Navegando en un mar de piratas

 

14 de junio de 2010

Navegamos hacia St. Georges previo despache de salida en Prickly. El personal, amabilísimo.

Como tenemos el mar de popa, hacemos pruebas de poner las dos velas de proa atangonadas para terminar de decidir si la navegación a Venezuela la haremos de este modo o con la mayor y el génova atangonado. Previamente hemos sustituido el  yankie ya que tenía una rasgadura en la banda solar y hay qu reparar y además no hay previsión de mucho viento y así ganaremos algo. Hacemos las últimas compras de comida, una buena siesta para empezar la navegación descansados, preparo unos platos para los dos días de travesía...

 

Las dudas han sido protagonistas todos estos últimos días. Según con quien habláramos nos decía una cosa u otra. “No pasa naranja”, nos decía un argentino; “Nosotros vamos cada año y nunca hemos tenido ningún percance”, comentaban unos franceses; “Hay un poco de paranoia generalizada”, opinaban otros. Pero estos son los menos ya que la mayor parte de la gente ha dejado de ir a Venezuela y cuando comentábamos nuestros posible planes todos respondían con un cuidado, está muy peligroso, o “No tenéis por qué ir a Venezuela, podéis pasar de largo a las ABC”, etc. Amigos y conocidos que viven por ahí o han pasado muchas temporadas comentan por lo general que la inseguridad no es algo nuevo y que ha existido desde hace muchos años atrás.

 

Bueno, tras muchas vacilaciones decidimos ir, tomando todas las precauciones posibles. Ahora queda definir concretamente el mejor itinerario y escalas. La zona más peligrosa está en el Golfo de Paria, que es sin duda uno de los puntos de piratería conocidos en todo el mundo. Dado que los veleros cada vez se alejan más de este punto los piratas han empezado a salir más mar adentro acercándose mucho a la isla de Margarita; así que nos recomiendan que la mejor opción es no parar en Margarita y hacer escala en la isla de Blanquilla y después hacer un giro de 90º directos a Puerto La Cruz, evitando siempre navegar paralelos a tierra. La decisión final de los patrones (Ángel y Jose) es no parar en Blanquilla e ir directos a Puerto la Cruz dejando Margarita por babor a una distancia más que prudencial.

 

Salimos a las 23:30 rumbo 250º. Atangonamos finalmente las dos velas de proa, con la ventaja de que si sube el viento solo hay que enrollar unas vueltas. No hay apenas viento así que las primeras dos o tres horas mantenemos una punta de motor. Debemos hacer una media de 6 nudos hora para llegar a Puerto la Cruz de día, cuestión fundamental.

 

Durante todo el viaje nos mantenemos con el Bahía a una mínima distancia y amenizamos la travesía con las charlas y comentarios por la VHF.

 

15 de junio de 2010

 

Dado que el viento no aumenta el capi decide cambiar la disposición de las velas. Ya de día sacamos la mayor poniendo  un rizo y atangonamos la génova, navegando a orejas de burro. Dejamos las Islas Testigo por babor y vamos analizando cualquier barco que aparezca en el AIS o en el rádar con desconfianza.

Prácticamente durante toda la travesía tenemos una corriente a favor de entre 1 y 2 nudos y menos mal ya que así conseguimos mantener la media que necesitamos.

 

La segunda noche ya tenemos a Margarita a nuestro babor y nos topamos con una flota de pesqueros que nos hacen acercarnos un poco más a la isla de lo previsto ya que si no habría que dar una vuelta enorme. Se hace de día y cada vez vamos estando más cerca de nuestro destino. En un momento se nos acerca una barca pequeña que parece que venga directa y por unos instantes el latido se paraliza pero nos saludan y nos pasan por la proa. Falsa alarma, eran pescadores. No comentamos nada entre nosotros. Supongo que hacemos un esfuerzo por no alterar al otro pero tenemos en nuestra cabeza el posible abordaje a nuestro barco. Andamos por un mar con riesgo y lo sabemos.

 

16 de junio de 2010

Al llegar al segundo waypoint ya viramos y ponemos rumbo directo a Puerto la Cruz. Ahora tenemos el viento de través y pillamos un buen ritmo. Una navegación cómoda y rápida. Navegamos bien paralelos al Bahía, que aunque es un barco más rápido el Cap’s navega muy bien con un ángulo de viento de 90º.

 

Los delfines nos visitan, oímos los ladridos de Rufino, muy emocionado por su presencia y también divisamos un tiburón que pasa cerca. Los peces voladores a veces toman una altura considerable y nos entretenemos observando su planeación.

 

Cuando nos vamos aproximando a las Islas Chimana el viento cae por completo y las milésimas de nudo que hay, encima, se nos ponen por la proa, así que arrancamos motor; las tres horas más pesadas de la travesía, se nos hacen interminables. Tomamos un bañito en la plataforma que nos deja como nuevos y ya entramos a la gran bahía de Puerto la Cruz viendo los rascacielos de la ciudad de Barcelona a un lado y los de Puerto la Cruz al otro.

 

Me siento contenta y feliz. La travesía ha sido tranquila y sin sobresaltos. No hemos conocido a los piratas, de los que preferimos seguir manteniendo esa idea vaga e imaginaria de los cuentos y películas.

 

No sé si navegar en conserva aumenta la seguridad. Dicen que si te van a atacar van a hacerlo igual. Pero navegando con el Bahía me he sentido más segura. Hemos recorrido 235 millas en 39 horas. Le doy un beso a mi capi y nos abrazamos felices. YA ESTAMOS. Bienvenidos a la República Bolivariana de Venezuela.

 

 

 

Arribada a Puerto la Cruz

 

En Puerto la Cruz hay por lo menos ocho marinas pero nos han recomendado la de Bahía Redonda. Nos están esperando en el pantalán, el director y el dueño nos vienen a dar la bienvenida.  Enseguida nos comentan la disminución de la llegada de barcos al puerto en los dos últimos años con motivo de la comentada inseguridad.

 

El calor aprieta con rabia. Colocamos los toldos para sobrevivir a esta temperatura y la sensación cambia bastante a la sombra. Comemos algo refrescante: cocido de garbanzos,  que ha preparado Ángel para afrontar el clima caribeño. 

  

Lo primero que intentamos resolver es estar legales en el país; sabido es que la burocracia y el papeleo de entrada es bastante complicado y difícil. El navegante nunca sabe si lo está haciendo bien y por eso la mejor opción es encomendarle los trámites a un gestor. Hay dos agencias en la  misma marina de Bahía Redonda que se encargan de ello. Nosotros contactamos con José, de Transpacific, que nos  han recomendado los Rebecos y muy atentamente nos explica cómo son las cosas por aquí. En primer lugar le damos los pasaportes y papeles del barco y en un par de días tendremos nuestros documentos legales por una cuantía de 25€.

El segundo tema que hay que resolver es el cambio. El oficial está 1 $ = 2,500 Bolívares (la moneda nacional) y el cambio paralelo -que no es legal ni está autorizado- a 1 $ = 7,500 Bolívares. Cambiamos y obtenemos la moneda  en curso y nos recomiendan que no debemos sacar dinero del banco ni pagar con tarjeta de crédito ya que nos aplicarían el cambio oficial y obviamente no nos conviene.

Otro asunto importante, del que somos advertidos,  es que si tenemos que hacer algún trabajo en el barco siempre hay que acordar el precio primero; si no,  puedes encontrarte un gran problema a la hora de pagar.

  

Una vez con la entrada en proceso y con bolívares en los bolsillos vamos a hacer el checking a la marina. Tenemos servicio de internet por 33 bs. a la semana (para hacer una equivalencia rápida al euro,  debéis dividir entre diez) y el precio  por el amarre nos lo tiene que terminar de negociar José pero nos habla de que nos puede salir por unos 5€ diarios. 

 

Enseguida se acercan varias personas al barco ofreciendo sus servicios: taxi, limpieza de inoxidables... y para cualquier otro trabajo que necesites  no hay más que hablar con José, que te pone en contacto con el profesional que se dedica al ramo en particular.

 

 El precio del gasoil está a  1 bolívar el litro para nosotros los extranjeros -los locales pagan aún menos- esto viene a ser 0'10€;  así que, teniendo en cuenta que es más barato que el agua,  quizás no es mucho más malo y tóxico que  una Coca-Cola para acompañar en las comidas, jeje.

 

Una vez un poco más instalados nos dedicamos a conocer el entorno. Bahía Redonda es la primera de las marinas con la que te topas y que forma parte de un complejo llamado El Morro. Un canal de entrada alargado va dando paso a diferentes marinas en los laterales -hasta un total de ocho- y un laberinto de canales con hoteles, casas y chalets, muchos de ellos con embarcadero particular; unas viviendas más sencillas, otras bien lujosas; unas más sobrias, otras más ostentosas y para nuestro gusto un poco "horteras"... Pasamos por un bonito barrio muy pintoreco conocido como Pueblo Viejo, un gran hotel de lujo con pistas de golf y otros servicios costosos en la Isla Paraíso...

Nos causa gracia algunos nombres de embarcaciones como Yolanda José, Mi segundo amor... que hacen pensar en las telenovelas.

 

Al final hallamos la Plaza Mayor un supermall (centro comercial) con muchos tiendas y restaurants. Su diseño es muy atractivo ya que está basado en la colorida arquitectura colonial.   Aquí tenemos nuestra primera experiencia gastronómica del lugar y nos comemos una exquisita arepa con un rico jugo granizado que elegimos de una carta en un español que no identificamos con ningún vocablo de  nuestro tesauro. Las anoto en mi pequeño cuaderno para poder recordar y después buscar su equivalencia: cambur (clase de banana) , tamarindo, parchita  (maracuyá), lechosa (papaya), toddy...

Las arepas son omnipresentes aquí como las tortillas en México. Estas son unas masas de harina de maíz o de trigo, fritas o al horno, que se rellenan con cualquier cosa imaginable. Los rellenos preferidos son la ensalada de atún, el queso blanco o amarillo rallado , la carne mechada, los diablitos (jamón picante de lata)...

 

Un gran supermercado se encuentra en el complejo de la Plaza Mayor. Hay de todo, cosa que nos provoca cierta euforia ya que nos habíamos desacostumbrado. Los productos son muy europeos y muchas marcas conocidas. Los precios también fenomenales, habíamos perdido la costumbre de comprar bueno, bonito, "b"ariado y barato. Así que haremos un buen acopio de víveres para una buena temporada.

