22 de Marzo de 2012
Novecientas millas distan desde Las Perlas hasta el archipiélago de Galápagos. Tras el capi estudiar detenidamente la meteo para determinar la ruta que debemos hacer en función de los vientos trazamos el primer waypoint al sur de la isla colombiana de Malpelo. Si fueramos a rumbo directo nos quedaríamos sin viento. Esta travesía en los meses óptimos para hacerla: febrero- marzo-abril-mayo está en un área de muy poco viento y es muy probable entrar en zonas de encalmadas por lo que hay que llevar el máximo de gasoil. Para no quedarnos sin viento proseguimos una vez dejada Malpelo en la misma dirección sin poner aún la proa a las islas. Finalmente resultaron 1000 millas recorridas.
Salimos navegando en conserva con los amigos españoles-suizos del Jomay. A Jose y Mayte los conocimos hace dos años en una de las islas del este caribeño y nos hemos mantenido en contacto hasta ahora. Resulta cómodo navegar con ellos dado que los dos barcos tienen una velocidad muy semejante y pocas veces nos tenemos que esperar uno a otro. Su barco: menudo barco, un Ovni de aluminio de 45 pies. Navegamos junto a ellos hasta las últimas 150 millas momento en el cual nos empezamos a distanciar. Ellos tuvieron que aligerar la marcha y nosotros ralentizarla para llegar de día a la isla a la que nos dirigíamos. Eligieron Santa Cruz como puerto de arribada ya que tenían que recoger a un amigo y nosotros San Cristóbal. La travesía conjunta se hace muy amena y periódicamente nos vamos comunicando por radio y comentando la meteo, la pesca y dándonos siempre las buenas noches y los buenos días. Es una pareja entrañable y los echamos de menos en cuanto nos separamos.
Contactamos algunos días con Alejandro desde la Rueda de los Argentinos, siempre ahí, ayudando a los navegantes. Nos facilitaba la meteo y nos aconsejaba para donde tirar. Cuando no lo pudimos copiar a él siempre hay algún otro barco que hace de puente. Junto con los gribs que nosotros bajábamos a través del pactor teníamos una información meteorológica amplia. Esta vez también instalamos el iridium para que funcione como un módem en caso de que el pactor no pueda conectarse llevar un medio alternativo (con las instrucciones de Carmelo desde Jaén vía skype. Sin él no lo hubiéramos conseguidos. Gracias como siempre)
Durante la travesía nos topamos con otro barco – el Rapsodhie- al que nuestros amigos vieron dando vueltas sobre sí mismos durante mucho tiempo y nos resultó preocupante. Pensamos que podía pasar algo y nos dispusimos a acercarnos cuando finalmente respondieron a nuestra llamada de radio y nos informaron de que todo estaba bien a bordo y que estaban haciendo un simulacro de hombre al agua. Está muy bien la práctica, pero tiene huevos elegir el medio del océano. Aunque seguramente que ellos tampoco contaban con que justamente iban a pasar dos barcos cerca en aquel instante.
También navegamos no lejos de otro barco suizo llamado Reina Margarita con el cual intercambiamos un saludo en las islas panameñas y pudimos oír por radio un par de veces en la travesía.
Además de los barcos colegas no encontramos mucho tráfico en el viaje. El primer día al estar en la Bahía de Panamá o cerca cruzamos varios mercantes pero con suficiente distancia. En el resto de travesía nada de nada salvo un par de días antes de la llegada que pasamos bastante cerca de un pesquero.
Los vientos fueron bastante más generosos de lo que esperábamos, lo cual nos permitió recorrer las mil millas prácticamente a vela gastando solo 60 litros de gasoil. Vientos generosos, pero moderados. Gennaker, orejas de burro, génova atangonada a una banda, génova recogida para aminorar la marcha, cambia el viento de lado y trasluchamos, alguna ceñidita... Algunos cambios pero no demasiados para ocho días de navegación. Lo peor –porque es lo que menos me gusta a mí y más nerviosa me pone- fueron los chubascos. Cuando empezamos a estar cerca del Ecuador, al tercer o cuarto día, todas las tardes a partir de las 5 hasta las 7 de la noche, el cielo empieza a dibujarse con multitud de nubes variopintas con un aspecto que uno enseguida empieza a reconocer como portadoras de chubascos: suelen traer agua y rachas de viento de hasta 28 nudos es lo que llegamos a ver. Se ven en el radar perfectamente.
Podemos presumir de haber tenido una meteo fabulosa en una franja conocida por sus constantes calmas. Unos suaves aliseos no quisieron abandonarnos y nos acompañaron prácticamente toda la travesía haciendo una navegación super tranquila, en un mar que ha hecho honor a su nombre. La corriente Ecuatorial nos empujó en la bahía de Panamá y algo más adelante como a la arribada a las islas sumando cómo mínimo un nudo. La mayor parte tuvimos vientos por la aleta, popa redonda o a lo sumo de través cuando son habituales vientos contrarios del sur o suroeste bajo la influencia directa de la Zona de Convergencia Intertropical (ITCZ).
El mítico cruce del paralelo cero o más conocido como Ecuador lo festejamos como requiere la ocasión: comida especial al mediodía y descorchar un cava en el momento en el que el GPS marca la latitud 0º 0’ 0”.
