POLINESIA FRANCESA

ISLAS MARQUESAS

 

Polinesia Francesa

 

Estamos en Oceanía, ese continente chiquitito que parece apenas existir. Sus islas, más de 10.000, se agrupan en  la Polinesia (“muchas islas”), Melanesia (“islas negras”) y Micronesia (“islas pequeñas”) en el más grande de los océanos, el Pacífico, que tiene más islas que el resto de océanos y mares juntos. 

 
La Polinesia francesa está formada por cinco archipiélagos: Marquesas, Tuamotu, Sociedad, Gambier y Australes.

 

La mayoría de los barcos suelen empezar por Marquesas, pasan a Tuamotu y siguen por Sociedad; la ruta más sencilla de este a oeste. Algunos franceses bajan bastante más al paralelo 35 donde se encuentra Gambier e inician allí su viaje por el Pacífico para ver después las Tuamotu más del este, pasar a Marquesas y después el oeste de Tuamotu para terminar también por Sociedad. Para esta última opción se necesita más tiempo y suelen pasar la temporada de huracanes en Marquesas, que aunque está dentro de la zona de ciclones prácticamente no se ha experimentado ninguno en su historia, aunque sí algunos tsunamis. 

 

 

 

Pilots o derroteros

 

 

Para navegar por la Polinesia Francesa contamos con varias guías, algunas escaneadas en formato electrónico, otras en papel. Casi todas se encuentran en Panamá, pero a un precio bastante elevado (aprox. 100$ por guía); comprándola por correo a Estados Unidos –en West Marine- puede salir por la mitad. 

Guide to Navigation and Tourism in French Polinesia, Patrick Bonete – Emmanuel Deschamps, 2001.  

Una guía con la información básica de las entradas a los fondeaderos, buenos dibujos de las aproximaciones, información en general de qué visitar y un poco de historia. Prácticamente la misma información de la siguiente guía pero un poco mas resumida. Los mapas de los fondeaderos son muy precisos. 

 
Charlies’s Charts of Polinesia. The South Pacific, East of 165º West Longitude, Charles and Margo Wood 7th ed;  2011.

Es muy completa con buena información de fondeaderos, dibujos de los anclajes, waypoints y complementa con información general. Es un dossier fotocopiado que se puede comprar en panamá por 50$ o fotocopiar de algún colega que saldrá más baratito. Es el más usado por los navegantes en general. 

 
Landfalls of Paradise, crusing guide to the Pacific islands,  Earl Hinz, 1992. 

Incluye, además de Polinesia Francesa: Fiji, Tonga, Vanuatu, Nueva Caledonia y New Zealand. La versión con la que nosotros contamos es un poco antigua pero hay varias ediciones anteriores. Posiblemente la última es del 2010. 

 
South Pacific anchorages, Warwick Ray, Imray, 2001. 

Demasiado resumida la información de cada fondeadero. Nos resulta incompleta e insuficiente. 

 
Exploring the Marquesas Islands, Joe Russell, 2001. Muy completa ya que solo es del archipiélago de Marquesas. Mucha información general  e histórica. Incluye un mini-diccionario de marquesiano. 

 

 

 

 

Fatu Hiva

22 de mayo de 2012

 

Elegimos Fatu Hiva, la isla más al sur de las Marquesas, para llegar de la gran travesía del Pacífico. Esta no es puerto de entrada y dicen por todas partes que nos les gusta que los barcos arriben allí, hay problemas con las autoridades y ponen multas importantes. Amigos que van por delante nos informan de que está tranquilo el terreno y los oficiales solo están yendo tres veces al año a hacer inspecciones. No sé... Hace unos días a un barco le pillaron y dicen que tuvieron que pagar 1.000 dólares de multa, bufff... Nosotros vamos tranquilos, pasamos tres días allí y después iremos a hacer la entrada oficial a la isla cercana de Hiva Oa.

 

Ha sido todo un acierto elegir Fatu Hiva como isla de llegada. Es sin duda la más impresionante de todas. La mayor parte de los barcos llegan a Hiva Oa, pero nada que ver la entrada de una a otra. Arribando a la primera uno se queda con la boca abierta; es majestuosa, sorprendente, sublime... verdaderamente es un lugar de ensueño... Además uno evita tener que regresar atrás, valga la redundancia, y ceñir cincuenta millas para luego rehacerlas al seguir camino hacia el resto de islas más al norte.

 

El fondeo está protegido al mar pero el viento se encauza entre las gigantes paredes que rodean toda la bahía y  llega muy racheado, muchos barcos suelen garrear. El fondo es de arena con piedras y tiramos el ancla a unos ocho metros de profundidad.  Hay espacio para unos 15 barcos, que son los que suele haber; en cuanto aumente el volumen los recién llegados tendrán que anclar a mucha más profundidad ya que baja rápidamente el suelo submarino. El movimiento de veleros es constante y llegando por la mañana siempre ves marchar tres o cuatro barcos que cambian a una nueva isla.

 

Dice por todas partes que Fatu Hiva es la más bella isla de todas las Marquesas y uno de los fondeos más hermosos del mundo. No podemos afirmar eso porque nos quedan muchos por descubrir, pero sin duda, es  increíble.