 

 

 

 

Vida en Puerto La Cruz


18 de junio de 2010

Puerto La Cruz es el segundo punto de compras junto a Plaza Mayor. Para ir a la ciudad tomamos un taxi ya que los alrededores de la marina es mejor no recorrer a pie.

 

El Paseo Colón es un largo bulevar marítimo con una amplia zona peatonal. No es muy atractivo pero no podíamos dejar de pasear por él y observar las idas y venidas de la gente. Seguramente en otro momento era más distinguido pero parece haberse venido a menos. No hay rastros de la ciudad vieja, construida a finales del siglo XVII.

 

Hoy es el último día escolar y muchos autos se pasean con bocinazos y mensajes en los vidrios tales como “Mi hija ya es bachiller”. Están de celebración de las graduaciones y los adolescentes visten sus camisetas uniformadas con las firmas de sus compañeros de clase. También nos topamos con un escenario donde unas chicas bailan, todo ello un tanto rocambolesco, como actividad de una campaña antidroga.

 

En este pequeño tramo de los 3.000 Km. que tiene el país de costa caribeña, el agua está contaminada y está prohibido bañarse. Frente a la ciudad hay diversas islas que forman una gran bahía: Isla de Monos, Islas Chimaras, Isla Borracha donde hay agradables fondeaderos rodeados por la aridez del paisaje, que no deja de ser sorprendente, a los que nos recomiendan solo visitar de día y no pernoctar. Allí asesinaron hace un par de años a un americano en su velero y eso ha producido una propaganda nefasta.

 

 

20 de junio de 2010

Recorremos con más calma el barrio de Pueblo Viejo del Complejo EL Morro, Una zona muy pintoresca con pequeños puentes al estilo veneciano y una uniformidad arquitectónica. En el resto de los canales no existe ese convenio y cada cual construye su casa a su gusto, así que hay construcciones de todos los estilos.

 

La guardia costera nos para advirtiéndonos que cinco nudos es el máximo de velocidad y debe circularse por los canales con el chaleco salvavidas, aunque nadie lo respeta.

 

Si bien los alrededores del puerto son un tanto “peligrosos” hay en la línea de playa una serie de chiringuitos donde nos acercamos el domingo para tomarnos algo. Los precios son mucho más baratos que en la marina: 3 bs. la cerveza (0’30 €) , al lado de los 8 que nos cobraron dentro. El ambiente es muy modesto y sencillo. Vamos aprendiendo los códigos del lugar y en seguida nos damos cuenta que como dejemos la botella vacía en mitad de la mesa, inmediatamente te traen otra ronda. Se ha puesto de moda beber cerveza Light, que tiene antre 4 a 5º de graduación.

 

 

 


El Delta y el río Orinoco


23 de junio de 2010

Cinco horas de carro hasta llegar a nuestro destino. A lo largo del trayecto, paralelos a la carretera, muchos kilómetros de tuberías donde se transporta el crudo a la refinería. Una parada en la estación de servicio para repostar. Se llena el tanque 50 litros = 4,40 bolívares. Atravesamos la ciudad de Maturín y finalmente llegamos a San José de Buja. Allí nos está esperando un bote que nos transporta hasta el campamento. Una hora de navegación que nos introduce al Delta del Orinoco.

 

Llegamos al campamento Waro Waro que se encuentra en el pequeño río Jaropuna. María y Cristophe, una pareja argentino-francesa, construyeron su aislado rincón tan solo hace un año. Después de estar viajando por toda Latinoamérica descubrieron este lugar que los atrapó y en el que ya llevan viviendo ocho años.

 

El campamento respeta el modo de construcción de las casas de los indígenas del lugar, los warao. Cabañas construidas sobre palafitos con techos cubiertos con la palma del temiche. Usan el agua del río para lavar y el baño. Nos familiarizamos con los que va a ser nuestra morada durante tres días.

 

Cruz es un warao que habla perfectamente español que trabaja en el campamento y que nos acompaña todo el tiempo con María. Compartimos nuestros días con cuatro franceses más.

 

Llega la hora de comer y probamos el pescado rayado del lugar con un exquisito pan casero warao que más tarde le pediremos a Karina, la cocinera, que nos enseñe a hacer. Después nos vamos de paseo con la barca por los diferentes ríos angostos afluentes del Orinoco –llamados caños- descubriendo la rica flora y fauna del lugar. Impresionante. Estamos atónitos ante tanta belleza. Qué fuerza y poder cobra la naturaleza …

 

Hacemos una parada cerca de la orilla y nos iniciamos en la pesca de pirañas. Solo Sam y Jose tienen éxito. Sam apresa una, enorme y roja, que finalmente se le escapa. Jose, una tan chiquitita que provoca las carcajadas de María, que dice que es la más pequeña que nunca ha visto. Las pirañas son muy listas y comen la carnada pero se escapan. Un chapoteo inicial con la caña para engañarlas haciéndoles creer que se ha quedado un pez atrapado y después hay que levantar muy rápidamente el aparejo para que no se escapen, lo cual no es tarea fácil.

 

La mayor parte del tiempo la pasamos en los diversos caños. Y vemos las casas de los waraos que están construidas paralelas al río.

Los waraos constituyen la segunda población precolombina en Venezuela después de los wayú. Viven en pequeños grupos familiares y su organización social es mínima. Toda su vida se desarrolla a orillas del río Orinoco. Construyen sus casas (jamoko) con techos de hojas de palma de temiche sostenidos por troncos y el suelo de palos de manaca (palmitos).

Viven principalmente de la caza, la pesca, la agricultura, la recolección de frutos silvestres y la confección de artesanías.

 

Seguimos deslizándonos por el río y abrazados por ese verde tan atractivo de la selva. Paramos para contemplar el atardecer y tomar unos roncitos y jugos. Los chicos locales con sus canoas empiezan a llegar. Es de lo más especial que hemos vivido estos días, el contacto con los niños waraos. No hablan aún español ya que no van a la escuela y lo irán aprendiendo más de mayores. Pero son de lo más amoroso. Ya de muy chiquititos están siempre en al agua bañandose o con las canoas. Las nenas más grandes cuidan de sus hermanos pequeños y acuden con su jarrita para que se la rellenen con jugo fresquito. Yakira, Yolanda y Ricardo so los que repiten y con los que más contacto hemos tenido. Son hermanitos y casualmente su papá está trabajando en el campamento arreglando los pisos de madera. Son tímidos y vergonzosos, aunque abiertos y cariñosos. Ya tienen la jarrita llena pero parece no querer irse y se quedan agarrados a nuestra barca y nosotros les hablamos y se ríen .

 

Volvemos al campamento, cena y nos vamos a dormir a las hamacas protegidas por mosquiteros. Nos ayudamos con las linternas frontales ya que la única luz que hay es la de las estrellas. Nos vamos adormeciendo con la oscuridad de la naturaleza y con el canto de lo único que quiebra el silencio de la noche, entonado por grillos y ranas.

 

 

A las cinco ya quiere amanecer y nos despiertan los monos aulladores, tucanes, guacamayos y cientos de otras ruidosas aves que avisan del comienzo del día. Desayunamos y nos vamos con el bote a hacer una excursión a pie adentrándonos por la selva. Nos prestan botas de agua ya que el terreno es muy húmedo y la tierra se hunde. También para protegernos de las culebras y otros animales selváticos. Cruz con su machete nos va abriendo camino. Podemos observar distintas especies vegetales que los waraos utilizan con fines diversos: para la curación de un sinfín de afecciones, confección de las artesanías, frutos comestibles y bebibles, rituales y otros. El guía local imita el ruido de los roedores, enrollando una hoja, que emiten para atraerlos, cazarlos y después comerlos. La planta del moriche para ellos es el árbol de la vida: les proporciona, alimentos, bebida, casa y ornamentos artesanales.

 

Después de comer vamos a visitar una comunidad indígena y nos ofrecen sus bonitas artesanías.

 

En los ratos en el campamento disfrutamos de la paz del entorno, del agradable balanceo de las hamacas y aprovechamos para charlar con la adorable María, Cruz y los otros dos chicos waraos que trabajan en el campamento. Los waraos son afables y cariñosos, tímidos y callados pero siempre agradables. Nos cuentan que algunas comunidades ya tienen generadores y han comprado sus primeras televisiones y DVD. Les gusta mirar películas que compran por 5 Bs. en lenguas ininteligibles para ellos pero les gusta ver las imágenes… En dos ocasiones nos enseñan a hacer fuego, una difícil y cansina tarea, hay que ir turnándose porque las manos se quejan.

 

En nuestro último día en el estado del Delta Amacuro, hacemos una excursión en una barquita a remo por una nueva bifurcación del río. Comprobamos que hay una importante corriente que es la causante de la formación del delta más grande del mundo. La sedimentación ha ido formando abundantes isletas con solo acceso fluvial; cientos de afluentes del Orinoco dividen el delta en incontables islas húmedas cubiertas por un denso follaje.

Las crecidas y bajadas del río también son llamativas ya que la diferencia de nivel llega hasta un metro.

 

La descripción no puede igualar ni sustituir la vivencia propia. Recomendamos este viaje por este “país acuático”, una experiencia inolvidable y que no te deja desde luego igual.

Una experiencia fuera de tiempo y lugar en este entrañable campamento de María y Cristophe, sumamente acogedores y encantadores, que ofrecen un turismo alternativo y de aventura. (Web de Waro Waro Lodge)

 

 

 


Días tranquilos en Puerto la Cruz


1 de julio de 2010

Nuestros días en Puerto la Cruz transcurren con tranquilidad. Aprovechamos la piscina de la marina para irnos refrescando a las horas de más calor. Comidita aquí, comidita en el Bahía, que ha recibido a dos nuevos tripulantes, Joakin e Iñaki. A la tarde, cervecitas en los chiringuitos de afuera con bachata a tope al bien estilo caribeño.

Los miércoles a la noche, barbacoa donde nos juntamos la gente de los barcos y cada uno lleva algo y se comparte. Otro día los franceses con los que compartimos el viaje al Orinoco nos invitan a una fiesta que hacen en su pantalán; todos son de Le France, además de un inglés y dos suizos porque, además de nosotros, son los únicos que siguen viniendo a Venezuela.