La pesca nos fue increíblemente bien. Cada mañana poníamos las dos cañas y casi a diario alguno picó entre las 6 y las 8 horas. Empezamos por un atún de 1 kilo, pasamos a otro de 3 y de ahí fuimos en aumento: vinieron casi todos de unos 4 ó 5 kilos y el último día se quiso despedir con un dorado hermoso de 12 kilos. Total que unas 8 ó 9 presas más tres que se nos escaparon. Ceviche, carpacio, marmitako, a la plancha... Jose estaba entusiasmado en conseguir conservar el pescado y aplicamos nuevas técnicas que otros navegantes nos habían enseñado. Hicimos mojama: pusimos los lomos en sal, 24 horas, después se ponen a secar al aire libre durante tres o cuatro días, entrándolos de noche para que no tengan demasiada humedad y listo... Tenemos ahora un embutido colgado en el interior con el que siempre nos topamos pero que Jose ha mimado tanto que ha resultado bueno. Otra técnica que empleamos es poner en sal los lomos por varios días en un tapper ware. Sin necesidad de estar en la nevera pueden durar varios meses. Ya contaremos resultados. Total, que nosotros contentos con nuestra pesca pero lo más divertido es que cuando llegamos a tierra y hemos ido hablando con diferentes barcos todos coinciden con que la pesca ha sido prácticamente nula y quedan admirados al conocer nuestras numerosas capturas. No nos queda otro remedio que reconocer modestamente que somos unos grandes pescadores :))))))
Repartimos las tareas de abordo entre los tres. Aunque seguramente un poco mal repartidas pero así quedamos en una primera estancia. Jose suele ocuparse de la cocina cuando navegamos y esta vez se lo combina con Toni. Toni hacía desayunos y comidas y Jose solía preparar las cenas. Yo además de practicar el “silling” o “sofing” -como hemos bautizado a este deporte tan activo que es postrar el trasero en las cómodas sillitas del Cap’s sin apenas moverme- poco más hacía. Suelo marearme o entrarme dolor de cabeza si bajo mucho abajo, así que arreglamos que yo los atendería estando fondeados y ellos lo harían en navegación.
Las guardias las organizamos cada dos horas, lo cual te permite dormir cuatro horas seguidas. Bastante cómodas. Iniciábamos a las 10h e íbamos rotando hasta las 8h. La mejor: el día que te tocaba el tercer turno, ya que era solo una guardia en toda la noche.
Averías importantes, ninguna. Pero pequeñas cositas para mirar en tierra, algunas. La watermaker se ha convertido en la waterparty del Cap’s, neologismo que emplean en Mallorca que proviene de una traducción literal de agua-fiestas. Jose ha pasado infinidad de horas tratando de hacerla funcionar y no da con la solución.. Los amigos del Jomay nos obsequiaron con bastante agua potable antes de partir y no hemos tenido que usar el agua de la reserva. El AIS está dando problemillas, funciona bien la recepción pero no termina de emitir salvo en algunos instantes precisos en que el Jomay nos decía que nos veía en su pantalla sin durar mucho la alegría. La VHF funciona cuando la distancia no es demasiado grande pero en largos alcances no recibimos ni emitimos. La bomba del grifo de agua salada murió y teníamos que fregar los platos en la cubierta a base de cubos. La correa del alternador hubo que cambiarla. A ver si tenemos suerte y podemos arreglarlo todo una vez en tierra.
La incorporación de Toni a la tripulación ha ido muy bien. Es fácil convivir con él, un perfecto marinero, cocinero... Los primeros días quizás costaron un poco más
acostumbrarnos a su presencia en este minúsculo espacio e imaginamos que a él también le costaría acostumbrarse a nosotros y el Cap's; pero todo superbien y estamos contentos del fichaje
randí.
Con estas navegaciones, navegar puede ser un placer. Los chicos seguramente hubieran querido un poco más de viento. Para mí, perfecto. Podríamos haberlo conseguido en siete días pero hubiéramos tenido que usar motor a tope durante el último día y preferimos navegar sin prisas ni estrés a vela. Así que fueron ocho los días que nos llevó cruzar de Panamá a las Islas Galápagos a estos dos hombre de la mar –que disfrutan como enanos en este medio salado- y una servidora que hace lo que puede pero que aquí está.
Hay dos modalidades para poder visitar las islas:
A) Tramitando mediante un agente un permiso una vez arribo a las islas que permite una estancia de 20 días eligiendo como puerto de llegada o bien Baquerizo Moreno (San Cristóbal) o Puerto Ayora (Santa Cruz) . Queda totalmente prohibido navegar con el barco a otras islas.
Tarifa: 100$ el agente + 125$ capitanía +100$/pers. entrada parque nacional + 10$/pers. inmigración + 15$/pers. inspección + 10$ gastos fotocopias + 15$ zarpe = Total para dos personas 500$
B) Tramitando el documento llamado autógrafo al menos un mes antes de la arribada a través de uno de los cuatro o cinco agentes existentes. Nosotros leímos que Bolívar Pesantes era el más recomendado y nos pusimos en contacto con él vía mail naugala@hotmail.com. Nos pidió que le mandaramos escanéados los pasaportes y papeles del barco junto con algunos datos y fecha aproximada de llegada y nos tramitó el autógrafo rápidamente. Este permiso autoriza a navegar a las tres islas principales habitadas: San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela durante el periodo de ocho semanas. Aunque solo las dos primeras son puertos oficiales de entrada.
Tarifa: 400$ agente + 125$ capitanía + 100$/pers entrada parque nacional + 10$/pers. inmigración + = Total para dos persona 825$ + zarpes y arribos a las islas que ya detallaremos en cada apartado.
¿Autógrafo sí o no? Obviamente es una decisión particular a tomar. Nosotros tuvimos claro desde el principio que lo tramitaríamos. Es mucho dinero pero a las Galápagos solo vamos a ir una vez en la vida y estar solo en una isla nos parecía muy limitado. Todo el mundo dice que la más bonita es Isabela y no nos la queríamos perder. La diferencia del permiso de 20 días al autógrafo son 300$ y si haces alguna excursión para visitar una de las islas son 150$ al día por persona por estar unas pocas horas, así que enseguida cubres esa diferencia o la superas.