 

Es un rincón que permanece sin explotar, intacto y fiel  a las costumbres. Solo algunos veleristas tenemos el privilegio de llegar allí; los turistas por aire llegan a Tahití y recorren las Islas de la Sociedad, pero muy muy pocos llegan al paraíso de Marquesas.

 

Hananave, también llamado Bahía de las Vírgenes, es el fondeadero principal.  Es un estrecho pasillo rodeado por dos inmensas paredes compuestas por rocas puntiagudas de origen volcánico con una altura descomunal. Se mezcla lo negro con la amalgama de verdes intensos... Es tan majestuoso que resulta indescriptible. Se dice que la bahía originalmente fue llamada “Bay des Verges” (Bahía de los penes) por la forma de las piedras. Los misioneros desaprobaron este nombre y lo cambiaron por el de las vírgenes, introduciendo una “i” en medio “Bay des Vierges”. La erosión ha esculpido unos pilares de rocas impresionantes. Los acantilados son tan pronunciados que tienen un acceso muy complicado y solo las cabras blancas merodean siempre por ahí, en unos precipicios que dan vértigo y cuesta creer que puedan mantenerse. 

 

Un pequeño pueblo yace frente al fondeadero. El dinghy dock se encuentra tras un rompeolas y se puede dejar el chinchorro junto a las lanchitas de aluminio que ellos usan como transporte y para la pesca. Un grifo para coger agua está justo enfrente. Una calle asfaltada alrededor de la cual se bifurcan pequeñas calles, con la escuela, la iglesia, casitas pequeñas –muchas prefabricadas- con jardines cuidados y una sola tiendecita donde se encuentran productos no perecederos sin mucha variedad. En todos los jardines hay árboles frutales: papayas, mangos y aguacates en temporada, exquisitos y enormes pomelos, naranjas, limones, bananas... Muchos vecinos te saludan amablemente por la calle y te ofrecen fruta a cambio de algo. Lo primero que te piden es ron y vino, que es lo más preciado. En  cuanto les dices que no tienes –lo reservamos para interchanges de más calibre- te piden que les muestres lo que llevas, eligen y te dan lo que consideran que es un buen trato a cambio. Perfumes, pintauñas, maquillaje, pendientes, relojes, ropa colorida y floreada ... es lo que suelen querer.

 

Los polinesios que hemos visto hasta ahora no son demasiado agraciados, esa belleza que venden las agencias de viajes con aquellas mujeres jóvenes, con cuerpos esbeltos y los collares de flores en el cuello no la hemos visto aún. Las mujeres suelen ser muy grandotas y gordas, debe ser que comen mucho fruto del pan; de ahí a que piden ropa de tallas grandes. A veces ponen mala cara cuando les ofrezco mis camisetitas talla small “très petit”... Les fascinan los colores más vivos con motivos bien llamativos que nosotros nunca usaríamos: amarillos, rosas chillones...

 

A tres millas de Hanavave está la Baie Omoa. Se encuentra frente al pueblo principal donde se puede encontrar un poco más de comida: baguettes y verduras. Nosotros no fuimos. Se puede ir también en coche-taxi por 15.000 francos polinesios por ir y volver (150$ aprox), en lancha 6.000 FP (60$) o caminando, 5 horas de ida y otras 5 de vuelta.

 

Fatu Hiva es la única isla donde las “tapas” se siguen elaborando. Estas son unas láminas hechas de madera que confeccionan las mujeres con dibujos tintados con diferentes motivos. Varias se dedican a realizarlas, te invitan a la casa a mostrártelas y puedes intercambiarlas por lo que tú les ofrezcas.

 

Otras artesanías típicas de Les Marquises son los tikas, que son unas figuritas de madera. Los precios suelen oscilar entre 4000 en adelante según trabajo y tamaño y todos piden dinero a cambio, no quieren intercambiarlas por otras cosas. Nosotros compramos una bonita figura al maestro en Fatu Hiva, Christian, y le dimos 50 euros, porque no teníamos francos, junto con dos botellas de ron y una de vino.

 

A nuestra llegada a Marquises encontramos a la entrañable parejita del Bamboleiro, que con sus 30 y 33 añitos aquí se han plantado. Compartimos comiditas en el barco y nos narramos nuestras hazañas en la travesía pacífica. Solo arribar vinieron a darnos la bienvenida con frutas frescas al igual que un simpático belga ,que navega con sus tres niños, que nos obsequió con una baguette para el desayuno. A medida que vamos avanzando vamos encontrando barcos que ya hemos visto en el Caribe, en el Panamá del Pacífico o Galápagos. Hace mucha ilusión reencontrarte con veleros conocidos a tantas millas de distancia. Se estima que unos 300 barcos cruzan cada año el Pacífico camino a Australia o Nueva Zelanda.

 

En la isla no se puede cambiar dinero, no hay internet, no hay diesel, no hay casi nada. Pero hay naturaleza a tope y desenfrenada. Maravilla del mundo... Lugar entrañable y único... Apoteósico... ¿Necesitamos algo más?

 

 

 

 

Hiva Oa

 26 de mayo de 2012

 

A 45 millas de distancia de Fatu Hiva queda Hiva Oa. Las Marquesas se dividen en dos grupos: las del sur y las del norte. Hiva Oa,Tahuata, Fatu Hiva y Motane componen en grupo del Sur.