 

También aprovechamos para hacer limpieza del barco, cargamos gasoil y gasolina a tope (250 litros por 25€; increíble, ¿no?), recargamos las botellas azules de gas (1'5€ frente a los 25€ que cobraban en Saint Martin), llevamos la ropa a la lavadora y secadora - todo por 1'5€-,  avituallamos el barco a tope dado que los precios en los Roques son mucho más elevados y también mandamos hacer algún trabajito como la construcción de una grúa para subir más fácilmente el fueraborda por la que nos cobran 150€.

 

Otro día vamos al mercado de Puerto La Cruz. Un gran espacio de venta de frutas y verduras, ropa, pescado, pollo, especias... Los precios son mucho más interesantes que en el supermercado.

 

Y así vamos pasando los días, viajecitos arriba y abajo con el dinghy a Plaza Mayor. Tenemos que ir varias veces al super ya que los productos básicos como la harina, la leche, el azúcar, el aceite, etc. están racionados y solo se puede llevar un máximo de cuatro por persona. Nosotros nos hemos iniciado en el arte de hacer pan y la verdad es que queda rico así que necesitamos bastante harina con leudante para las próximas semanas.

 

Ahora nos vamos para Tortuga y Los Roques pero no descartamos regresar a Puerto la Cruz en un periodo de mes y medio ya que el precio del amarre es muy barato. Hoy hemos abonado las dos semanas de puerto y nos ha salido por 50 € en total, 3€ al día.

 

Muchos preguntan sobre la situación del país. No voy a hacer proselitismo ni maniqueísmo. Ante la desinformación al que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación y al interés de estos en crear opinión a través de una noticia objetiva,  hoy en día aquel que quiere estar más informado tiene todos los medios al alcance a través de internet, así que no voy a entrar en cuestiones políticas.

Se aprecia la diferencia de clases claramente. Se ven muchos todoterrenos que valen muchísimo dinero al lado de otra gente que no llega a fin de mes. Grandes mansiones y urbanizaciones privadas frente a los barrios, etc.  El sueldo medio es de 1.200 bolívares (equivalente a un poco más de 120 €), con lo cual es difícil poder hacer mucho ya que el precio de la comida es muy similar al de España.

He tenido la oportunidad de conocer varios países de América Latina y los problemas son siempre los mismos: las dantescas desigualdades, la corrupción, la inseguridad, la miseria, la pobreza, la desesperanza, la desilusión, el descreimiento... Obviamente esto no es Europa y es que así está el globo. Unos cuantos tenemos el privilegio de vivir en el Primer Mundo y todo el resto es otra historia.

  

 

 

 


Tortuga


2 de julio de 2010

Suena el despertador. Son las 2 de la mañana. A las tres estamos saliendo por la bocana del puerto rumbo a la isla de Tortuga. Tenemos 55 millas por delante. Partimos a la madrugada para no ser vistos y llegar de día y lo hacemos sin luces de navegación y sin ninguna vela izada. Siempre muy cerca del Bahía hacemos todas las millas a motor ya que el pronóstico de viento de 15 nudos de través no se ha cumplido.

En algún momento se nos aproxima un peñero, como aquí llaman a las embarcaciones de madera de los pescadores; Jose empieza a inquietarse. Pero nos dejan atrás y siguen con su rumbo.

 

Entramos al mediodía a Playa Caldera, el fondeadero que se encuentra al noreste de la isla. La Guardia Costera nos pide que nos identifiquemos por el Canal 16 y en cuanto ya hemos fondeado se acercan al barco y suben a bordo. Muy correctos y amigables nos piden la documentación y nos someten a un breve cuestionario. Les mostramos el zarpe, un documento que hay que tramitar para desplazarte por vía acuática dentro del estado. Lo hicimos a Los Roques y te permite hacer parada en los puntos intermedios como Tortuga. Mientras ojean los papeles, los invitamos a tomar una cervecita fresca.

Después de comer nos vamos a caminar por la playa y empezamos a descubrir una isla que nos va gustando cada vez más. Una playa que tiene alrededor de una milla de largo y una arena muy blanca y tan fina que se escurre entre los dedos. El agua, una maravilla, la amalgama de sus distintos tonos turquesa hacen la delicia de nuestro sentido visual.

 

Tan solo tres barcos hay fondeados cuando llegamos, un par de motoras que vienen del continente y un velero canadiense que enseguida se va. En tierra, unas pocas casetas de pescadores. Vemos que una de ellas tiene una antena parabólica. Mañana juegan España y Argentina y le preguntamos al dueño si nos permitiría acercarnos a ver los partidos; responde que vayamos sin problema.

 

 

3 de julio de 2010

A las 9 de la mañana ya estamos en casa de Moncho frente a la pantalla grande y la selección argentina empieza a saltar al terreno de juego. Preparo un pastel de chocolate y nueces para llevar.

 

La tranquilidad se va alterando pero a un ritmo muy frenético. Empiezan a llegar motoras, una tras otra, durante toda la mañana. El lunes es festivo -5 de julio, Día de la Independencia- y muchos aprovechan para venir a pasar el puente. Lo más curioso es la manera que tienen de situarse, muy cerca de la orilla con la popa mirando a tierra echan un ancla también por atrás y se abarloan unos a otros, todos pegaditos y en la misma zona a pesar de la dimensiones amplias de la bahía. Otros llegan con pequeñas avionetas y acampanan en la playa o simplemente pasan el día. No entendemos por qué pero la gente de las grandes motoras son realmente presuntuosos, antipáticos y hasta maleducados ya que te llegan a negar el saludo.

 

Aparecen los pescadores ofreciéndonos langostas por 10€/Kilo y sabemos que no podemos desperdiciar la ocasión; así que elegimos un par de ellas. A la 1:00 vuelve a ver partido, esta vez juega España contra Paraguay. Moncho nos ofrece su quincho para poder comer allí, así que traemos un pica a pica y almorzamos con nuestro nuevo amigo. Al principio parecía que vivía aislado pero tras un buen rato de charla nos damos cuenta de que está al tanto de todo. A la noche regresamos a cenar en ese comedor al aire libre al borde de la playa una de las langostas que Moncho se ha ofrecido a cocinarnos, hirviéndola con agua salada.

 

 

4 de julio de 2010

Qué mejor para empezar el día que una formidable caminata por la playa que parece no tener fin con un paisaje tan espléndido. “Es una maravilla…” No deja de repetir Jose. Y es que realmente es algo excepcional. En la parte más occidental de la playa se levantan pequeñas dunas y a sus espaldas se dibuja un paisaje muy similar al desértico. Al mediodía, arroz caldoso con langosta que prepara Ángel. Todavía nos quedan unas frutas frescas y preparamos una ensalada con piña, mango y maracuyá. Qué más se puede pedir.

En cuanto cae el sol se repite la discoteca que ya tuvimos anoche. En fin, otra pincelada un tanto grotesca de los grandes yates que se complementa con el festival de luces, las cadenas de oro que muchos llevan en su cuello, la exhibición de las motos acuáticas y de sky acuático pasando a una corta distancia para asegurar que son observados…

 

 

5 de julio de 2010

Los chicos del Bahía se marchan para Los Roques. Nosotros que no viajamos con un tiempo acotado preferimos ir más despacio, saboreándolo con más calma (y bueno, para qué nos vamos a engañar, Jose quiere ver la semifinal y final del Mundial) así que nos despedimos de nuestros amigos.

El puente llega a su fin y las embarcaciones empiezan a abandonar la isla paulatinamente y nos quedamos de amos de la playa, solo quedamos fondeados nosotros conviviendo con los pescadores en tierra. La playa parece ser otra ahora sin los domingueros autóctonos; mucho más virgen, auténtica, serena…

 

 

10 de julio de 2010

Ya llevamos casi diez días en esta pequeña y semideshabitada isla. Y cada vez nos la hacemos más nuestra.

Los días transcurren muy plácidamente. Recorremos de un lado a otro la playa una y otra vez tanto del lado de sotavento como de barlovento ya que hay una punta que se estrecha y a ambos lados hay una raya continua con el mar - nos recuerda algo a Formentera-,  nos bañamos donde el agua es tan transparente que parece ausente, el placer de la lectura se incrementa con el columpio de la hamaca y un paisaje de ensueño…

 

Las noches están siendo tan cerradas que a veces impresiona, nosotros solos, en una oscuridad tan oscura. En cuanto empieza a ponerse el sol suele aumentar la intensidad del viento y solo se escuchan los susurros de Eolo.

 

Antes de ayer llegó un catamarán francés ya medio afincado en Venezuela y compartimos el fondeo con él y con las tres barquitas de pescadores. Estos salen a faenar a la noche y duermen durante el día. Vienen de Margarita por un par o tres de semanas, regresan a descansar una semana y de nuevo a trabajar por estas aguas. Qué dura la vida del pescador…

Son personas muy sencillas pero muy buena gente y cada día vamos trabando más amistad. Nos regalan pescado, langostas, caracoles, cangrejos… Nosotros les regalamos tabaco, pilas, sangría… que es lo que quieren.

Hoy los chicos han salido a buscar un chivito, hay varios en el interior de la isla y tras una caminata de cuatro o cinco horas regresan con las manos vacías. No han podido disparar el rifle, hoy no han tenido suerte.

 

A Moncho también pasamos a saludarlo diariamente. Ahora está entusiasmado porque está pendiente de tener internet. Le han regalado una computadora y a través de un router están viendo que pueda captar la señal de la Guardia Costera. También empieza la escuela. La armada inicia clases de lectoescritura para los habitantes de la isla, ya que la mayoría – gente ya bastante mayor- no ha adquirido las capacidades básicas.