A la hora acordada viene al barco Bolívar Pesantes con las autoridades CGS y el oficial de capitanía. Entregamos el certificado de fumigación que se requiere (lo hicimos en Panamá por 50$. Pagamos por el documento pero nunca fue fumigado) junto el certificado de cuarentena que nos hicieron las autoridades panameñas (15$). Un inspector entra al barco y mira por encima, muy correcto. Nos entregan el autógrafo y nos vamos a la oficina de inmigración con el agente y otros navegantes que han llegado el mismo día para que nos sellen los pasaportes.
Esto es Ecuador, Latinoamérica, y la corrupción es palpable en el aire. Nos indigna tener que pagar casi 1000$ por el derecho de poder navegar por solo tres islas cuando hace solo dos años costaba una tercera parte. El agente por hacer prácticamente casi nada cobra 400$. Muchos veleros están dejando de parar por el elevado coste. Hablamos con los habitantes y nos cuentan que la educación es mala al igual que la sanidad. No hay traumatólogo en la isla y según qué mal tengan deben tomar calmantes esperando el avión del día siguiente para ser atendidos en el continente. No digamos si hay una urgencia... Una vergüenza. En fin...
Las Galápagos fueron descubiertas en 1535 pero se hicieron famosas por su visitante más conocido, Charles Darwin, que visitó el archipiélago en 1835 durante cinco semanas y empezó a desarrollar su Teoría de las evolución. Las islas son un parque nacional declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Cuatro de las islas están habitadas: San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela y Floreana . El resto de pequeñas islas reciben visitantes a diario con las excursiones: Española, Pinzón, Fernandina, Santa Fe, Santiago, Marchena, Genovesa, Darwin y alguna otra diminuta.
El mejor tiempo para venir a Galápagos es de diciembre a mayo, después hay fuertes vientos y la temperatura desciende hasta los 14º.
Isla San Cristóbal – Puerto Baquerizo Moreno
8 de abril de 2012
Bien temprano a la mañana nos adentramos en el único fondeadero de la isla más al este de Galápagos: San Cristóbal, también llamada Puerto Baquerizo Moreno. Unas boyas indican que hay que dejarlas a estribor, sin acercarse demasiado a los bajos que tenemos por babor. Dicen que se puede entrar de noche ya que las boyas están iluminadas pero preferimos asegurar la jugada. En la aproximación a la bahía divisamos el curioso peñón Five Fingers o que popularmente llaman “El cagado” porque está cubierto de los excrementos que depositan las aves.
Izamos la bandera de cortesía junto a la amarilla que significa buque sano. La bandera ecuatoriana es idéntica a la colombiana, con un escudo en el centro, pero ausente en la marítima, así que aprovechamos la bandera del país que ya visitamos.
No pocos barcos hay fondeados: la mayoría veleros y algunas grandes motoras. Enseguida un simpático water taxi se acerca para guiarnos dónde queda un buen hueco para que tiremos el hierro. 11 metros de profundidad marca la sonda con la marea alta con una diferencia de dos metros y medio en bajamar.
Para ir a tierra hay servicio de water taxi por 1$ por persona el trayecto. Es recomendable no bajar el dinghy ya que la bahía está llena de lobos marinos que se suben a ellos, así como a los barcos. Construimos una barrera en la plataforma de popa con los depósitos de agua para evitar que estos animalillos bastante malolientes y que emiten un ruido un tanto desagradable se adueñen de nuestro barquito. Basta una llamadita por el canal 14 de la VHF y te recogen en un santiamén. Son varios los watertaxistas que poco a poco vamos conociendo. JB es el más temido ya que muchas veces te golpea el barco. Por qué lo llamarán JB???? Los taxistas te ofrecen venderte el diesel. Para los locales está subvencionado y cuesta 1$ el galón pero para los veleros sale de 4 a 5$. El 72 es el canal de comunicación entre veleros.
El pueblo en sí no tiene un atractivo en especial. Es muy tranquilo. Muchos ecuatorianos desean venir a una de las islas por la seguridad de la que carecen en el resto del país, pero las leyes para venir son muy estrictas y es prácticamente como si fuera otro estado. Pueden sacar una visa de tres meses como turistas para visitar el archipiélago pero una vez pasado este periodo los botan. La buscada tranquilidad contrarresta con la carencia de servicios y el aislamiento de las islas. Los precios doblan los precios del resto de Ecuador pero los salarios son también el doble. El salario mínimo profesional es de 400$ en el continente y aquí 800$. La moneda oficial es el dólar, el sucre hace ya unos cuantos años que dejó de correr.
Para hacer compras en el extranjero (no nos quedó más remedio que ordenar una pequeña pieza a EUA para la watermaker) hay que pagar un 40% del valor del producto a aduana.
Los precios de la comida son un poco más caros que en Panamá pero aceptables para abastecerse con pequeñas cosas que se puedan ir necesitando. No hay grandes supermercados y lo mejor es hacer la gran compra en el país del canal. El alcohol sí incrementa bastante: botella ron nacional 9$, ron extranjero de 15$ en adelante, cartón vino Clos 7$, lata cerveza 1,10$, barra pan 1$ y panecillos 0’20$, docena huevos 2’25$, 1 galón de agua 2’5$, botella de Coca-Cola 3 litros 3$, libra de papas o cebolla 0’60$, tomate 1$/libra...
Para comer a fuera se encuentran restaurantes locales donde el almuerzo a base de una sopita y un segundo plato con carne, arroz, ensalada y papitas junto con un jugo sale por 4$. La cerveza que suele ser de 600 ml está entre 2’5$ y 3’5$ según te sientes en el paseo marítimo o en un bar más común; la botellita de Coca-Cola 1’25$, una ración de papas fritas 2$. Ceviche, pescado, camarones o langostinos, sopas... son los platos de la isla. El mejor restaurant de la isla –donde come el presidente cuando viene- es La playa, muy agradable y con unas excelentes vistas, a base de pescadito frito a unos 15$ el plato.
Hay múltiples centros de internet pero es lento en todos. La tarifa es 1’50$ por hora. Hay wifi en la bahía que se puede agarrar desde el barco a ciertas horas muy concretas pero la señal es muy pobre y hay que armarse de paciencia.
