramente un tanto exagerado) pero sin duda tiene que tener muy buenos fondos para hacer inmersión.

 

St. Julians se encuentra pegado a Sliema y es uno de los principales focos turísticos; muchos hoteles, restaurantes…  Desde Msida tenemos alrededor de 1hora y media andando a paso ligero pero es un paseo muy agradable bordeando el paseo marítimo, así que nos ponemos calzado cómodo y a mover el esqueleto.

 

 

Gozo and something else

 

Lunes, 18 de mayo de 2009

Mosta es una ciudad que se encuentra en medio de la isla. Björn, el profesor de inglés, nos invita una tarde a visitar la ciudad donde reside. Josefine, su mujer, es guía turística y tenemos el privilegio de tener una guía en exclusiva. Visitamos la iglesia, de la cual los malteses se sienten muy orgullosos. Después nos invitan a conocer su casa y a una exquisita merienda. Bjorn nos lleva con el coche a un lugar un tanto apartado donde se puede disfrutar de una absoluta tranquilidad. Estamos encantados y contentos de haber conocido a Bjorn, un profesor excelente y mejor persona, y a toda su familia.

 

Decidimos estrenar la barbacoa ya que con el calorcito ya apetece comer en la bañera del barco. Tenemos un pequeño inconveniente y el pollo queda un poco chamuscadillo pero sabroso, todavía no le hemos cogido el puntillo a la barbacue. Pasamos los días con Ferdy, que también ha venido a estudiar inglés y tiene a su Rebeca en el mismo puerto. Nos invita a un helado ya que la tentación es muy grande, nos han montado un chiringuito justo enfrente del barco, a apenas 10 m. A pesar de la influencia italiana en la gastronomía y la cercanía con el país, los malteses no tienen ni idea de hacer un rico helado y ya desistimos de seguir probando hasta encontrar uno bueno.

 

Con las bicis salimos muchas veces y hacemos unos buenos paseos nocturnos a St. Julians. Paseando por el puerto de Manoel Island unos chicos de un barco nos invitan a tomar unas cervezas. Trabajan para el Lady Goodgirl, un barcazo clásico de 50 m de eslora de algún millonetis. Después de estar charlando un rato me aventuro a preguntarles si sería posible que nos enseñaran el barco por dentro, lo consultan con un superior y nos dicen que subamos con la condición de sacarnos los zapatos. ¡Increíble! Qué oportunidad hemos tenido que tal vez nunca más se repita de ver algo así.

 

Llega el fin de semana y volvemos a estar libres de colegio.

El sábado no hace un día demasiado bueno pero algo hay que hacer y nos vamos a Gozo con el ferry, es la tercera isla del archipiélago. Visitamos la capital Victoria (llamada Rabat en maltés) y su poderosa Ciudadela demuestra lo importante que fue para árabes y romanos. Gozo tiene rincones bonitos pero no nos impresiona demasiado.

 

El domingo hace un día estupendo y paseamos por La Valleta (que siempre es tan agradable e impresionante) y caminamos sin cesar por la zona conocida por Las tres ciudades (Vittoriosa, Senglea y Conpiscua).

 

 

Visita de amigos

 

Sábado, 30 de mayo de 2009

Nuevos españoles llegan a la isla. Descubrimos nuevos lugares y volvemos a otros ya conocidos para que Pepa conozca la isla. El autobús es un cómodo medio de transporte y económico pero para estar pocos días, el alquiler de un coche es la mejor opción (20€/día).

 

Vamos al Blue Grotto, un lugar nuevo para nosotros. Con unos botes se pueden recorrer las cavernas marinas naturales pero llegamos a la tarde y ya está cerrado. Seguimos paseando con el coche y llegamos por casualidad a una terracita en Char Lapsi que tiene unas vistas increíbles del sur de la isla.

 

Al día siguiente vamos a Melliha Bay y después a Popeye Village. Con el coche subimos por un caminito un poco accidentado y caminamos hasta encontrar un punto donde se divisa la isla de Gozo y nos dejamos los ojos buscando algún punto blanco que pueda ser nuestro barco amigo, el Crismi, que está a punto de llegar.

 

Otro día paseamos por los alrededores con el Cap's, eso sí poniendo un cartelito de Ocupado para que no nos quiten nuestro lugar. Nos han vuelto a cambiar por cuarta vez ya hora estamos pegaditos al Rebeca, la mar de bien junto a nuestro amigo Ferdy.

 

Como es nuestra última semana del curso de inglés invitamos a Björn y Josefine a probar algunos platos típicos catalanes y españoles: tortilla de patatas, jamón, escalibada, gambas al ajillo... Les encanta y pasamos una velada muy agradable.