 

Hiva Oa es la más grande y con más población. Esta bien conectada con Tahiti por numerosas comunicaciones marítimas y aéreas.


El arribo a la isla no es tan espectacular como en Fatu Hiva. El fondeadero se encuentra al sur, al final de una gran bahía separado por un dique protector. Recibe el nombre de Tahauku Bay oPuerto de Atuona. Unas señales amarillas indican que hay que fondear detrás ya que cada 15 días llega un gran buque desde Tahiti cuya maniobra para atracar en el muelle ocupa todo el espacio de entrada. Aquí se fondea con dos anclas, una a popa, de esta manera pueden tener cabida muchos más veleros. Está tan protegido que apenas hay viento. A la noche está señalada la entrada con una luz verde luminosa. Volvemos a la reglamentación europea: verde estribor, roja babor.

 

Se puede encontrar diesel y hay agua al lado del dinghy dock para llenar los depósitos, hacer la colada e incluso una ducha.

 

Hay dos redes de internet para conectarse desde el barco. Cuestan 5$ la hora y si sacas bonos de más horas, un poco más barato (20$ por 5 horas). La única moneda en curso es el franco polinesio 100 FP equivalen a 0’92$, cuando damos el equivalente a dólar –para que se comprenda mejor- hacemos un cambio rápido de 100 FP = 1$, por tanto siempre es un poco menos.

 

En Atuona -el pueblo que queda a media hora caminando- hay un supermercado bastante bien surtido, dos tiendas multitodo: ropa, ferretería...., un banco con cajero automático, dos restuarants, correos... y la Gendarmerie, donde procedimos a hacer la entrada oficial a la Polinesia Francesa. En realidad el único puerto oficial de entrada es Papeete en Tahití pero en Fatu Hiva y Nuku Hiva realizan entrada provisional hasta llegar a Tahiti. Las formalidades son rápidas y sencillas, solo hay que rellenar un impreso y listo. Los gendarmes son muy amables... Te entregan una copia que debes mandar a Papeete por correo con un sello que solo cuesta 65 francos (menos de 1$). Otro cantar es para todos los de nacionalidad fuera de la Comunidad Europea. Tienen que pagar por persona el “bond” que es un depósito del equivalente a un billete de avión (unos 1500$ por persona). Se puede pagar con credit card y a la salida es reembolsado quitando una pequeña cantidad y la comisión del cambio. Los no europeos tienen solo tres meses de permiso para estar en toda la Polinesia Francesa.

 

Para ir al pueblo se puede caminar la media hora larga o hacer autoestop. Enseguida te paran los simpáticos habitantes, casi todos los coches son 4x4 o tipo Vitaras. A veces se paran sin que ni siquiera hagas la señal, te ven caminando y te invitan a subir. La gente es muy simpática y amable, uno hasta nos invitó a comer a su casa.

 

El nivel de vida de la isla se ve bastante alto: buenos coches, buenas casas... La isla muy cuidada y limpia. Nos decían unas chicas con las que hablábamos que un sueldo bajo son 8.000 FP, uno medio 10.000 FP y uno alto 20.000 FP (800$, 1.000$ y 2.000$ aproximadamente). Todo el mundo habla marquesiano -que es muy diferente a otras lenguas que se hablan en los otros archipiélagos polinesios- y francés. El inglés lo estudian los niños en la escuela pero poca gente lo maneja.

 

Algunos precios para hacerse una idea:

Baguette 120 FP (1,20 $)

Croassant 150 FP (1,50$)

1 kilo de cebollas  140 FP (1,40$)

1 kilo de patatas 160 FP (1,60$)

1 kilo de tomates  500 FP (5$)

1 kilo de pimientos 500 FP ( 5$)

1 docena de huevos  470 FP (4,70$)

Lata de atún pequeña  270 FP (2,70$)

Paquete de macarrones 100 FP (1$)

Coca Cola 500 cl. 165 FP (1,65$)

Cerveza lata 271FP + 60 impuestos (3,30$)

Vino tinto de cartón 1.000 FP (10$)

Vino de botella, a partir de 2.000 FP (a partir de 20$)

 

Para comprar los productos frescos varias furgonetas aparcan cerca del parque principal todos los días. El magasin tiene poca variedad y más caro.

 

En un bar o restaurant una cerveza te cuesta 5.50$, la Coca Cola 3.50$, un café 2.50$ y un plato 15$ en adelante.

 

Hay cosas muy caras y otras que son asequibles. Se trata de ir comprando los productos frescos más económicos y venirse bien surtidito de bebidas sobretodo alcohólicas de Panamá y de todos los productos no perecederos.

 

Hiva-Oa es famosa porque el famoso pintor impresionista francés Paul Gaughin vivió a finales del siglo XIX, tras pasar primero una temporada en Tahiti. Aquí fue enterrado en el 1903 y se puede visitar su tumba en el cementerio junto al del famoso músico belga Jacques Brel. También hay un museo del artista -6$ laentrada- con copias de todas sus obras importantes . No vale mucho la pena, solo para recordar sus cuadros y también para ver la réplica de su atellier, el famoso “Maison du Jouir”.

 

Estamos de suerte y coincide que en Atuona hay una fiesta donde tocan los tambores y bailan las tradicionales danzas guerreras. Un regalo poder verlo. Varios puestecitos de comida en los alrededores del parque amenizan la fiesta. Nos comemos un suculento bocadillo de carne frita y patatas fritas por 350 FP, menos de 3.50 $.