 

¿Tiene algún cigarrillo? Sí, después te traigo. Es que si no me da dolor de cabeza. Ya…

Nos tomamo una botella de aní entre los dos. Cómo chupan, eh… Sí, me gasto todo lo que gano en aguardiente [jejeje] ¿Por qué? Nos gusta juntarno con lo chico y beber ¿Y gastarte todo el sueldo? Sí, despué vuelvo a trabajar y junto para más. También podrías guardar un poquito todos los meses…Por ahí algún día te puedes comprar tu propia barca para ir a pescar… Sí… ¿Y…? Que a nosotro nos gusta beber [jajaja] ¿Y no tienes novia? No… Me dejó porqué bebía mucho [jejejeje]…

 

¿Sabe? Él tiene do mujeres… [jajaja] ¿Dos? ¿En la misma casa? No, mi mujer con do chiquito en la casa y la otra un poco má allá… ¿Y tu mujer lo sabe? No… Cuidado a ver si un día te vas a encontrar las maletas en la puerta. Un tiro en la cabeza le va a dar – añade otro… entre carcajadas. ¿Y ahora cuando vuelves a cuál tienes ganas de ver? Primero a mi mujer… Y despué a la otra [jejeje]

 

 

 

11 de julio de 2010

Nosotros también salimos a pescar. El otro día pescamos desde el barco. Agarramos 20 pescaditos que cocinamos rebozados. También lo intentamos al curry desde la neumática. El primer día no hubo suerte. Los chicos nos dijeron que en vez de una cuchara pusiéramos un pulpito como cebo. Así que al día siguiente agarramos un atuncito, un camburcito que le dicen por acá. Apoyamos la caña en el depósito de gasolina y salimos no muy fuera de la bahía, había mar de fondo, con la VHF abierta no fuera que se nos parara el motor y tuviéramos que pedir que nos vengan a rescatar.

 

Aunque es fin de semana solo han venido tres motoras. Hoy tenemos evento deportivo, la final del Mundial. España, campeón del mundo por primera vez. Cava con buñuelos para celebrarlo con los chicos.

 

Llega un nuevo velero. ¡Lleva niños a bordo! Siempre nos emociona ver a esos pequeños trotando por la cubierta. Son alemanes y llevan trece años casi siempre en el Pacífico. Él, dentista de profesión, ha ido trabajando de manera intermitente en algunos lugares como Nueva Caledonia y así han podido ir cambiando de barco; dado que iniciaron su aventura con un barco muy pequeño, cada vez que tenían un retoño cambiaban por otro más grande. El niño y la niña - de 5 y 10 años respectivamente- nacieron en Nueva Zelanda, hermosos los dos con sus largas cabelleras rubias y simpatiquísimos. Siempre nos dan alguna que otra lección, te dejan alucinado de la destreza que muestran en todos los quehaceres náuticos.

 

 

12 de julio de 2010

Cayo Herradura es una pequeña isla al norte de Tortuga, es el fondeadero más popula; aquí no está la Armada y muchos quieren evitar inspecciones o tener que tramitar el zarpe. Pasamos dos días aquí. Hay que andar con ojo porque los errores de situación del GPS en las cartas electrónicas en esta zona son muy importantes. Hace un mes varó un velero en los arrecifes y allí quedan tristemente sus restos. Así que solo se puede llegar con buena luz y fiarse solo de las propias percepciones.

 

Es otro lugar hermoso. Una larga playa de arena blanca, los azules que tiñen el mar siempre tan cautivadores… Aunque es menos tranquilo que Playa Caldera: más barcos, más pescadores, menos aislado…

 

 

 

 


Archipiélago de Los Roques: El Gran Roque


15 de julio de 2010

Parece un caballo de carreras, a veces el Cap’s es un auténtico campeón. Vamos a 8 nudos con un través de 12-15 nudos; llevamos un rizo pero tenemos que ir más despacio. Salimos de Tortuga a la tarde para llegar de día a Los Roques. A esta velocidad nos plantamos allí en un plis. El viento va subiendo progresivamente, hasta un máximo de 25’, así que tomamos un segundo rizo y enrollamos el génova con bastantes vueltas; aún así vamos a 7 nudos muchas veces. Tiene coj*nes (con perdón), a veces quieres correr y no puedes y cuando tienes que ir despacio vas rápido. Navegamos sin luces siempre muy atentos al radar para divisar a otros barcos y con el AIS en marcha para ser vistos por los grandes buques. Casi 100 millas y aparecemos en el Gran Roque, al poco tiempo de fondear cae un buen chubasco; nos hemos ido librando durante toda la noche ya que lo veíamos en el radar pero no llegó a alcanzarnos, así como tampoco los sucesivos relámpagos que divisábamos a lo lejos, cerca del continente y nos iluminaron durante toda la travesía.

 

 

Siempre habíamos oído que Los Roques era un rincón en el paraíso. Ahora estamos aquí, nosotros, sí, algo que antes nos sonaba tan lejano de golpe se convierte en tu cotidianeidad; curiosa la sensación…

La suma de cuarenta islas y cayos, lo bastante grandes para tener nombre, forman este archipiélago situado al noroeste de Venezuela.

Fue decretado como Parque Nacional en 1972.

 

 

16 de julio de 2010

Nos reencontramos con los amigos del Bahía y en seguida, ya impacientes, nos vamos a conocer el pueblo. En el Gran Roque está el único asentamiento permanente y se encuentra la pista aérea pavimentada donde aterrizan los avioncitos de unas 20 plazas y las pequeñas avionetas que vuelan desde Caracas. Tiene algo más de sesenta posadas, algunas muy sencillas y otras bien bonitas. Pero la crisis ha hecho mella aquí también y ha descendido notablemente el número de visitantes. Estamos en plena temporada y no se ve demasiada gente, los posadeños y hosteleros nos comentan cómo han notado ese descenso de afluencia de turistas. Por cierto, las mejores posadas son propiedad de italianos que añaden a su servicio la buena cocina de este pueblo mediterráneo. Hemos oído algunos comentarios del tipo “esto es la mafia italiana”.

 

Caminamos por las calles de tierra (no hay coches en la isla, solo alguna furgoneta que recoge la basura), vamos pasando por las posadas, pequeños restaurantes, tiendecitas, un colegio, la panadería y un par de supermercados. El precio de la comida es de un 50% más caro que en el continente y en algunos productos como verduras y hortalizas hasta tres veces más. Pagamos por cuatro patatas grandes 4’5€, los huevos no tienen un precio mucho más elevado (1’5€), la harina 1€ el Kilo... En el bar: una bebida 1€, una pizza enorme 8€, una ensalada 5€…

 

Y llega el momento de hacer la entrada. Hemos hablado con algunos barcos que dicen no haber pasado nunca por las autoridades y haber permanecido casi dos meses por aquí. El Bahía ya lleva unos días y ya le han hecho dos inspecciones. Nosostros también recibiremos la visita de Guardacostas al siguiente día de nuestra llegada. Así que no creo que sea fácil, ahora en temporada alta, permanecer ilegal. No queda más remedio que a pasar por el aro. Guardia Costera, Inparques, Autoridad Única y por último Guardia Nacional; periplo por todas las Autoridades y ya tenemos nuestro permiso de 15 días, pero nos ha salido 120€!!! (780 bolívares por el permiso del barco, más 130 bs. por persona a bordo) Tal vez no suene tanto si piensas en unas vacaciones normales que uno se toma sus dos o tres semanitas y dispone siempre de un dinero extra para disfrutar en los únicos días de descanso anuales, pero para un transmundista que está en perpetuas holydays… es dinero… solo por un permiso para navegar por unas aguas determinadas.

 

El Gran Roque se convierte en un punto de ida y vuelta, el centro neurálgico; vamos cambiando de islas pero siempre hay que volver a la isla principal, a comprar, a tirar la basura, a Internet… Un día a la semana aprovisionan el supermercado así que aprovechamos para comprar algunos productos frescos.

Nos encontramos a los chicos del Bahía que nos dicen. “el Rebeca está ahí fondeado, al lado nuestro”. No lo podemos creer. Marchamos rápido impacientes para saludar a Fernando y Pepa –que viene con su hijo, Rubén. Han venido a pasar unos días desde Curaçao donde tenían el barco. Maldita la sorpresa que nos llevamos cuando vamos a subir al dinghy, nos han robado la manguera del fueraborda al depósito de gasolina. Iniciamos una búsqueda por el pueblo sabiendo que va a ser difícil encontrar repuesto y la opción más viable va a ser que lo manden desde Caracas lo cual demorará un par o tres de días. Pero preferimos seguir buscando y preguntamos a los pescadores no sea que tengan una de repuesto. Nos refieren al mecánico que muy amablemente nos presta una hasta que recibamos el repuesto; finalmente conseguimos encontrar una nueva manguera con sus conectores gracias a la ayuda de la gente. Esto ha sido un mal menor, a veces inevitable, que nos recuerda que no debemos bajar la guardia ni un momento aunque te hayan contado que en Los Roques no pasa absolutamente nada; información que hemos podido comprobar que no es cierta ya que hablando con los pescadores y demás nos han dicho que hay que andar con cuidado y ellos todas las noches retiran las hélices de sus fuerabordas y los depósitos de gasolina.

 

Nos reunimos las tripus de los tres barcos y celebramos el encuentro cenando en la terracita del Bora la Mar, regentado por Marta, una catalana afincada en los Roques hace 17 años y en Venezuela más de cuarenta.

 

 


Los Roques: Crasqui, Noronquises, Francisqui, Sarqui y Espenqui


 

CRASQUI. Tiene una larga playa que parece no tener fin. Es una isla muy popular para los venezolanos y está llena de motoras. Es muy ruidosa y tampoco puedes nadar tranquilo ya que pasan los jet skies constantemente. Así que ni siquiera pasamos la noche.

Como en todas las islas, las playas amanecen desiertas y se van poblando a partir de las 10 de la mañana. Los turistas que se encuentran en las posadas contratan excursiones en lancha para pasar el día en la playa con los parasoles, sillas y una pequeña nevera hasta que el sol empieza a ponerse; entonces, la playa vuelve a quedarse a solas consigo misma.

 

NORONQUISES. Cambiamos el ruido de Crasqui por la serenidad de la isla vecina. Tres pequeñas islas y una barrera de arrecifes crean un lago cerrado con bastante fondo Nos quedamos al lado de Noronsqui Abajo y allí pasamos el día y noche tranquilos ya que solo nosotros junto al Bahía y otro barco, lejos del nuestro, hemos elegido hoy este rincón. A la tarde probamos con la pesca a fondo desde el barco y cuánta euforia se respira en el Cap’s tras recoger una buenas piezas.