Hay diversas lavanderías que cobran 1’50$ por kilo de ropa.
Lo mejor de la isla es poder contemplar la diversidad de animalitos que están por todas partes. El malecón se llena de lobos marinos: en mitad de la acera, en los bancos, escaleras y muchas veces posan en cuanto ven una cámara de fotos. Que a nadie se le ocurra querer tocarlos, está prohibido además de que te pueden morder.
Hay varias excursiones que se pueden hacer por cuenta propia con caminatas de una hora o si se prefiere el taxi cobra 2$. Una de ellas es Playa La Lobería a 60 minutos de distancia donde se ven lobos, iguanas marinas y tortugas y rayas en el agua; una playa rocosa donde las olas son atracción de los surfistas.
En lado opuesto está Punta Tijeretas desde donde se puede divisar el personal peñón del León Dormido, unas bonitas vistas del vasto océano, hacer snorkel en una calita, visitar el Centro de interpretación para conocer la historia de las Galápagos, ir a Punta Carola que tiene unos hermosos atardeceres y unas olas que llaman a los surfistas.
Ya en taxi hay que recorrer otros puntos de la isla. Todos son pick-ups con doble cabina y cobran 10$ la hora. Nos juntamos con los amigos del Reina Margarita que partieron hace diez años de Suiza con su hijo Luic de 14 años. Un paseo de 6 horas termina saliendo 10$ por persona.
Primero visitamos La Galapera Cerro Colorado donde podemos ver las primeras tortugas gigantes. Son preciosas!!!! En la isla hay unas 2200 tortugas en la actualidad y en este centro se encargan de asegurar su supervivencia y reproducción. La mayoría tienen unos 70 años de edad y la mayor 90. Pesan 70 kg. Las más grandes pero en la isla Isabela las hay de más antigüedad y tamaño. Su promedio de vida es de 150 a 180 años y pueden llegar a pesar hasta 200 Kg.
En las incubadoras tienen los huevos durante 3 meses, mientras que naturalmente llevaría 6 meses el proceso de ovación. Pueden manipular si quieren obtener hembras o machos variando la temperatura: los machos necesitan 27-28º y las hembras 29º. Las galápagos ponen de siete a nueve huevos anuales.
También visitamos la Playa Chino donde llegamos a ver tres piqueros patas azules; una aves muy llamativas por ser todas blancas y negras con las patas de un azul muy intenso.
Subimos a la caldera del volcán a 600 m sobre el nivel del mar que guarda la laguna El Junco y por último visitamos el árbol más antiguo del mundo en su especie: El Ceibo, con trescientos años a sus espaldas, donde han construido una casita en miniatura en sus alturas instaurándose como foque turístico.
No hay mucho ambiente náutico por aquí y no conocemos a muchos barcos. Nos relacionamos con el Reina Margarita y con el Bamboleiro, con quienes compartimos algunas excursiones, comidita en el pueblo y alguna cena abordo. Una amiga local, Jacqueline, pasa a formar parte de nuestro día a día en la isla. La jefa de policía se ha unido a nosotros y compartimos muchos ratitos con ella y su peque de dos años y medio, Héctor.
Lo peor de nuestra estancia en la isla es que hemos coincidido con el periodo del año, que es para Semana Santa, donde se produce un fenómeno que llaman el aguaje. La subida de marea que coincide con la luna llena alborota el mar de tal manera que el fondeadero se convierte en un lugar muy incómodo para hacer vida a bordo. Por suerte lo peor solo dura un día y después se empieza a tranquilizar poco a poco.
San Cristóbal II parte. Las segundas partes nunca fueron buenas
Martes 13 de abril de 2012
Tras diez días en la isla nos disponemos a cambiar a la vecina Santa Cruz. Día previo: checking del barco. Cuando se comprueban los niveles de aceite el capi se percata inmediatamente de que ha entrado agua salada en el aceite. Malas noticias. Avería al canto. Todo apunta a que va a ser el enfriador. Llamamos a los mecánicos de España para que nos puedan orientar: a Floren, el nuestro y Toni, al suyo. Desmontamos la pieza para llevarla al pueblo. Bolívar, nuestro agente, nos lleva primero al mecánico Miguel Viñán y este nos envía a Wellinton Brand para hacer la prueba de meter aire a presión para comprobar dónde está la fuga. Ambos muy amables hacen lo posible para ayudarnos, no se visualiza ninguna fuga, pero los medios que hay en esta isla son muy escasos y la prueba no nos resulta del todo fiable.
Los chicos tras las indicaciones que les van haciendo desde España proceden a hacer todos los pasos para ir descartando focos de avería. Tras funcionar el motor desconectando la entrada de agua salada al enfriador vuelve a haber agua en el aceite, eso apunta a que la avería no está en el enfriador. Tras comentar en la Rueda de los Argentinos nuestro problema, Andrés nos sugiere que podría venir de una entrada de agua salada por el tubo de escape. Se abre un nuevo frente. Todo parece que va a venir de ahí la cuestión, lo que es un alivio, porque la avería no sería tan grave como pudimos llegar a pensar si hubieran sido el enfriador o la junta de culata; pedir los repuestos a España hubiera salido caro y hubiese demorado mucho tiempo.
El mecánico de Toni nos dice que podemos funcionar tranquilamente así con el motor, tomando la precaución de cerrar la llave de entrada de agua salada cuando no esté
en marcha. Seis cambios de aceite para dejar el circuito bien limpio y partiremos a Santa Cruz donde prometen haber un buen mecánico y más medios para subsanar la avería.