 

 

 

 

 

Tahuata

 

30 de mayo de 2012

 

Dos millas y medias separan Tahuata de Hiva Oa en la distancia mínima, aunque la navegación desde el fondeadero son casi 10 millas. El Canal du Bordelais es bastante ventoso, el viento llega más intenso desde los valles, hasta 30 nudos de viento llegamos a ver. 


La isla tiene un paisaje hermoso y navegamos cerca de la costa para poder apreciar su belleza. Todo es vegetación ya que poco más hay en la isla. Solo tiene 600 habitantes y es de las que se conservan más inexplotadas. Varias playitas de arena blanca con palmeras como telón de fondo dejamos a nuestro babor y nos dirigimos directamente al pueblo de Vahiatu

 
Vahiatu está en una amplia bahía donde solo encontramos dos barcos fondeados. Tiramos el hierro a 10 metros de profundidad y 70 metros de cadena ya que aquí el viento llega muy racheado y dice la guía que “raramente está tranquilo”. No nos imaginábamos que para tanto... No es que el viento llegue con rachas intensas, sino que estas se convierten en una constante. No pasamos muy buena noche y a la mañana siguiente salimos temprano buscando un lugar más tranquilo. No eran tanto los veinticinco nudos que tuvimos todo el tiempo sino que por la orografía de los valles el viento llega de dos lados diferentes y cuando una racha llega de una dirección, enseguida se enlaza con otra de otro ángulo y tumbaba al barco, sin darle tiempo a volver a su posición. La cadena tenía que trabajar mucho y tuvimos que estar pendientes para asegurarnos que el barco no garreaba. Hubiera sido mejor, de haberlo sabido, tirar dos anclas por proa. 

 
A pesar de la incomodidad del fondeo, el pueblo es realmente entrañable y vale la pena hacer un stop aquí, ya que es un village muy auténtico. Dejamos el dinghy en una diminuta playita donde enseguida nos reciben un ejército de niños que se están bañando y nos ayudan a subirlo a la arena. 
Enseguida se nos acerca un hombre y nos pregunta si queremos fruta. Empieza a buscar en los árboles pomelos, naranjas y mangos... hasta que le tenemos que decir que ya está bien. Nuestras bolsas que siempre llevamos encima para estos fines ya están llenas. No nos pide nada a cambio pero le ofrecemos chocolate en polvo, salsa de tomate, una gorra y un par de camisetas. Otro hombre nos regala plátanos y una amable francesa del velero vecino al vernos todavía con el pabellón amarillo piensa que acabamos de llegar a las Marquesas y nos viene a dar la bienvenida con más frutas. 


Hoy es domingo y en varios puntos las mujeres de todas las edades se juntan para jugar al bingo. Un billar y un futbolín reúnen a los hombres más jóvenes. Todo el mundo nos saluda muy amablemente sin dejar de atender su ocupación. El estrés no parece ser el principal enemigo de estas gentes. 


A Vahiatu llegaron primeramente los españoles en el año 1595 comandados por el general Mendaña. El capitán Cook le siguió más tarde en 1774 y el comandante francés Halley en 1842; hay varios monumentos que conmemoran a los diferentes próceres. Este es el pueblo más importante de la isla y tiene enfermería, correos y dos pequeñas tiendas de comestibles. 

De las varias bahías de playas con arena blanca Hanamoenoa es la más amplia, mejor protegida y más popular. Otros diez barcos hay fondeados a nuestra llegada, pero encontramos un buen lugar a 7 metros de profundidad en un buen fondo de arena. El agua es supertransparente y es posible  poder ver rayas y alguna tortuga. 
La playa tiene un aspecto idílico y hacemos varias caminatas en los tres días que pasamos. A la tarde hay que salir huyendo de los diminutos mosquitos o “nonos”, como llaman aquí. Hay una casa vacía que se ocupa en la época la copra (elaboración de jabones, aceites... con los cocos secos) y varios árboles frutales que aprovechamos para asegurar una despensa bien llena. 

 
Dice la guía que varios casos de ciguatera se han reportado como resultado de comer pescado de la bahía. La ciguatera es la enfermedad producto de comer pescado que se alimentan del coral en algunas zonas y puede llegar a ser mortal. En muchas de las islas del Pacífico hay ciguatera. Hay que tener mucho cuidado. 


A falta de pescado, seguimos teniendo una dieta excelente. Jose dice que no tiene duda de que somos el barco que mejor comemos. Como tenemos tantas frutas frescas preparamos ricos jugos de mango, batidos de plátano, pasteles de banana, combinados de ron con cítricos exprimidos...


Este es uno de aquellos parajes en los que uno se siente realmente en el paraíso. 

 


 

 

Ua Pou

 

 5 de junio de 2012

 
Pensábamos parar tan solo un par de días en esta isla sin poder saber que iba a convertirse en  uno de los lugares más mágicos e inolvidables que hemos encontrado. Los días de estancia se irán alargando ya que nos apetece seguir disfrutando de unas enriquecedoras vivencias con la gente más acogedora de todas las Marquesas. 