 

Otro día regresamos con el Rebeca y esta vez fondeamos en la parte interior a 8 metros de profundidad – cuando viene siendo habitual hacerlo a 3. Entramos, como se debe hacer, al mediodía con el sol en la espalda, cuando mejor se distinguen los corales, siguiendo a Fernando que ya conoce la entrada. Solo los barcos españoles: el Rebeca, el Bahía y el Cap’s III fondeados uno al lado de otro. La primera vez que nos juntamos los tres.

Un arrecife maravilloso a nuestro babor nos proporcionará la mercancía con la que Fernando prepara hoy una fideuá. También el avistamiento de tortugas nos alegran el día. Qué bonitos son estos animalitos!

 

El arrecife de Noronquises es el más espectacular que hemos visto. No está muy profundo y tenemos que bucear con los trajes largos y guantes para evitar lastimaduras. Regresamos otra vez y fondeamos al lado de un megayate con una de estas banderas de paraíso fiscal.

 

 

FRANCISQUI. Varias islitas y una pared de arrecifes forman este fondeadero muy próximo a la isla principal, desde donde se divisa la gran cadena de cerros del Gran Roque. Esto hace que haya bastantes veleros fondeados, unos diez, cosa que no es habitual ya que si bien estamos en plena temporada no hay apenas barcos en Los Roques, algunos locales de chárter y poco más. Hay que ir serpeando para sortear varios arrecifes hasta entrar en las aguas libres interiores. Después de comer el Bahía marcha a buscar otro lugar bonito. A nosotros no nos gusta estar moviéndonos tanto y preferimos hacer estancias más largas de los lugares a los que llegamos. ¿Qué prisa tenemos? Preferimos además de conocer el lugar, disfrutar de la mera contemplación y de la percepción cambiante del lugar en cuanto se prolongan las horas, los días…

 

 

SARQUI y ESPENQUI. Esta noche hay previsión que suba el viento a unos 25 nudos, por lo que buscamos un lugar protegido donde permanecemos un par de días esperando que se calme un poco.

Todos los cayos roqueños son similares. Las islitas desérticas donde se acumulan los moluscos llamados botutos que abundan en el archipiélago, a veces comunidades de manglares que atraen a los mosquitos, los arrecifes de coral que forman una barrera de protección del mar entrante, fondos marinos más o menos ricos en función de la isla donde conviven cerca de 307 especies de peces, arenas blancas y finas, aguas de diferentes tonalidades de azules, las aves que sobrevuelan nuestra cubierta… Todo esto es Los Roques.

 

El rico arrecife nos regala los ingredientes para un arroz caldoso que preparan Ángel y Fernando. Nos reunimos los diez en el Rebeca, está condenado por ser el barco más grande. Al día siguiente cena de nuevo en el Oceanis 50 con unas pizzas y picoteo y después llega lo que tanto nos gusta: el karaoke. Hasta Jose no paró de cantar… Lo pasamos muy bien y además aprovechando uno de los lujos del Rebeca, hielo abordo, tragos para todos.

 

 


Los Roques: Dos Mosquises, Cayo de Agua y Carenero


DOS MOSQUISES. El Bahía se marcha para otros derroteros para que sus tripulantes terminen de conocer todos los rincones y nosotros, junto al Rebeca, marchamos a la isla situada más al sur oeste. La entrada es bastante confusa. Tanto las cartas de papel como las electrónicas son equívocas. Hay un error de un tercio de milla en todo Los Roques, con lo cual de nada sirven. Los arrecifes suelen verse de manera clara pero la entrada a esta isla resulta la más complicada. La guía da un waypoint desde el que hay que enfilar a mitad de las dos palmeras siguiendo un rumbo de aguja de 60º.

Dos Mosquises son dos bonitas islas protegidas de barlovento por una línea de arrecifes. En una de ellas hay dos palmeritas y poco más, en la otra un centro de protección e investigación de tortugas marinas que se puede visitar.

Compartimos dos días aquí con “los Rebecos” incluida paella de langosta jamás vista antes una de singular tamaño. Fernando es el culpable de este manjar que nos toca hoy. Hace más de un año ya que compartimos dos meses en Malta con Fernando de los que guardamos un grato recuerdo y ahora nos hemos vuelto a encontrar. Pero ellos deben regresar hacia el oeste rumbo a Curaçao. Ha sido un gustazo poder compartir esta semanita con ellos y lo hemos pasado muy bien. Nos alegra veros bien y felices, parejita.

 

CAYO DE AGUA. Así es el ciclo de la vida… unos llegan y otros se van… Tras la marcha del Rebeca llega de nuevo el Bahía. Un día más en Dos Mosquises y nos vamos para Cayo de Agua.

Un faro, que no funciona, marca la entrada por el oeste. Elevadas dunas de arena dibujan un paisaje un poco diferente al resto de los cayos. El cruce de las aguas y el pasillo de una estrecha línea de arena hacen un magnífico efecto.

Hoy hemos abierto la veda. Pescar con arpón submarino está prohibido. Y nosotros que somos muy respetuosos lo hemos ido cumpliendo. Pero ya teníamos la sensación de ser los ecologistas extremos siendo los únicos que respetamos esta norma. No tenemos fruta, no tenemos verdura, no tenemos carne ni pollo, se nos han terminado los huevos… así que se acabó. Hoy toca pescado. El fondo submarino no va ser más rico por un par de pececitos que cojamos para nuestra alimentación. Jose, fusil en mano; Virgi, bolsa de red siguiendo a su capi para recoger lo que pesque. Resultado de nuestra primera incursión a la pesca submarina: dos pargos, uno de casi un par de kilos. ¡Qué bien cenamos!

 

CARENERO.  Es una isla muy alargada, al este entre Cayo Remanso y Felipe hay un  pequeño fondeadero muy protegido pero lleno de manglares. Paramos solo a comer ya que la presencia de mosquitos hace impensable pasar la noche. El mar aquí parece una piscina;  el fondo repleto de bonitas estrellas de mar. Siempre que hay fondos bonitos nos lamentamos de no tener una cámara submarina.

Cerca están las Islas de Selesqui y Los Canquises que junto a la Isla Larga, Esparqui, Gresqui, Cayo Cuchillo y Cayo Grande son de protección integral y está prohibido fondear y desembarcar.  

 

 

 


Últimos días en Los Roques y travesía a Puerto la Cruz


3 de agosto  de 2010

Empezamos a pensar en ir yéndonos de Los Roques. Se nos termina el permiso y no queremos volver a pagar. Como vamos a volver a pasar por aquí... La estadía en Los Roques te permite un máximo de un mes. Una vez cumplido este periodo si se quiere estar más tiempo hay que salir hacer el zarpe y después puedes volver y se inicia el contador hasta 30 días.

Ahora que ya ha empezado agosto se empieza a ver bastante más movimiento de turistas, no de barcos. Creemos que nos vamos justo a tiempo. No nos gustan las playas abarrotadas.

 

Estamos tomando un exquisito jugo de mango y maracuyá en una bonita terraza frente al mar y como suele pasar, no sabes cómo, nos ponemos a charlar con Celer y al ratito ya estamos de charla con Nelly. Así de rápido va  todo que enseguida nos invita a cenar a su posada. Qué exquisito está todo: sopa drácula, ensalada de aguacate, carpacio, pescado fresco, ensalada de trigo, pan casero, flan... Mmmm todo estaba para chuparse los dedos. Celer nos dice que a Nelly no le gusta que quede comida en el plato y hacemos un esfuerzo para poder terminarlo, ya que además de excelente era muy abundante. Más tarde, como es viernes, se arma la rumba... Arriba Los Roques... Lo pasamos muy bien.  Gracias Nelly.

A la mañana siguiente pasamos a recoger a Celer para ir al barco. Nelly nos invita de nuevo a cenar; pero nos parece demasiado aceptar la invitación ya que ellos estan trabajando y tampoco pueden estar mucho con nosotros. Pero pasamos a despedirnos y Nelly, generosa como siempre, nos obsequia con una buena hogaza del rico pan que ella prepara para nuestra travesía. Ha sido un placer conocerles, chicos. No todos los días se conocen personas tan lindas, generosas, auténticas... Los chicos de Chambao también pasaron por El canto de la ballena y quedaron tan encantados que incluso les dedicaron una canción en su último disco de nombre homónimo al de la posada. Escuchadla, es muy bonita.

 

Nos vamos a fondear a Cayo Pirata para terminar los preparativos para la travesía pero se mueve demasiado para subir el motor y cambiamos a Francisqui. Justo cuando estamos a punto de pasar los arrecifes de la entrada, se sitúa en nuestro cielo una enorme nube negra que nos niega cualquier rayo de sol e incrementa el viento. No sabemos si dar la vuelta y esperar que pase pero como ya hemos venido más veces tenemos el track en la carta (esto es el dibujo de la trayectoria del barco). Y nos adentramos servidora en la rueda y Jose dándome indicaciones desde abajo (más a estribor, vale, un poquito a babor...) Esta herramienta es muy útil  en caso de tener que salir por lo que sea de un complicado fondeadero de noche o con mala visibilidad.

 

La travesía de Los Roques a Puerto la Cruz suele ser un poco pesada ya que el viento viene totalmente de morro y hay que acercarse a Higuerote para después hacer un bordo a Puerto la Cruz más cerca del continente con menos ola y viento. Pero estamos de suerte y salimos antes de lo que teníamos previsto porque hemos visto en los Ugrib un parte muy favorable. Tenemos durante toda la travesía un viento que nos permite ir a rumbo directo hasta la isla de Tortuga, con un ángulo entre 30 y 60 grados variables. Cuando solo nos quedan 55 millas a destino el viento cae por completo. Encendemos motor y paciencia, eso sí seguimos yendo a rumbo directo que es de agradecer. ¿Por qué no ponemos la caña? Buena idea. Y al cabo de un rato tenemos un dorado a bordo que en cuanto lleguemos Jose preparará al horno con patatas que estaba bueníiiiisimo. Ya más cerca vuelve a soplar un poco y navegamos a todo trapo con una punta de motor para intentar llegar de día. Cuando estamos entre las isla de ChimanaBorracha un chubasco de esos que dan miedo forman una cortina totalmente invisible que borra cualquier rastro de la costa, pero pasa rápido y a nosotros no nos cae ni una gota (una vez más hemos ido librándonos de esas nubes negras que nos han ido amenazando casi durante las 160 millas realizadas). Son las 18:45 y entramos a la marina. A punto de terminbar el día, a punto de iniciarse la noche.  De repente es como si volviéramos a casa. Ya conoces a todos, te saludas... La capacidad de adaptación y de hacerte tuyos los lugares de manera muy veloz es algo que se te desarrolla en este tipo de vida que llevamos.