Mientras tanto nuestra vida en San Cristóbal sigue su marcha. El pueblo no da demasiado de sí. Hemos hecho ya todas las excursiones interesantes y
estamos medio aburridos pero no queda otra que cambiar el chip sabiendo que vamos a tener que estar unos días más. Nuestra amiga Jacqueline con su nenito Héctor ha pasado a formar parte de la
tripu del Cap’s en tierra y compartimos los días con ellos: comiditas en el barco que alternamos con los menús en el pueblo; la teniente nos vuelve a dar otro paseo por la isla con una furgoneta
familiar. Total que la vamos a extrañar en cuanto salgamos ya que su compañía se convirtió en una parte importante que no podemos desvincular de nuestra estancia en
Galápagos.
Descubrimos el mejor lugar de internet en la isla, una heladería en primera línea llamada Zayapa Ice Cream donde tienen wifi bueno donde vamos con nuestros
juguetitos de Apple a llamar por skype y chequear los correos. Necesitamos estar más conectados que nunca a causa de la avería para seguir recomendaciones. Pequeño detalle: la heladería no tiene
helados, se le terminaron hace días y no terminan de llegar del continente.
Y por fin, tras dos semanas en la isla, partimos. Nos despedimos de los amigos del Bamboleiro que ya salen en unos días hacia Marquesas y con otros
barcos que también tienen el autógrafo nos volveremos a encontrar en la próxima isla. Jacqueline marcha el mismo día para el continente. Promete venir a vernos a Santa Cruz o
Isabela.
18 de abril de 2012
Zarpamos a las 12.05h de la madrugada del sábado; hubiéramos querido salir el día anterior pero era viernes 13 y hay una extendida superstición entre los navegantes
de no salir nunca un viernes y menos si es 13. Los chicos dicen que son tonterías, pero yo – aunque no soy supersticiosa- me niego a salir ese día, por si acaso.
Hacemos las 45 millas de recorrido a motor a 1000 vueltas porque no queremos forzar e ir viendo cómo reacciona el motor. Poco viento hay o nada y nos lleva 11 horas
el periplo. Ya de día dejamos la isla de Santa Fe a nuestro babor donde una manada de lobos marinos nos vienen a dar la bienvenida, como si delfines fueran.
Entramos en Puerto Ayora y echamos el hierro pensando que nos hemos quedado bien fondeados. Habíamos leído que hay que fondear con un ancla por popa
pero vemos que los veleros están con una sola ancla y tan solo los barcos comerciales que se encuentran agrupados en una banda lo han hecho con las dos. Este anclaje es el más incómodo que
hemos tenido hasta ahora. No está bien protegido y entra mucho mar, es realmente insoportable. Ponemos el Anchor Boddy para amortiguar los tirones. Pero la primera noche Toni, que duerme en la
proa, dice haber escuchado un ruido extraño y ya de día comprobamos que el peso no está, el cabo se ha roto y lo hemos perdido. Jose baja primero a pulmón y después con la botella pero no
consigue verlo. Estamos a una media de cinco metros de profundidad que varía un metro con la diferencia de marea pero de tanto movimiento hay mucha arena en suspensión y no consigue ver nada,
solo una gran masa de hierro en el fondo que ha dejado la cadena enganchada. Los amigos de Jomay estaban en Santa Cruz en cuanto llegamos y al día siguiente marchaban temprano
pero vimos que habían regresado al cabo de poco tiempo. Solo zarpar vieron que el piloto automático no funcionaba y volvieron a repararlo. Mal de unos, fortuna de otros, sabiendo el problema que
teníamos con el anchor boddy y la cadena se ofrecieron a ayudarnos. Cosic, un amigo que viaja con ellos, acostumbrado a bucear con muy poca visibilidad en lagos, cree poder encontrarlo y acude
con los dos Joses a iniciar la búsqueda. Mi compi advierte que le queda poco aire en la botella y al cabo de un rato Jose Jomay empieza a preguntar si no vemos las burbujas de Jose. Empiezo a
ponerme nerviosa porque sabemos que le queda poco aire. Jose Jomay se sumerge a buscarlo y de repente vemos desde la cubierta del barco como empuja a Jose hacia arriba ayudándolo a salir. Jose
parece no hacer ningún movimiento y su cabeza está caída. Jose Jomay empieza a a gritar que le pasemos rápidamente un cabo mientras empuja a Jose hacia la superficie. Tanto Toni como yo pensamos
lo mismo. Me cago en Dèu!!!!- Grita Toni- Me cago en la puta!!!!- Grito yo. Corriendo intentamos desadujar un cabo que nos pone resistencia pero enseguida vemos aflorar la cabeza de Jose y el
anchor boddy en sus manos. ¡Qué susto nos hemos dado! Como llevaba los 17 kilos de peso de la pieza de hierro le costaba subir y el otro Jose lo ayudó pero desde arriba todo indicaba que tenía
problemas, se había quedado sin aire y lo estaba asistiendo. Realmente fue un momento horrible que solo quedó en una anécdota. Tras recuperar el Anchor boddy Cosic nos dice que la cadena está muy
pillada y debemos mover el barco hacia delante para que pierda tensión y él la irá soltando y liberando el ancla que también quedó trabada. Con la ayuda de nuestros amigos conseguimos liberar el
barco y cambiamos el lugar de fondeo. A la noche homenajeamos a nuestros amigos que tanto nos han ayudado con una rica cena de los productos de nuestra tierra que trajo Toni en su maleta: jamón,
chorizo, queso, sobrasada...
En el fondeo hay varias boyas amarillas que están colocando pero que todavía no están chequeadas. En cuanto estén listas ya no se podrá fondear y los barcos solo
podrán agarrarse a una boya, lo que por un lado está muy bien por este mal fondo lleno de rocas y otros elementos extraños; pero por otro lado limitará el anclaje y cuando las boyas estén llenas
qué harán los barcos que lleguen.
Aunque la capital de Galápagos es San Cristóbal, a efectos prácticos y de servicios Santa Cruz parece serlo. Es la
isla más poblada con 12.000 habitantes, respecto a los 7.000 con los que cuenta San Cristóbal. La ciudad de Puerto Ayora está mucho más preparada al
turismo.