 
Navegamos toda la noche desde Tahuata con vientos cambiantes que nos hacen tener que recoger los dos tangones de las dos velas de proa con las que empezamos a navegar. Izamos la mayor para estabilizar el barco navegando a motor tras caer completamente el viento y finalmente ponemos las dos velas a un mismo lado cuando llega Eolo soplando desde un 120º a 90º el resto de la noche. Dejamos amanecer y entramos a la bahía de Hakahau con buena luz. Todas las islas tienen unas cordilleras montañosas elevadas que originan un cúmulo de nubes que coronan la isla y que no suele dejar una atmósfera nítida para fotografiar o simplemente admirar. El cielo se despeja por momentos y nos presenta las montañas al fondo con sus particulares crestas, son un paisaje hipnotizador... 

 


Ua Pou es la isla más al sur del grupo de las llamadas Islas del Norte junto a Nuku Hiva y Ua Huka. No está entre los puntos más populares de los transmundistas y suele ser un stop rápido para solo algunos, seguramente este es un buen augurio para que se mantenga tan auténtico y especial. 

 
Todos los barcos están fondeados a dos anclas, así que procedemos a echar el hierro por popa con la maniobra que ya practicamos en Hiva Oa. Largamos 70 metros de cadena, tiramos el ancla por popa y recogemos 20 ó 25 metros de la cadena de proa para que tense la de popa. Tendremos que repetir la maniobra más tarde ya que la gendarmerie ha venido a avisarnos de que el Tapoa, el gran buque que está anclado en el muelle, va a salir a las dos y hay que dejar cierta zona despejada. La salida del Tapoa –un poco más tarde de lo anunciado- nos mantiene toda la mañana pendientes y tras partir este hacia Tahiti fondeamos esta vez más a resguardo del mar, protegidos por el dique en el fondo de la bahía a 4 metros de profundidad. Hemos comprobado que yendo a tirar el ancla de popa con el dinghy podemos ganar distancia y el cabo queda más tenso consiguiendo un fondeo más óptimo. 

 
Es raro no conocer algún barco cuando llegas a un nuevo sitio. Todos llevamos una ruta similar y nos vamos encontrando las mismas caras. Los amigos suizos del Mariposa y Axel del Gudrun vienen a saludarnos solo aterrizar y a ofrecernos ayuda con el ancla de popa. 

 

Cada barco lleva un ritmo diferente: los hay más tranquilos que permanecen más tiempo en cada lugar y los inquietos que al poco de llegar vuelven a partir. El francés Eric junto con su mujer y sus dos bonitas chiquitinas llevan aquí más de tres años trabajando como médicos, una profesión muy preciada ya que hay mucha carencia. Otro de las oficios que dicen ser buenos para conseguir trabajo es el de enfermera y profesor. Estos últimos ganan 3.000 €€€€€€€€. Nos quedábamos si hubiéramos hablado más francés, pero sin dominar el idioma oficial es un poco difícil poder conseguir un buen trabajo. 

 
En un momento, de los siete barcos que estamos en la bahía, cinco viajan con varios. Es muy especial ver los veleros con niños que viven y estudian abordo. 

 
Uno de los entretenimientos que tenemos el mismo día de llegada es el espectáculo que ofrece un barco francés que también viaja con dos niñas: un juego de equilibrios en la cubierta aprovechando los diferentes elementos: botavara, tangones, obenques y unas largas telas que cuelgan desde el estay de proa. Una danza muy bonita que agradece colaboraciones a su fin.  

 
La boulangerie abre muy temprano y a las 6.30 de la mañana ya está cerrada. Los amigos del Mariposa dos días nos compran el pan para nosotros y otro día Toni madruga para coger unas cuantas baguettes. Además de las dos panaderías hay ocho tiendas de comestible en el pueblo. 
Todo está en buen estado, limpio y cuidado. C’est la France... y se nota. La Mairie, dos boulangeries, los ocho magasin, l’ecole, la gendarmerie.... 


La village está situada al pie de la montaña con unas vistas increíbles a las agujas que en lo alto componen una de las formaciones geológicas más formidables de todo el planeta. Desde el fondeadero tenemos una perspectiva fenomenal de los picos. 


El verde abraza toda la isla, está presente en las calles, casas y jardines. Los árboles de mango, pomelos, las plantas y las flores tan importantes en la cultura polinesia son una constante en cualquier rincón donde uno fije la mirada. Es un lugar que te inspira paz y bienestar. 


Los habitantes de Ua Pou tienen un carácter más abierto y acogedor que en el resto de las Marquesas, y más allá de lo impactante del paisaje es lo que hace de esta isla un lugar tan especial. Aquí todo el mundo regala generosidad sin pedir nada a cambio: nos regalan fruta por doquier, nos invitan a sus casas... Nos dan una buena lección de la vida y hacen plantearnos muchas cosas de las que carecemos por completo en el Mundo Occidental. La filosofía de muchos se basa en encontrar la felicidad con las cosas más simples: la familia, los amigos, compartir los momentos del día con los que uno quiere, trabajar lo suficiente pero no demasiado, no ansiar las cosas materiales y hacer mucho el amor –nos decían. Algunos, ya empiezan a querer demasiadas cosas, hipotecan su vivienda para poder comprar un 4x4 y más tarde llegan los problemas cuando no se puede pagar...