  

 

 

 


Agenda semanal en la marina. Tras cada barco, una historia


12 de agosto de 2010

Tras un mes en las islas venezolanas con unos paisajes paradisíacos regresamos al continente. Puerto la Cruz no nos ofrece lugares tan de ensueño pero sí vivencias no menos interesantes.

 

Lunes: Clases de español en la piscina que imparte servidora a las 3 pm.

Martes: 8 de la mañana, yoga.

Miércoles. Barbacoa a las 5:30 pm.

Jueves: Clases de español

Viernes: happy hour en la piscina

Sábado: A las 8 yoga. Una vez al mes, mercado de segunda mano.

Domingo: Timba de domino mexicano a la 1:30pm. Y cervezas después.

 

La marina está más animada que nunca y no paramos. En la barbacoa un día éramos veintidós, la semana siguiente treinta y cinco. Juancito Scotti trae nuestra carne, de origen argentino, riquíiiisima. Conocemos a su amigo Fele que al día siguiente nos invita a su casa a comer unos exquisitos ñoquis. Con Juan compartimos muchas agradables y divertidas charlas amenizadas por los chistes de “gallegos” que cuenta el argentino. Es el ejemplo de que el que no navega no es porque no sepa; compró el barco en Florida y lo llevó solo hasta Cuba sin haber navegando antes en velero, al llegar a Marina Hemingway estaba admirado de que el GPS no engañaba.

 

Descubrimos el por puesto, un taxi de línea que por solo 2’70 bolívares nos lleva a Puerto la Cruz. Todos los miércoles vamos al mercado con Margaret y Diane a comprar la fruta y verdura de la semana.

 

Vamos conociendo a los distintos navegantes que andan por acá. Margaret y Hans (Holanda), Diane y Harold (EUA), Beverly y Bill (Canadá), Debby y Larry (EUA), Erich y Monika (Austria)… Intercambiamos vivencias, informaciones, inquietudes… Dios, cuántas historias. Algunos ya llevan casi 20 años navegando, otros ya tienen el barco en venta porque la edad ya llegó a un momento difícil para seguir haciéndolo, algunos ya dieron la vuelta a la esfera, otros recién empiezan… No darían las líneas para entrar en detalles.

 

Conocemos a Miguel (Morrocoy), un cofrade del foro náutico La Taberna del Puerto que se encuentra ocasionalmente haciendo unos trabajitos en su barco y compartimos unos ratos con él y su compadre. También recibimos la visita de Alejandra desde Caracas, que conocimos a través de un amigo. Ale nos pone al día de toda la situación en Venezuela; es periodista y maneja mucha información. El tiempo que pasamos juntos se nos hace corto escuchando todas sus historias.

 

Pero no solo dedicamos el tiempo a la joda, sino que también no paramos de trabajar en el bote. La humedad que había en Los Roques nos obliga a ventilar el barco de cabo a rabo, lavar toda la ropa que tomó olor, desalarlo todito y un sin fin de tareas que parecen no terminarse nunca.

 

 

 


Mérida, en la cordillera de los Andes


21 de agosto de 2010

“Les sugerimos que por su propia seguridad mantengan las cortinas cerradas durante todo el trayecto” nos dicen una vez subidos al bus-cama (130 bolívares por trayecto) Tras nada más y nada menos que veintidós horas y media de viaje aparecemos en Mérida, situada entre las montañas alpinas. Los Andes venezolanos constituyen una sorpresa en un país tropical en el que predominan las tierras bajas, cuyos principales picos son más altos que las montañas de mayor altitud de Europa, sobrepasando los 5.000 metros.

 

Mérida ciudad

 

(Anotamos los precios en bolívares para el que le pueda interesar, la equivalencia actual al euro en el mercado negro es dividir entre 10)

 

El primer día lo dedicamos a conocer la ciudad, capital del estado. Nos hospedamos en la Posada Guamanchi (160 bolívares/noche con acceso a cocina) que se encuentra en plena Plaza de las Heroínas. En esa zona se concentran varias posadas y hay siempre animación. Las vistas de la posada son impresionantes con un cuadro de las montañas de los Andes en directo.

 

El centro está rodeado por edificios coloniales. Mérida es una ciudad estudiantil, alberga la Universidad de los Andes (ULA) con un gran prestigio, que ahora duerme la siesta por ser agosto. Es una ciudad barata y por 30 bs. comemos un menú en La Montaña (Calle 24) que incluye sopa, el plato principal con carne y contorno de arroz y ensalada y un jugo natural. En la Calle 3 está la Heladería Coromoto, que figura en el record guiness por tener la mayor variedad de helados: carne, arroz con pollo, pescado... para los más atrevidos; casi 700 gustos con también los sabores tradicionales para los menos osados.

 

Es una pena que el teleférico, más alto (4.750m sobre el nivel del mar) y largo del mundo (12.5 Km), lleve dos años cerrado tras su puesta en marcha en 1960. Habrá que volver en dos o tres años cuando se vuelva a inaugurar ya convertido también en el más moderno del globo.

 

Uno de los lugares que hay que visitar es el Mercado Municipal que a parte de comida está principalmente dedicado a la venta de artesanía y dulces típicos del lugar. Allí se encuentra el único punto de información turístico donde te dan unos datos muy valiosos sobre qué visitar.

 

Notamos un cambio importante entre Mérida y Puerto la Cruz. La ciudad es más ordenada y limpia, la gente encantadora y educada, abierta a ayudar al turista cuando requiera su ayuda. Es una urbe mucho más tranquila y segura con un entorno espectacular.

 

 

La ruta del Páramo

Todas las posadas organizan excursiones a los alrededores, Guamanchi es experta en turismo de aventura, pero los precios se llegan a multiplicar por tres o por cuatro si vas en un viaje organizado. Nosotros hacemos todo por nuestra cuenta lo que tiene una doble ventaja, ahorras bastante dinero y entras en contacto con la gente local.

 

Contratamos un taxi compartido con dos personas, Moraima y su nieta Valeria que vienen desde Coro, para hacer la ruta del Páramo; lleva un día completo y cuesta 80 bs. por persona.

 

La primera parada la hacemos en Mucurubá, que guarda una famosa estatua de un niño indígena y su perro. Cuenta la leyenda que Bolívar estuvo en la zona en 1813 y su anfitrión le entrego al niño y su perro al Libertador. Frente a la plaza un puestecito con alimentos típicos y el ponche andino donde sucumbimos a unas deliciosas fresas con crema.

 

Cuando llevamos un rato en marcha y tras parar en el mirador de Mucuchíes el carro no arranca. Un Chevrolet del año 79 ya empieza a notar su edad y parece que le castigue la cuesta arriba. El conductor desarma el motor de arranque pero no hay nada que hacer, se ha roto un cable. Solo nos queda esperar más de una hora a que llegue un compañero a recogernos para seguir ruta.

 

Proseguimos por la carretera transandina hasta llegar a San Rafael de Mucuchíes, a 3.140 metros sobre el nivel del mar, donde hay una curiosa capillita hecha de piedra.

 

A medida que se asciende al páramo se ven amplios valles verdes. La mayoría de las haciendas siguen siendo pequeñas empresas donde se cultivan papas, zanahorias, ajos y todo tipo de verdura. Abundan las fresas y las moras.

 

Un tanto apresurados por llegar a la cima antes de que la neblina empiece a bajar y tape el paisaje, arribamos al Paso del Águila, el punto más alto de la red de carreteras, con una altura de 4.118 m. Te recomiendan no haber comido copiosamente y caminar despacito para no sufrir el mal de altura que ellos llaman mal de páramo. Como hemos hecho caso de las recomendaciones no hemos necesitado la asistencia de la máscara de oxígeno que algunas personas requieren en estas altitudes.

 

A la bajada nos detenemos en la Laguna el Mucubají (a 3.540 m.), en el Parque Nacional Sierra Nevada. Un enclave sorprendente donde se pueden hacer excursiones a caballo o pescar tu propia trucha para llevarte a casa o luego te cocinen en el restaurant. En un lugar de comida criolla pudimos probar la trucha andina recién pescada.

 

Nos despedimos de Moraima y Valeria que amigablemente nos ofrecen su casa por si queremos visitar la zona de Coro, que se encuentra en el noroeste del país a la entrada de la Península de Paraguaná.

 

 

Los Nevados

Es un pueblo andino que dista 65 kilómetros de la ciudad capital pero que lleva 4 horas en 4x4, el único vehículo que puede subir hasta allí, por las difíciles y angostas rutas. El camino hasta llegar al pueblo a 2.700 metros de altura tiene unos parajes hermosísimos, no aptos para cardíacos o los que sufren vértigo ya que impresiona bastante.

 

Tomamos un 4 x4 en la Plaza de las heroínas que sale a las 7 de la mañana que sale 60 bs. por trayecto. Compartimos el viaje con lugareños de los Nevados, lo que nos permite oír las historias que ellos nos cuentan y preguntar todas nuestras inquietudes.

 

A mitad de camino hacemos una parada en Maturán donde comemos unas ricas empanadas y pastelitos de carne y queso.

 

El mismo chofer, el Sr. Jerez, nos ofrece ver su posada la Posada Jérez, sin compromiso, en la que finalmente nos quedamos. La acaban de abrir y no hay nadie más que nosotros ya que no hay afluencia de turistas en el pueblo. La crisis también se nota. Pagamos 80 bs. por persona con cena y desayuno incluido. El trato es enteramente familiar y la comida bien caserita y auténtica: pisca andina (una sopa a base de papa y huevos típica de la zona); arepas de maíz con carne mechada con un rico jugo natural de parchita, para cenar; el desayuno, arepas de trigo con huevos revueltos y mermelada de mora casera acompañado de un reconfortante chocolate caliente.

El almuerzo (lo que nosotros llamamos comida) la hacemos en el Cafetín de la Posada Buenavista en la única callecita del pueblo. Solo por 20 bs. los dos (2 €) compartimos una sopa de arvejas (guisantes), una arepa de trigo enorme con carne mechada y dos jugos de mora.