Desembarcamos en un importante muelle de pasajeros donde los taxis acuáticos hacen de unión del mar con la tierra. Los taxis mucho mejor organizados hacen fila y van
saliendo ordenadamente en cuanto hay una llamada por el canal 14 o alguien espera en el muelle. Aquí cobran solo 0’60$ por trayecto y 1$ en horario nocturno; funcionan las 24 horas.
El pueblo tiene una larga avenida paralela al mar -llamada Charles Darwin- llena de tiendas de souvenirs, bares, restaurantes y lujosas
galerías. Desde luego que es mejor punto de enlace para el turista para hacer excursiones a las diferentes islas, pero es mucho más impersonal y echamos de menos los lobitos que en San
Cristóbal estaban por todas partes y aquí apenas se ven.
Preguntamos para poder hacer una excursión a la mítica Floreana. A mí me hacía particular ilusión por un libro que leí hace unos años y poder
conocer la Post Office, un sistema de correos que funciona desde hace 300 años cuando empezaron a utilizarlo los antiguos balleneros: un buzón donde se depositan las cartas sin
sello alguno y dicen que siempre llegan a su destino. Pero la excursión a Floreana no incluye la visita al Post Office, así que descartamos visitar esta isla que solo
cuenta con 125 habitantes. Otra de las salidas más solicitadas de Galápagos es a la isla de San Bartolomé donde se puede ver una de las imágenes más
vendidas del archipiélago pero sale 130$ por persona medio día. Demasiado dinero. Descartada también.
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En Puerto Ayora hay dos tiendas de náutica: Bodega Blanca y Electronáutica que están bastante equipadas. Hallamos la bomba para nuestro grifo de agua salada que
estaba averiada pero no conseguimos una nueva antena para la VHF. También hay algunas ferreterías y en Mecánicas Gallardo se encuentran varios repuestos.
Llamamos a mecánicas Gallardo para ver si nos puede dar alguna solución para poner algún tipo de sifón en el tubo de escape. Viene el mecánico abordo y nos sugiere
desmontar medio motor y chequear varias cosas para encontrar la avería. La avería ya sabemos dónde está. Solo queremos una solución para evitar tener que estar cerrando el grifo de agua salada
cada vez que paramos el motor. Parece no tener idea de cómo hacerlo así que de momento la cosa se queda así hasta que encontremos otro lugar donde nos lo sepan subsanar.
El pueblo tiene dos grandes supermercados, uno de ellos al lado del muelle, donde hay bastante variedad y los precios son semejantes a los de San
Cristóbal a pesar de que nos habían dicho que todo era más caro.
Se puede comprar agua potable en botellones de 5galones por 2$ más 6$ del envase rellenable. Para cargar agua a los depósitos hay que ir con un taxi al muelle
pesquero o bien hay una lancha que con una bomba te los rellena directamente pero ahora se hace muy difícil con el movimiento que hay en el fondeadero.
Solo llegar hicimos el arribo a la isla y para partir, el zarpe, necesarios cada vez que hay un movimiento de isla. Cada trámite sale 5$. Irene es el contacto de
Bolívar Pesantes en Santa Cruz y ella se encarga del papeleo. Para cargar diesel Irene tiene que pedir un permiso para turistas que nos sellarán en la gasolinera y tendremos que
devolverle para capitanía detallando los galones exactos que vamos a comprar y pagamos a un precio de 5’37$. Nos precipitamos a hacerlo legalmente cuando podríamos haber pagado un poco menos
arreglando con alguno de los taxis acuáticos que te lo traen al barco.
Al igual que hicimos en San Cristóbal tomamos un taxi junto con los amigos del Reine Marguerite para recorrer la isla con una tarifa semejante a la
que ya habíamos pagado. Nos termina saliendo a 10$ por persona la excursión de todo el día. Vamos a El Chato donde las tortugas gigantes circulan libremente y el taxista ya
entrenado las encuentra fácilmente entre la maleza y nos va señalando su presencia; suelen estar en el barro asemejándose a rocas por lo estáticas que están. (3$ entrada, incluye botas de
agua) De ahí visitamos los Túneles de lava. Y a una distancia de 30 minutos llegamos a Cerro Mesa (también hay que pagar 3$ por la entrada) donde vemos
alguna tortuga más; recogemos algunos limones, taronjas (así llaman a los pomelos) y guayabas para nuestra despensa. Subimos al cráter y desde el mirador podemos ver la vasta naturaleza de la
isla (el 97% de todo Galápagos es Parque Natural y solo el 3% es área poblada). Divisamos las islas cercanas aunque la visibilidad en ese día no es la mejor. Muy cerca se
encuentra la isla de Baltra donde está el aeropuerto principal. Tanto aquí como a San Cristóbal llegan aviones de Quito y Guayaquil. Los
billetes no son baratos 380$ y 420$ respectivamente, lógicamente los residentes pagan la mitad pero aún así sigue siendo caro para ellos que se quejan porque no hace mucho el presidente subió
todas las tarifas aéreas del país argumentando que solo los “pelones” (los que tienen plata) cogen aviones olvidándose de los galapeños que lo hacen como único medio para llegar al
continente.
Otra tarde vistamos el Estación científica Charles Darwin donde vimos varias tortugas y a la famosa George, que debe ser el habitante más famoso de
Galápagos, por ser la única que queda de su especie y una de las más viejitas con casi 200 años. Muchos souvenirs la recuerdan.
El último día vamos a conocer Las Grietas. Un taxi acuático nos lleva a un embarcadero desde el cual llegamos a las grietas con una caminata de
media horita donde se aprecia el paisaje autóctono de estas islas volcánicas repletas de piedras y cactus. Las Grietas son el resultado de la fisura de lava que forman dos
grandes paredes gigantes atravesadas por una gran extensión de agua dulce que se mezcla con agua del mar.
Esa misma noche partimos.