 
Las casas son acogedoras pero sencillas, no tienen grandes cosas pero tienen una gran puerta para que entre mucha gente y ofrecer todo lo que tienen. En nuestro caminar por la village vamos encontrando varios personajes del pueblo con los que compartimos alguna vivencia muy apreciada para nosotros. 


Hoy es viernes y a la noche acontece un gran evento: una boda donde medio pueblo está invitado. Todos los invitados preparan la comida: unos decoran el salón, otros asan la carne, unos otros preparan los postres... No hace falta tener mucho dinero para casarse; es el pueblo, son los amigos, es la familia... los que aportan lo necesario para que la pareja de enamorados pueda llevar a cabo la ceremonia. Estos solo tienen que comprar la bebida. Qué lejos está esto de nuestros bodorrios absurdos. Nos dicen que podemos acudir a ver los bailes tradicionales y allá iremos más tarde. Bonito espectáculo...


Unos chicos mientras ayudan en los preparativos se preparan  un almuercito a la parrilla cerca de la playa. Nos invitan a probar un pulpo secado al sol que un poquito tostado en las brasas sabe como un bacon muy sabroso, el fruto del pan que toma un gustito al fuego...


Un amable señor nos regala un montón de mangos cuando le preguntamos frente a su árbol dónde podemos encontrar la fruta. Una jovencita nos lleva a su casa cuando nos escucha preguntar donde podemos encontrar pomplemus. Nos obsequia con plátanos, mangos, pomelos, limones, collares... nos presenta a toda su familia y nos cuenta su manera de vivir. Parecen felices...


Decidimos comer en el snack ya que el otro restaurante del pueblo solo prepara comidas con reserva. Compartimos un poison cru (12$), entrecot acompañado con frites (14$), y una ración de pómmes de terre... todo muy rico. Entablamos conversación con los chicos de la mesa de al lado que enseguida salen al coche para regalarnos un gran pote de confiture de guayaba y unos plátanos secos que preparan de una manera particular. Más tarde nos invitan a cervezas. Nos despedimos con una cita para mañana al mediodía comer en su casa. 


El Rei y Vaimiti junto a su amigo Teko nos preparan un ágape auténtico de comida polinesia: cabra salvaje con coco, plátano al horno con coco, pescado crudo también con coco, arroz, cangrejo crudo marinado con limón, quiche de atún, pescado a la parrilla... Un montón de comida que no pararán de seguir ofreciéndonos hasta bien entrada la tarde. Nos sentimos afortunados de poder compartir con ellos este momento y nos sentimos muy agradecidos por tanta generosidad. Nicole, la camarera del snack, también comparte la comida. Ella es un travestido, lo cual en Marquesas es muy común; nos contaron que a uno de los hijos lo crían como si fuera una mujer. Más tardem Teko nos lleva a su casa para enseñarnos un pequeño museo repleto de tikis y tortugas de piedra y madera.  


El domingo es el día en que la gente se junta en la playa. Llevan kai kai (= “comida” en marquesiano) y pasan el día. Nuestros amigos nos invitan y pasamos le jour en la playa con varios habitantes del pueblo que conocemos el mismo día. 


El siguiente día Rei nos lleva con el coche a conocer la isla. La ruta que lleva al aeropuerto está sin asfaltar y es muy mala, la cara de la otra moneda de lo idílico de este paraíso. La corrupción es muy latente y mucho del dinero que viene de la metrópoli se queda en Papeete y no llega a las pequeñas múltiples islas de la Polinesia francesa


El tatuaje tiene un valor fundamental para los polinesios y casi todos los hombres y mujeres dibujan sus cuerpos con varios tattoos . No son una mera estética sino que además de considerárselos muy elegantes están cargados de significados. Los marquesianos están valorados como unos de los mejores tatuadores del mundo. Ni Jose ni yo habíamos considerado antes hacernos uno pero aquí son tan especiales y el lugar es tan mágico y lo hemos soñado durante tanto tiempo que queremos dejar un recuerdo permanente. Kina es nuestro artista y tras charlar un rato con él y contarle de nuestra vida y  aficiones, elegimos un motivo para que después él cree un diseño único. Ahora solo hay que tener un poco de precaución: no contacto con el sol durante al menos dos semanas y no agua salada por una semana. 

No nos iríamos de Ua Pou pero hay que seguir descubriendo. Llegan varios veleros amigos y postergamos un día la partida. Compartimos unas pizzas en el snack y a la mañana siguiente partimos para Nuku Hiva, a solo 25 millas al norte.

 

 

 

 

Nuku Hiva

 

 12 de junio de 2012

Hakatea (Daniel’s Bay)

Vamos primero a l’Anse de Hakatea –más conocida por los cruceristas como Daniel’s Bay- en la Baie de Taioa. Un enorme fondeadero sorprende tras la estrecha y escondida entrada. 

 
Para ir al pueblo hay que desembarcar en la playa y después un bonito caminito a la sombra paralelo al mar,  lleno de vegetación, te lleva al pequeño y deshabitado pueblito. Tan solo unas pocas familias viven allí. Dos de ellas ofrecen una comida para los veleristas por 10$ por persona usando todos los ingredientes naturales que allí poseen: pescado, frutas y verduras. Degustamos una original comida en este particular “restorant”.