 

El pueblito de Los Nevados es realmente encantador. Lo dicho, no hay turistas y los locales son de lo más entrañable. Casi 1.300 habitantes suman entre la gente del pueblo y todos los aledaños. El frío se nota en los 3.020 m. de altitud sobre todo al amanecer y a partir de la tarde. En cuanto hay sol la temperatura es muy agradable.

 

El pueblo está anclado en la falda de una montaña. Las callecitas son empinadas y las vistas allá donde mires espectaculares. Se planta papa, zanahoria y trigo en la zona. Los campesinos siguen arando con aperos de madera tirados por bueyes ya que es el método más eficaz dado que los campos son de pequeña extensión y escarpados.

No queda población indígena. Todos son descendientes de europeos. De hecho, los ancestros del señor de la posada fueron desde Jeréz de la Frontera a parar a ese pueblito en medio de los Andes.

 

En nuestro segundo día en Los Nevados hacemos una excursión, Jose en mula y yo en caballo (40 bs. por persona). Mosca y Careto nos llevan hasta la otra montaña descendiendo hasta el río y después de nuevo subida hasta llegar a la Hacienda de don Francisco. El paraje es único, el camino pedregoso y la pendiente pronunciada, la cual no termina de convencer a mi compi  y tiene que bajar de la mula prefiriendo hacerlo a pie. Jose suele decir que soy un poco "cagueta" ya que el mar a veces me impone, pero en este terreno soy yo la valiente, menos maaal!

 

Dos días en este pueblito han sido maravillosos pero daría para estar muchos más y descubrir los Andes con más calma y gozar de la tranquilidad absoluta.

 

 

 


Caracas


22 de agosto de 2010

Cuando vamos a sacar el boleto a Puerto la Cruz desde Mérida nos dicen que no hay hasta no sé cuantos días después. En seguida se nos ocurre la alternativa de ir hasta Caracas y de ahí a la que es ahora nuestra ciudad. Pero cómo vamos a pasar por Caracas sin conocerla, además teniendo una anfitriona formidable, nuestra amiga Ale. Vénganse nomás, nos dice cuando la llamamos.

 

Nos recoge junto con sus amigos en la terminal y ahí empieza nuestra carrera del día por la capital del país. Primero almuerzo con el que nos deleita Humberto. Después, Estancia Pdvsa, con la exposición del artista plástico Cepeda. La ruta en carro por la ciudad nos permite hacernos una leve idea de lo que es Caracas. Pasamos cerca del barrio Petare, mundo aparte, es la mayor barriada de Latinoamérica y considerada de las más peligrosas. Su extensión es realmente escalofriante (de los casi seis millones de caraqueños, dos y medio viven aglutinados en este barrio humilde y marginal). Vamos al mirador con vistas a la gran ciudad donde poco se ve porque unos árboles tapan, pero permite hacerte una idea del enclave de la ciudad con un telón de fondo de la montaña del Ávila. Pasamos por el Palacio Miraflores (residencia del presidente), circulamos por el centro viejo y acudimos al simulacro de votaciones para senadores, una prueba que se realiza para que la gente aprenda el funcionamiento para el día definitivo. La parroquia en la que estamos es mayoritariamente chavista así que las camisetas rojas se ven por todas partes. A la tarde vamos a tomar unas cervecitas a un pintoresco bar llamado El Torero. Tras visitar el Complejo cultural Teresa Carreño y la Plaza de los Museos nos dirigimos a la zona chic (en el este) cuando el carro no quiso ir más. Hubo que llamar a una grúa y con la demora se nos hizo la hora. No hubo tiempo para el teleférico, la próxima vez será. Eso sí, Humberto no quería dejarnos ir con el estómago vacío y nos tenía preparada una exquisita cena en cuanto llegamos a coger las mochilas a la casa.

 

Tras venir de Mérida, un lugar hermoso, tranquilo, con una gente encantadora y educada el contraste con Caracas ha sido brutal. Qué ciudad, Dios Mío, donde la gente no es generalmente amable, sino que muchas veces agresiva y seca. Se respira una violencia y una ferocidad tremenda. Uno va todo el tiempo pendiente y con un poco de resquemor. Sales prácticamente pronunciando las palabras huevón, coño madre y mama huevo y es que los caraqueños tienen predilección por estos términos. ¿No puede hablar mejor la gente de Caracas? nos decía un taxista en Mérida.

Las historias que te cuentan de la cantidad de robos, secuestros express, muertes violentas, una nueva práctica de dar una droga llamada burundanga donde la víctima no se acuerda de nada para consumar el hurto, la corrupción y brutalidad de los diferentes cuerpos policiales… hacen que de golpe uno se sienta un tanto aliviado en cuanto el bus arranca y se va alejando de Caracas.

Eso sí, la experiencia ha sido enriquecedora y el hecho de ir en manos de los oriundos es un lujo. Los anfitriones han sido maravillosos. Mil gracias Ale y cía. El día estuvo chévere.

 

 


La vuelta: no es oro todo lo que parece


22 de agosto de 2010

Preparando el viaje a España 

A la hora de ir de visita a casa una de las cosas importantes que cuadrar es dónde dejar el barco. Nosotros queríamos dejarlo fuera del agua para dejar que el casco se seque. Miramos las diferentes posibilidades en Curaçao, Cartagena, Panamá o Venezuela y este último es el más barato y donde hay más posibilidad de encontrar recambios. Nos cuesta unos 600€ los dos meses incluidos los movimientos del travel lift.

El varadero de la Marina de Bahía Redonda no permite estadías largas pero Jose finalmente consigue que nos lo dejen sacar. En la caja de seguridad de la oficina del varadero guardamos todos los aparatos desmontables en nuestra ausencia.

 

Renovamos el permiso de estadía, ya que ya han pasado los tres meses desde que llegamos al país. También solicitamos una carta del puerto que corrobora que tenemos el barco aquí para no tener problemas con la entrada a nuestro regreso, ya que viajamos solo con pasaje de ida. Todo listo y pa’ España...

 

 

Octubre de 2010

De Barcelona a la otra Barcelona con algunas trabas

El 26 de octubre regresamos a Venezuela, tras imprevistos de última hora que nos han hecho retrasar un poco nuestra vuelta. El día de vuelo bien ajetreado: primero problemas para embarcar en nuestro avión ya que el vuelo de dos días antes fue cancelado y tienen prioridad los pasajeros que han demorado su viaje; a todos los de nuestro vuelo los envían a un hotel donde habrá que esperar almenos 48 horas pero nosotros junto con unas seis personas más decidimos esperar hasta último momento por si queda alguna plaza; estamos de suerte y conseguimos volar el día establecido pero tras el aterrizaje en Caracas tenemos problemas con el Seniat (equivalente a nuestra Hacienda) porque nos someten a una inspección y no hemos guardado las facturas de las cosas nuevas que llevamos y tenemos que pagar una multa de 60€ (esta permitido entrar al país cosas nuevas de un valor de hasta 1000$ libres de impuestos, lo que nadie nos había dicho es que había que poderlo demostrar con facturas); eso nos atrasa la conexión con el próximo vuelo que encima sale con dos horas de retraso. En fin, que está más que claro que hemos dejado el viejo continente y todo funciona “diferente”.

 

 

Aterrizando en Venezuela

 La vuelta no nos resulta nada fácil. En pocas horas la vida nos cambia radicalmente. Nos costaron los primeros días en España y ahora nos cuesta adaptarnos de nuevo aquí. Sufrimos el jet lag durante los tres primeros días: cansancio, calor, cambio de horario, muchos cambios repentinos...

 

Yo especialmente me siento muy triste los primeros días. Hecho de menos a mi familia, y a los perritos. Pero poco a poco vuelvo a acostumbrarme a esta vida que me gusta y en la que me siento bien.

Pero no todo es tan idílico ni tan paradisíaco en este modo de vida. Estar lejos de tus seres queridos mucho tiempo, todo es más difícil fuera de tu lugar, todo nuevo... Cada lugar es un desafío, se cambia con frecuencia de sitio, hay que enterarse rápido cómo funciona todo, llegar con el barco a un rincón totalmente desconocido, nueva gente, nuevos amigos, muchos problemas que hay que resolver solo, procurar que no se aprovechen de uno, lo absolutamente desconocido, incertidumbres... no es tan fácil como puede parecer desde fuera. No, en absoluto.

Pero está claro que a pesar de que aunque todo no es maravilloso y bucólico hay muchos puntos a favor que nos decantan con seguir el viaje y no volver al punto de partida porque, de hecho, ya no nos sentimos igual y nos cuesta volver a integrarnos en un modos de vida del que sentimos que ya no formamos parte.

 

 

Trabajando en el barco

La vida en el varadero no es vida. Realmente es incomodísima. Nos se puede usar el agua ni el baño y para colmo la nevera no enfría tras casi dos meses parada. Y es que ya tiene sus años y algún problemilla ya tenía que dar.

Nosotros hacemos prácticamente todos los trabajos pero siempre necesitas algún refuerzo de alguna tarea muy especializada o por falta de herramientas. Y ahí viene el desespero. “Aquí se trabaja con calma” decía uno... Y no puedes pedir más. El ritmo de trabajo puede ser desesperante para lo que nosotros estamos acostumbrados y no te queda otra que armarte de paciencia y adaptarte a lo que hay. El grado de profesionalidad aquí es muy bajo y en general no trabajan muy bien, tienes que estar muy encima y vigilando bien de cerca; siempre peleando los precios porque en cuanto hablas con la zeta, en gringo o con acento francófono se creen que los dólares te caen por todas partes y a eso se le añade que cada material que necesitas tienes que descubrir dónde hallarlo tras una múltiple búsqueda.

La mano de obra, al cambio, no resulta cara siempre y cuando logres un precio decente adecuado al país y no trasladado a Europa. Pero los materiales, la mayoría de importación, salen muchas veces más caros, por eso hay que intentar traer todo lo que se pueda de España cada vez que se va.

 

Los amigos, un gran apoyo

El hecho de estar en la misma marina nos permite seguir acudiendo a los eventos sociales y seguimos siendo fieles a las barbacoas, happy hours y otra fiesta extraordinaria como la de Halloween. Muchos barcos ya se han ido y conocemos a nueva gente llegados recientemente –la mayoría franceses o americanos-, especialmente en estos días que está pasando un huracán por latitudes superiores y muchos han venido a refugiarse.