27 de abril de 2012
Al igual que hicimos desde San Cristóbal dejamos Santa Cruz a la madrugada para llegar a la mañanita a Isabela.
Jose a la caña, Toni y yo en la proa alumbrando con la linterna, esquivamos boyas y barcos hasta salir de la bahía. Después tenemos que pasar por mitad del paso entre la isla -bien visible con un
faro- y un pequeño islote que se encuentra iluminado también. Las cartas tienen un gran error en todas las Galápagos de más de un cuarto de milla y no nos podemos fiar para nada
de ellas. Así que hay que aumentar la precaución.
Poca información hemos encontrado sobre el archipiélago, tan solo una guía electrónica de todo Ecuador que nos pasó un barco americano que recauda
diferentes informaciones de otros barco que ya han estado aquí. No es muy extensa, pero valiosa al lado de nada.
Podemos navegar toda la noche a vela con un viento constante de 12 nudos de media. El día decidió amanecer lluvioso y en cuanto pasamos la Isla
Tortuga y Roca Bura empieza a caer agua allí donde nos dirigimos. La visibilidad no es buena y el capi decide que así no entramos. El acceso a la bahía no lo vemos nada
claro y parece haber una barrera de rompientes con bastante fuerza en muchos tramos por donde no podemos ver un canal libre de acceso. A dar vueltas afuera y esperar que esto despeje, sin poder
evitar situarnos varias veces debajo de unas nubes y remojarnos un poco. Situamos unos waypoints que da la Ecuador Cruiser’s Guide pero esperamos también a que llegue el Reine Marguerite que
salió con nosotros una hora más tarde y va un poco más atrás. Situamos unos nuevos wayponits que ellos tienen de otro barco y podemos ver que las rutas son semejantes. Adelante...
Waypoints del Ecuador Cruisre’s Guide:
S 01° 04.78 / W 090°52.72
S 00° 59.10 / W 090°59.04
S 00° 58.58 / W 090°58.95
S 00° 58.046 / W 090°58.315
Waypoints del velero Mariposa:
S 00º 59.94 / W 090º 57.33
S 00º 58.55 / W 090º 58.775
S 00 º58.18 / W 090º 58.68
La entrada es un poco dificultosa y varias veces surfeamos con unas olas altas y tendidas que se forman al bajar la profundidad. Reine Marguerite va siguiendo las
indicaciones que le va dando por radio el S/V Mariposa que está anclado dentro de la bahía y nosotros vamos siguiéndolos.
El fondeo es tranquilo. Por fin... Un buen fondeo en Galápagos. Ya lo necesitábamos. Hay doce barcos fondeados. No hay demasiado espacio aunque
pueda parecerlo en un primer momento porque hay zonas de poco calado y rocas. Tiramos el ancla a escasa profundidad: casi cuatro metros en pleamar y tres en la mínima.
Llueve todo el día así que permanecemos en el barco. Estamos en temporada de lluvias que va al revés que en El Caribe y está lloviendo bastante
últimamente. Hay que salir siempre con el chubasquero o paraguas en mano. Una lancha se acerca a ofrecernos agua y también diesel. Se llevan nuestros cuatros depósitos azules que nos traen
rellenados por 5$ y a la noche sin luces de un modo clandestino se aproxima otra lancha que nos trae unos galones más de diesel a 4$/galón frente los 5’40$ precio oficial. Está prohibida su venta
pero ellos hacen sus chanchullos, la compran como si fuera para ellos a 1$ y cuadriplican su precio para los veleros. Aún así es más rentable para nosotros.
El día siguiente lo iniciamos con un buen baño en el mar. ¡Qué gusto! Esto sí es un verdadero fondeo, no lo que hemos tenido hasta ahora. Toca limpiar el casco que
se ha ensuciado con una gran línea negra y verde de algas en la línea de flotación. Algún lobo marino se acerca alguna veces y juguetea próximo. Otros barcos han visto algún pingüino también.
Nosotros hasta ahora, no.
Aquí todos los barcos bajan su dinghy, aunque también hay un servicio de taxi acuático; solo un barco -el María del Carmen- hace el servicio por 1$/pers. el
trayecto. El acceso al embarcadero es complicado también y solo hay que hacerlo de día ya que hay que seguir un camino que se abre entre rocas sumergidas que solo se puede ver con la luz del
día.
Una caminata de 15 minutos nos lleva hasta el centro del pueblo, siempre se puede tomar un taxi por 1$. Nuestra primera impresión de Puerto Villamil
es muy buena. Un pueblo muy tranquilo, poco enfocado al turismo, muy diferente de las otras dos escalas. Nos encontramos con el Jesy Soto, el contacto de Bolívar en la isla que nos gestiona el
arribo.
Recorremos las tranquilas callecitas de esta población de 900 habitantes (unos 2.000 en total tiene toda la isla): pequeños comercios de comestibles que andan medio
vacíos esperando el barco que está por llegar que viene cada dos semanas, un supermercado un poco más grande con cibercafé; dos panaderías artesanales bien ricas; conseguimos un centro de buceo
para poder cargar la botella por 8$; la lavandería es un poco más cara aquí: 1$ la libra; no hay cajeros automáticos ni bancos... Todo es tranquilidad. Nos gusta.
Nos hacemos asiduos de un restaurant llamado El encanto de Pepa donde nos tratan “con mucho cariño y amor” como dice Jose Antonio al que todo el
mundo lo conoce por Pepa, un personaje de esos de Pedro Almodóvar. Los almuerzos salen 5$ y tiene wifi. El otro punto de internet inalámbrico es el lujoso Hotel Iguana, muy
moderno y vanguardista con unas vistas increíbles al mar. Es el mejor de la isla y el segundo de Galágos -dicen. La habitación cuesta 400$ la noche. Trato impecable, amables y cercanos. En
las tres islas hay una señal abierta muy muy floja de Redgal que a veces a horas muy puntuales y con una buena antena se puede captar desde el barco.