 

La gente aquí y en todos los pueblos gasta muy poco en víveres ya que son prácticamente autosuficientes: van a pescar, van a cazar cabras salvajes, tienen cerdos y gallinas, árboles frutales y plantan verduras y hortalizas. Hacen mermelada, secan la fruta, beben jugo de limón, las salsas las preparan a base de la leche de coco, confeccionan vinagre de plátano, elaboran caramelos con las frutas... Todo lo que uno se imagine para aprovechar los ricos alimentos que les da la tierra. 

 
Una familia tiene un huerto bastante grandecito y nos venden lechugas, pepinos, patatas dulces, menta, albahaca, calabazas, mangos, papayas... que recogen de la tierra y los árboles en el mismo momento. Formidable.  Estos tienen como medio de subsistencia la venta de sus productos así que aquí no te lo regalan pero lo venden a un precio razonable. 

 
El entorno es increíble. Nos ha encantado este paraje. El pueblo lo tienen tan bien cuidado que los vecinos parecen competir para tener el jardín más bello. 

 
La excursión a la tercera cascada más alta del mundo es imperdible. Dos horas de ida y dos horas de vuelta por un camino fácil, bonito y entretenido donde hay que cruzar varios ríos y donde hay que nadar para llegar al pie de la cascada. En las cercanías de la caída de agua inmensas paredes que se van estrechando amenazan el desprendimiento de piedras lo que hace que impresione bastante. 

 
Con el dinghy nos adentramos al río para ir a lavar ropa. Hay que ir con la marea alta, los locales conocen bien los horarios e incluso así la entrada hay que hacerla a remo y bajándose en algunos tramos para no tocar el fondo. Nos encantan estas aventuras. No conseguimos encontrar la subida del río pero una amable pareja nos presta su grifo con el que dan de beber a los cerdos para que hagamos la colada además de regalarnos tres pescados que acaban de traer de mar abierto. Al siguiente día ya tenemos localizado dónde queda el grifo popular con una buenísima agua potable y llenamos, haciendo dos viajes, los depósitos del barco. 

 

 


Tahioae

Tahioae es el núcleo principal y capital de las Marquesas. Tiene alrededor de 1.500 habitantes. El entorno de la bahía es bonito pero el pueblo carece de un atractivo que sobresalga y la gente es menos abierta y simpática, la ville... Casi 50 barcos hay fondeados; una parte a dos anclas, la otra a una sola. La bahía está bien protegida y casi nunca se nota el viento que hay afuera. Fondeamos a 10 metros de profundidad.

 
Es un anclaje popular donde muchos barcos acuden para reparaciones o espera de repuestos tras la larga travesía oceánica. El barco La Paz, que conocimos en Galápagos, rompió algunos hilos de la jarcia por lo cual la ha substituido al completo. Tuvieron que pedir los cables a Estados Unidos que le costaron 300$ - es un barco de apenas 26 pies de eslora- pero los porten subieron 700$. 


Para el acceso a tierra en el dinghy dock hay que subir una escalera metálica que cuando la marea está baja resulta un poco más incómodo.


Frente al dinghy dock hay dos baretos donde preparan algunos platos de comida por 5$ o 10$ y que hace jugos naturales. Un pequeño taller mecánico al lado y dos tiendas de recuerdos marquesianos junto con el Yacht Club que ofrece varios servicios como el de lavandería. 


Se encuentra diesel y gasolina yendo al muelle destinado a los grandes buques que llegan de Papeete. 1’70$ el litro de gasolina y 1’50$ el de diesel. Los buques en tránsito pueden obtener el gasoil como duty free, pagando 1'10$ el litro, pero no se consigue el papel hasta llegar a Tahiti. El Yacht Club te ayuda a tramitarlo pagando 90$ pero no vale la pena si no vas a cargar mucho. Los veleros no europeos que tenían que pagar el “bond” sí poseen este papel y como no está controlado acudimos a buscar diesel con amigos que muestran su documento.

 

Muchos barcos se apuntan a una asociación creada por Jimmy Cornell llamada Paddle Jump que te evita tener que pagar el bond si tramitas los papeles con un agente que cobra 250$ por barco; al final resulta más barato que las comisiones del cambio de moneda y la cuota del papeleo que suponen al abonar el bond


Los recién conocidos del catamarán americano Light Speed nos cuentan que esta es su segunda vez que vienen por aquí y aplicaron para una visa con cinco meses de antelación que les permiten estar un año en vez de los tres meses autorizados para las nacionalidades que no están en la Unión Europea


Hay internet aunque es mejor bajar a tierra ya que desde el barco la señal es muy débil. En toda la Polinesia hay varias compañías de internet como Hot Spot que tienen antena en las poblaciones más populosas (en Marquesas: Atuona en Hiva Oa y Tahioae en Nuku Hiva). Se compra un forfait por internet pagando con Visa,  5 horas 20$. 


En la calle principal paralela la mar se concentran varios supermercaditos, una agencia de Air Tahiti, la oficina de turismo, el mercado artesanal, una pizzería y la pensión, que también alquila coches.  

 

Las tiendas de comestibles están muy bien surtidas y tienen mucha variedad. Todo carísimo, todo carísimo, nos decían otros navegantes que van por delante, sin detallarnos nunca qué es lo que vale la pena realmente comprar en Panamá y qué es lo que se encuentra en el camino. No es cierto que sea todo tan caro; hay cosas que son incluso más baratas que en Panamá, algunas iguales y otras mucho más costosas.