 

Intentamos intercalar el trabajo con un poco de ocio que nos distraiga y nos anime.

Un fin de semana unos argentinos, amigos de Juan, nos invitaron a un asado en la punta de El Morro. Comemos una carne excelente y conocemos una zona residencial de alto nivel con unos apartamentos con vistas increíbles. El “Colo” y María Alejandra nos reciben como si nos conociéramos de siempre y pasamos junto a ellos un día inolvidable. Al día siguiente nos vuelven a invitar a comer a una zona llamada Los Altos de Santa Fe; un paseo en coche por una carretera preciosa siempre al lado del mar llena de vegetación que hay que gozarla y no dejar de mirar por la ventanilla . Los Altos regalan unas vistas increíbles al Parque de Mochima, con una temperatura bien fresca que contrasta con la de Puerto la Cruz que está tan solo a unos quince o veinte kilómetros. Además pudimos degustar auténtica comida criolla.

 

Entre semana arreglamos las comidas del mediodía con un menú en el chiringo de las afueras del puerto donde por unos 7€ comemos los dos un plato de carne, pollo o pescado acompañado con patatas y ensalada. Casi todas las noches tenemos alguna invitación a cenar a un barco. Los dos primeros días Ángel nos espera con la comida en el Bahía. Tras su marcha hacia Curaçao, nuestros amigos Eric, Monika, Margaret y Hans andan siempre pendientes de nosotros y se deshacen en atenciones; hoy, cena de un novedoso couscous en el Aroha; al día siguiente excelente comida indonesia en el precioso Vagabond de la otra entrañable pareja... y así todos los días. Y esto es lo que más vale la pena; estas nuevas amistades con los que tenemos muchas cosas en común, te sientes muy a gusto y te abren tu casa como si fuéramos amigos de siempre. Esto es una de las cosas que más nos llena, el conocer personas tan diversas y de diferente procedencia que se alejan un poco a ese estilo de vida que no nos gusta, donde cuesta compartir, donde muchas veces no es posible encontrar un tiempo para charlar, donde a veces tanto cuesta improvisar unas pizzas o una tortilla como excusa para reencontrarte y compartir...

 

 

Principios de noviembre

Y seguimos trabajando...

Esto se está haciendo muy pesado. La estadía en el varadero se va alargando y nunca ves el día de volver al agua. Todo tiene que quedar muy bien y lleva más trabajo del que habíamos calculado. Hemos quitado la pala del timón y estamos reforzando el skeg, entre otras cosas. Trabajar a más de 30º no es fácil y aquí el sol pega con todo. En seguida hemos recuperado ese tostadito caribeño que se había ido yendo y también vamos poniéndonos en forma y perdiendo esos cuantos gramitos de más que trajimos de regalo de la madre patria.

 

Entre tanto, la vida en la marina sigue dividida entre franceses, que cada vez quedan menos, y los de habla inglesa. Ayer en el happy hour éramos 16, de los cuales todos menos nosotros eran americanos o canadienses; conocemos a gente increíble que lleva 23 años dando la vuelta al mundo y nos explican cantidad de historias que nos encanta escuchar.

 

 

 


Puerto Ordaz


15 de noviembre de 2010

No nos lo pensamos mucho. Nos han invitado a pasear el fin de semana y decidimos hacer un descansito y seguir conociendo Venezuela. Partimos con Juan hacia Anaco, un pueblo petrolero donde no hay mucho que ver, queda a unos 100 Km. de Puerto la Cruz. Allí nos reunimos con el Colo y María Alejandra y proseguimos el viaje hasta Puerto Ordaz, unos 300 Km. más.

 

Puerto Ordaz fue construida en 1952 como sede administrativa dedicada al embarque del mineral del hierro, que junto al aluminio son los productos principales de exportación del país después del petróleo. Dicen que es una de las ciudades más modernas del país. Se respira alta calidad de vida, buenos carros y poder adquisitivo; el pueblo de San Félix, a escasa distancia, muestra otra realidad donde viven los trabajadores y los más humildes.

 

Nos encontramos con unos amigos de los chicos que nos esperan y hacen de anfitriones. Tras comer pescadito rico de río en el Club Náutico nos embarcamos en un catamarán que nos pasea por los ríos Caroní y Orinoco, los más importantes de Venezuela. Es curiosa la unión de sendas aguas ya que por su diferencia de temperatura y densidad no llegan a mezclarse y se dibuja una línea divisoria. Llegamos a la Llovizna, unas exuberantes cascadas. El catamarán no tiene reparos en meterse prácticamente debajo de las aguas que caen torrencialmente y quedamos empapados. La música alta y los tragos libres de cerveza, ron y granadina no faltan en el paseo en bote, tal y como les gusta a los venezolanos. Finalmente varamos en una playita; bañito para el que guste  y a seguir bebiendo.

 

Tras pasar la noche en una posada, iniciamos la  vuelta hacia Puerto la Cruz haciendo parada para comer en Anaco; como manda la tradición argentina: los domingos, pasta.  Proseguimos bien pasados por agua; la lluvia torrencial a ratos nos obliga a parar porque la falta de visibilidad se hace peligrosa. Nos enteramos que ha habido una especie de maremoto donde el agua ha arrasado alguna zona de Lechería, pero en Bahía Redonda no se ha notado apenas ya que queda resguardada por las islas de la Borracha.

 

 


Barcelona coonial


 

28 de noviembre de 2010

Hoy es domingo así que toca descansar. Vamos a conocer la ciudad de Barcelona, que aunque la teníamos muy cerca no habíamos ido aún a pasear por el casco histórico.

Fue fundada por colonizadores catalanes en 1671. Es la ciudad más antigua de la costa oriental venezolana y conserva un bonito centro colonial, muy pintoresco, que contrasta con la parte más nueva que carece de atractivo.

La Casa Fuerte, la Catedral, el Museo de Anzoátegui... visitamos los lugares más emblemáticos y terminamos la tarde en el centro comercial de Plaza Mayor, comiendo una pizza y viendo escaparates.

 

 

Últimos tiempos por el país bolivariano

 

4 de diciembre de 2010

 


Trabajos en el barco 


 Venezuela es un buen lugar para aprovechar y hacer algunos trabajitos en el bote. Hemos hecho un refuerzo al arco de radar e instalamos una grúa para el motor fueraborda en el lateral para facilitar los sube y baja, que son constantes. También se puede aprovechar para actualizar o mejorar la toldería o fundas interiores (ver apartado Brico Cap’s). El Chino, en el inox. y Canvas Leonards en las telas son de lo mejor que se puede encontrar y ambos son serios y trabajan requetebién.

 

El Cap’s está listo para partir, más bonito y limpio que nunca; de veras que luce precioso. Hemos limpiado a fondo hasta el último recoveco y qué gusto da verlo.

 

Las listas de estiba resultan imprescindibles para tenerlo todo siempre rápidamente localizable y ya tocaba rehacerlas dado que siempre se añaden/quitan/cambian cosas; listas por gráficos y listas por orden alfabético, una tarea que requiere mucha paciencia y te toma tu tiempo, además de anotar hay que ir comprobando la estiba de hasta el último tornillo.

 

Lo bueno de la pareja es que cada uno esté especializado en una serie de cosas con tal de repartir el trabajo aprovechando las habilidades de cada uno y así lo hemos hecho siempre.

 

Para aquellos que nos leen y tienen viaje a la vista, es importante saber que todo lo relacionado con Yamaha se encuentra mucho más barato en Venezuela, dado que está libre de impuestos para ayudar a los pescadores y demás. Un motor fueraborda cuesta 300€ menos que en Sant Martín (pena no haberlo sabido antes L) y aprovechamos para comprar repuestos como hélice, manguera de gasolina y bujías, que consideramos es importante llevar por el protagonismo que tiene el dinghy.

 

Hasta siempre, compañeros

El trabajo poco tiempo nos deja, pero siempre el mínimo para mantener nuestros meetings. Ahora nos toca cocinar a nosotros porque estando en varadero siempre éramos los invitados.

 

Nuestros recuerdos...

 

A Hans y Margaret, esa pareja entrañable de holandeses, los echaremos de menos ya que habíamos estrechado lazos y pasábamos muchos ratos juntos en un barco u otro. Margaret es una persona realmente especial y a pesar de tener 69 años es mucho más moderna y avanzada que muchos a los que les dobla la edad y es que hace muchos años que dejaron la tierra de los tulipanes y han vivido mucho y en diferentes partes del mundo.

 

Los chicos del varadero: Morocho, Luis, el Chino, Darwin, Miguel, Luis el carpintero... qué risas que nos hemos echado juntos... siempre atentos a echar una mano... Encantadores. Ricardo, de la Chunga, con quien compartimos muchos ratos de charloteo estando varados. Y Ángel, el gerente, que se portó muy bien con nosotros.

 

William, el venezolano errante, que se ha desvivido en atenciones acompañando todos los días a Jose con el coche recorriendo todo Puerto la Cruz intentando encontrar lo que nos hacía falta. Y qué decir de esos ricos lomitos que nos preparó en esa parrilla americana portátil... Su amigo Luis y familia siempre atento para que no nos fuéramos del país sin conocer todas las delicias venezolanas.

 

José y Maria, de Transpacific; Hernán y Francine, dos franceses bien simpáticos; Diane y Harold; Debby y Larry; Juancito Scotti... Esperamos encontraros de nuevo en algún punto del planeta y es que el mundo es un pañuelo...

 

Pues nos vamos y esperamos volver a este país que nos gusta y nos ha quedado tanto que ver.

   

La seguridad/inseguridad


Estamos muy contentos de haber venido, fue una decisión más que acertada. Muchos barcos no se atreven a recalar pero tomando unas precauciones es posible. Nos habían advertido que no fuéramos a la zona de Margarita ni Testigos y así lo hicimos. Todos los casos que conocemos de robos y atracos han sido por esa zona. El otro día llegaron unos americanos donde en los Testigos les desvalijaron toda la electrónica. Aún así conocemos a varios barcos que siguen yendo por esa área pero lo hacen en conserva, sobretodo los franceses que se juntan al menos cuatro o cinco barcos. Por la zona de Puerto la Cruz hacia el oeste: Tortuga, Roques... no hemos oído ningún caso de vandalismo. Hay que animarse, es un país que vale la pena, de verdad...