Dos barcos llegaron durante nuestra estancia sin tener papeles. Este no es puerto de entrada ni salida y teóricamente aquí no se puede llegar si no es con el
autógrafo. ¿Qué pasó, pues? Pues cada caso fue diferente. Uno llegó y se dirigió directamente a Capitanía argumentando que tenían una avería. Capitanía acudió al barco a valorar la avería y
consideraron que su problema podía estar resuelto en menos de 24 horas. Les daban hasta el día siguiente a las 11 de la mañana como margen para marchar. En estos casos te pueden dar de 1 a 20
días valorando la necesidad sin pagar toda las tasas tan elevadas que se requieren a la llegada a Galápagos, pagando unos 3$ al día sin derecho de ir al Parque Natural. A este
velero le salió mal la jugada y solo consiguieron un día. El otro velero, el Cotyk, un mítico barco muy conocido en Francia que navega siempre por la Antártida y
ahora se dirige a Alaska vía Galápagos-Hawai-Canadá, llegó desde Chile argumentando que se habían enganchado a un palangre y tenían un problema
en la hélice pero ellos se pusieron en contacto con un agente y estos saben cómo lo tienen que hacer, amparándose en el artículo 50 que dice que toda embarcación tiene derecho a parar por
abituallamiento. De esta manera consiguieron 20 días de permiso, eso sí pagando 100$ del agente, los 100$ por tripulante por el Parque Natural, etc. pero la ventaja es que
llegaron a Isabela que no es un puerto de entrada permitido donde ni siquiera hay inmigración y que en nuestra opinión es mucho mejor que los puertos de entrada.
Casi todo el mundo que ha recorrido Galápagos coincide en que Isabela es la isla más exótica y bella. Es la más grande. Con
diferencia, y por algún lugar leí que era la 12ª en extensión de todo el Pacífico. A nosotros nos gusta y aquí podríamos estar tranquilamente mucho tiempo.
Casi todos los tours por la isla salen bastante caros ya que están dentro del Parque Nacional y hay que ir con guía. El primero que hacemos es al
volcán Sierra Negro, que tiene el segundo cráter activo más grande del mundo. La excursión sale 35$ pero como somos seis conseguimos una reducción a 30$. El camioncito expeditivo
nos recoge en el muelle a las 7 de la mañana y tras recorrer el pueblo subiendo a los demás pasajeros hacemos un recorrido de 45 minutos hasta donde nos deja para seguir el camino a pie. La
subida al volcán lleva unas dos horas pero hay un camino fácil y casi plano sin apenas dificultad. Contemplamos los 10Km de diámetro que tiene el cráter que erupcionó por última vez en 2005 y que
en cualquier momento puede volver a hacerlo. Esperemos que no sea el día de hoy. Proseguimos hasta llegar a Volcán Chico, una zona de varios cráteres parásitos que se alimentan
del volcán principal. El paisaje es extraordinario con los diferentes colores de la lava y diversas vegetación a veces ausentes completamente según la zona donde la erupción ha sido más reciente.
Tarda muchísimo tiempo en rebrotar la vegetación tras experimentar una erupción. Los cactus solo crecen 1cm. al año así que los que vemos tienen hasta 400 años. La zona más reciente de erupción
se asemeja a un paisaje lunar.
De entre las excursiones que se pueden hacer por cuenta propia está el breve camino a Concha de Perla donde en marea baja pueden legarse a ver las
tortugas marinas que quedan atrapadas esperando a la subida del mar.
También es más que interesante ir al Muro de las lágrimas donde fuimos en taxi por 10$ y regresamos los 8 Km. a pie. El muro fue construido por 3oo
presos que llegaron a la isla desde el continente aprovechando las instalaciones que dejó el ejército americano en su ocupación en la II Guerra Mundial. En el recorrido de vuelta observamos
decenas de tortugas que están a pie de camino y vamos entrando a los diferentes caminitos que llevan a puntos de interés: la playa del Amor, los túneles de lava...
Un precioso camino a la sombra con una bonita vegetación nos lleva al Centro de Crianza de tortugas mejor conservado del archipiélago. En
Isabela hay cinco de las quince especies de tortugas gigantes que quedan en todo el mundo. Son diferentes unas de otras sobretodo se aprecia en los caparazones . A escasos
minutos hay una poza donde pudimos ver flamencos.
Cerca de partir hicimos la excursión a las Tintoreras por la que piden 25$ pero conseguimos por 15$ por tratar directamente con un guía y ser varios. Las Tintoreras son un grupo de islitas que están junto delante del fondeadero pero a las que no se puede ir sin un guía nauralista. Hacemos una caminata por una de las islas, llena de iguanas por todas partes, un tipo endémico de Galápagos. También vimos varios piqueros patas azules y pelicanos. Los lobos marinos siguen estando por todas partes y cuando hicimos snorkel jugaban con nosotros, hermoso... Hay pequeños pingüinitos que miden tan solo 30 ó 40 centímetros. En esta parte de la isla hay unos treinta y en el norte hasta 1200. Aunque en esta época del año el agua está muy fría y no nos prometieron poder llegar a ver las tintoreras, una especie de tiburones inofensivos, tuvimos suerte y pudimos ver varios y bucear cerca de ellos.
Isabela es sin duda la isla que más nos gustó del archipiélago. Aquí podríamos estar un largo tiempo. Es un lugar fantástico y cosa importante: el fondedero totalmente protegido.
El ecuatoriano es amable, tranquilo, gentil y muy cariñoso. Nos llevamos una extraordinaria impresión de su gente. Algún día quedremos visitar el continente y seguir conociendo este país.
Bye bye Galápagos.
Secuencia lobito intentando subir al Caps Tres
29 de abril de 2012
Fotos tomadas en nuestra ausencia por un barco vecino holandés. Lo intentó varias veces hasta que lo consiguió.