 

Los productos están etiquetados con dos colores, blanco y rojo. Los rojos están subvencionados y resultan muchas veces a mejor precio que en el país del istmo: tetra brick de leche (1’40$), leche en polvo grande (8$), harina, pasta (1$), arroz( 1$/Kg.), legumbres (<1$), sardinas, garrafa aceite de girasol 5 litros (10$), Nescafé, mantequilla, baguettes (0.80$), papilla de bebé, pollo 5 libras (6$), levadura, galletas crackers...


Lo que realmente sale mucho más caro y es con lo que más conviene llenar el barco antes de entrar al Pacífico es el alcohol: Cerveza 3$, vino tetra brick -más malo que el Clos- 8$, Jack Daniels 72$, Cutty Shark 59$, Martini 42$, Ron 55$...


Se encuentran varios productos que son delicatessen para cualquier crucerista a un precio reaznable: queso emmental 5$, queso roquefort 4$, longaniza 80grs. 2.50$, jamón serrano 10$, chorizo tipo Cantimpalo 6$.


“No se encuentra nada de carne hasta Tahití” – nos habían dicho. Mentira. Toda es congelada pero con una pinta estupenda y a precios razonables: 4 entrecots pequeños 8$, pierna de cordero 15$... De productos congelados hay mucha variedad: salmón ahumado 6$, gambitas 8$, bolsa grande combinado frutos del mar 5$, bacon 4’70$...


Así que tampoco es para asustarse tanto con los precios del Pacífico. Lo bueno es saber qué es lo que hay que traer y lo que se puede comprar aquí. Nosotros no teníamos esta información y trajimos como 10 latas enormes de leche en polvo cuando descubrimos que en Marquesas sale más barata que en Panamá. Trayendo una buena compra y comprando en Polinesia los productos subvencionados y asequibles, no se gasta tanto dinero. En Centro América muchas veces aunque sea barato se gasta más porque por seguridad hay que tomar siempre taxi, la fruta no te la regalan sino que hay que pagarla, los autobuses...


Un poco alejado queda el Magasin Bigot, una ferretería con bastantes cosas comparándola con el resto de tiendas. 


Mucha gente alquila un coche para conocer la isla. Nosotros íbamos a hacerlo pero el tiempo corre y el capi está impaciente para llegar a Tuamotu. Los todoterreno pequeños de 4 plazas cuestan 110$ al día y los más grandes a partir de 250$. En esta isla se encuentran muchos tikis esparcidos en varios puntos. Los tikis son estatuas de piedra que represtan a los dioses. Desde el fondedero, a pie, se pueden ir a visitar dos ruinas arqueológicas con los ancestrales tikis. 


El año pasado se reportó un caso en la isla de canibalismo. Un alemán fue devorado rememorando las costumbres remotas de unos siglos atrás. Bueno, esto es lo que se dijo y se dio como versión oficial en los medios. Pero algo raro se comentaba que había atrás. En casos extraños en que uno desparece en circunstancias anómalas suele haber la comidilla de que la pareja fue quien se lo “cargó”. La gente local con la que hemos hablado dice que es imposible que sigan existiendo caníbales en estas islas.  


Nuku Hiva junto con Iva Oa son las dos islas marquesianas que tienen aeropuerto y conexión con Tahiti. Nuestro amigo Toni aprovecha los enlaces para desembarcarse tras tres meses compartidos con nosotros. Regresa a su querida Mallorca. Han sido muchos los momentos compartidos y nos quedamos con un grato recuerdo de su estancia que queda para siempre en la huella del Caps. 


Aunque hicimos la entrada en Hiva Oa recomiendan pasar por la gendarmerie en las islas en que tienen oficina. No lo hicimos en Ua Pou pero no queremos dejar pasarlo aquí. No es obligatorio pero por cuestión de seguridad siempre va bien. Además desembarcándose Toni era imprescindible para poder salir sin problemas del país. 


Las Marquesas nos han fascinado y dan para mucho, en cada isla hay varios fondeaderos y para verlo todo haría falta mucho tiempo. Imposible. La temporada es limitada ya que en noviembre hay que estar fuera de la zona de huracanes y hay que ir avanzando ya que  los lugares que vienen prometen ser,  al menos,  igual de fascinantes que este o algunos dicen que incluso mejores. 


Teníamos muchas expectativas de llegar a Polinesia y habíamos leído mucho al respecto. Muchos navegantes tienen mucho afán de engrandecer sus hazañas y hacer parecer que sus aventuras son solo aptas para titanes y audaces, expertos e intrépidos marinos. Aquí hemos llegado nosotros, humildes navegantes, sedientos de viajar y conocer, al igual que llegan cientos de barcos todos los años de todas las esloras y tipos. Decían que los fondeos en las Marquesas son profundos y complicados. No hemos fondeado ninguna vez a más de 10 metros. Decían que las bahías son abiertas y peligrosas. Tampoco hemos podido corroborar eso. Decían que bajar a tierra puede ser tan dificultoso como arriesgado. A veces hay que hacerlo con cuidado, pero no será para tanto... Pues nosotros no queremos enaltecer nuestros pasos sino contar tal como es para animar a aquellos que sueñan con hacer esto algún día.