 

Por fin llega el Crismi y lo estamos esperando desde la proa de nuestros barcos para sacar unas “afoticos”. Al día siguiente nos vamos todos de excursión: Manuel, Geli, Carmelo, Lourdes, Ramón, Ferdy y nosotros. Alquilamos dos coches y vamos hacia la punta de la isla para coger unas barquitas que nos lleven a Comino y al Blue Lagoon, uno de los puntos más turísticos. El lugar es precioso pero el domingo no es el mejor día para ir ya que hay demasiada gente. Se puede ir con el velero y fondear allí.

 

Las comidas las hacemos en el barco de Ferdy porque es el más grande: atún, atún y atún. Los Crismis han cogido unas buenas piezas y hay que aprovechar la pesca: carpaccio, marmitako, al horno, a la plancha y en escabeche. ¡Qué bueno!

 

También visitamos con nuestros amigos Popeye Village, Mdina, Marsaslok y la Valletta. El Crismi sigue rumbo a Sicilia y nosotros nos quedamos finalmente un tiempo más en Malta.

 


Bye Malta

 

Llega una pareja con un Nauticad 52 y Jose los ayuda a amarrar. Son Erich y Monika; austríacos, residentes en Alemania y con el puerto base en el Mar Menor. Este mismo barco lo visitamos en el Salón Náutico de hace dos años, una maravilla pero sin duda siempre será inaccesible para nosotros. Compartimos muchos ratos con ellos y cada vez se hacen más entrañables.

 

A las tardes, los chicos, Jose y Ferdy, juegan como niños con sus diferentes bártulos. Prueban una auxiliar, después la otra; van intercambiando los fuerabordas, después el kayak inflable… Monika y Erich tienen entertainment asegurado todas las tardes cuando se sientan a tomar su vinito en la bañera del barco. “A ver cuál va a ser el juguete de mañana…” dice ella entre risas.

 

El Rebeca lleva mucho tiempo sin salir a dar una vuelta y después de hacer una cartel que anuncia que el amarre está ocupado y dejándome a mí de guardia para que vigile el lugar, los chicos salen a airear las velas. Al cabo de un rato de que han regresado Ferdy se percata de que no está su motor, un Honda nuevecito,  en el pantalán, donde lo habíamos dejado. ¿Lo han robado? ¿Se ha caído al agua? La primera hipótesis resulta poco probable teniendo en cuenta la tranquilidad que se respira en este puerto; por tanto toma más peso la segunda. Erich saca una sonda portátil y comprueba: 16 m de profundidad. Jose se dispone a efectuar toda la operación para meterse bajo al agua. Los chicos tiran del cabo que ha bajado con Jose y el gran esfuerzo que hay que hacer para subirlo hace pensar que el motor está subiendo a la superficie. Ahora hay que actuar rápido para recuperarlo, cambiar el aceite repetidamente hasta que salga libre de esa espumilla que significa que el aceite se ha mezclado con agua. Finalmente logran que el motor funcione.

 

Los chicos se quedan solos unos días ya que yo tengo que viajar a Barcelona. Llega Alberto con su Capitán Teach y se abarloa al Rebeca. También llega Jose María (tripulante del Rebeca) a pasar unos días. Organizan con los compañeros de inglés de Ferdy barbacoas en la playa,  una paella en el barco, hacen una salida con el Cap’s a la bahía de San Paul, paseos diarios con la bici hasta San Julians…

 

Cuando regreso a Malta, esa misma noche han programado una paella para despedir a Monika y Erich que a la mañana siguiente parten hacia Sicilia. Ferdy toma la sartén por el mango  y le sale riquísma. Monika trae un postre riquísimo austríaco.

 

También regresan Carol y Eduard, una pareja de ingleses, que ya estuvieron días atrás y han ido a pasar unos días a Sicilia. Son encantadores y nos hacemos amigos. Son de aquellas personas con las que te apetece de verdad volver a encontrarte en un futuro e iniciar una amistad.

 

Nos despedimos de Fernando con el que hemos compartido dos meses y hemos pasado momentos estupendos. En realidad no es una despedida, ya que en Canarias, muy pronto, volveremos a cruzar las proas.

 

En nuestros últimos días nos apetece recorrer itinerarios que ya conocemos y revivir momentos antes de partir. Nos da mucha pena dejar esta isla y hablamos sobre la posibilidad de en un futuro cambiar la bandera y tener el barco en Malta como puerto base. Quién sabe, quizás, algún día...