Travesía Colón-Bocas del Toro

 

Junio de 2011

140 millas separan Colón de Bocas del Toro. Para nuestra mala suerte tenemos durante toda la travesía el viento totalmente de morro, corriente en contra de dos nudos, lluvia y tormenta eléctrica. Esta última es lo peor porque vemos los rayos zigzaguear hasta caer en el agua y, aunque no están muy cerca, tampoco están lejos.

 

Hay que conseguir una media de cuatro nudos para poder llegar de día; a veces no conseguimos pasar de los tres nudos y es desesperante; otras, vamos a una media de cinco. El viento sube hasta un máximo de 25’ y ponemos la trinqueta que ciñe muy bien. Cuando el viento baja cambiamos al génova y al caer aún más, trinqueta y génova a la vez, siempre con un rizo en la mayor y motor a 2000 vueltas.

 

Tras el esfuerzo de Jose de trimar y trimar todo el día; bordo arriba, bordo abajo... conseguimos entrar en Bocas a las 3pm del día siguiente. La travesía ha sido muy pesada pero ya estamos aquí.  

 

 

Llegada a Bocas Town en Isla Colón


Junio de 2011

A solo 32 Km. de la frontera con Costa Rica, Bocas del Toro es un archipiélago formado por seis o siete islas principales más otras doscientas de pequeño tamaño y casi deshabitadas.

 

Es uno de los destinos principales turísticos de Panamá y en los últimos años ha sido muy promocionada y ha tenido importantes inversiones extranjeras.

 

La entrada a Bocas no nos impresiona para nada y lo que hemos visto hasta ahora nada tiene que ver con las maravillas de las islas de los kunas, aunque todavía nos queda por ver los lugares que dicen que son los más espectaculares: Cayo Zapatilla, Red Frog Beach, Bahía de los delfines, Playa de las Estrellas... El tiempo tampoco nos ha acompañado mucho ya que ha estado nublado y lloviendo.

 

Isla Colón es la más grande y con una mayor población. En su capital, Bocas Town, es donde se albergan la mayoría de hoteles y hostales. Una larga calle principal, sin demasiado atractivo, con decenas de pequeños acomodamientos construidos de madera y pintados de variedad de colores, restaurantes, pequeños supermercados y tiendas de souvenirs. Los carteles casi todos en inglés y muchos mochileros jóvenes deambulando de una punta a otra, así como también surferos que vienen a saciar su sed de olas.

 

Por el agua, decenas de water taxis no paran durante el día llevando a los turistas a las diferentes islas para excursiones de una jornada. Hay que tener mucho ojo con ellos ya que van muy rápido y sin luces a la noche. Por el aire, aquí se encuentra el único aeropuerto de Bocas que conecta el archipiélago con Panamá City, David y Costa Rica. Muy pronto llegaran vuelos directos de Estados Unidos, así que el boom de Bocas todavía está por llegar.

 

La población indígena más abundante en esta zona son los Ngöbe, también llamados Guaymí, que hablan su propia lengua; también se escucha una lengua extraña que resulta ser un dialecto local mezcla del español, inglés, francés, africano... y el inglés es la lengua reinante porque la mayoría del turismo es americano y europeo.

 

Fondeamos enfrente de Bocas Marina donde están la mayoría de veleros, aunque también puede hacerse frente los bomberos entre la isla de Colón y Carenero. El fondo no es muy bueno ya que es una plataforma de roca con un poco de arena y el ancla no clava, pero la cadena se va agarrando por las diferentes rocas. El otro día tuvimos 26 nudos de viento y aguantó bien.

 

Bocas Marina es un bonito puerto muy bien cuidado que se llena en la temporada de lluvia cuando muchos navegantes, la mayoría americanos, dejan el barco hasta noviembre. El precio mensual es de 10’50$ por pie y si estás varios meses y pagas tres por adelantado se reduce a 9’50$. La marina ofrece servicio de mantenimiento a 8$ la hora: encender motor, comprobar estado baterías, control de aire acondicionado o deshumidificador, limpieza... El gerente nos decía que termina saliendo unos 50$ más al mes si quieres tener el barco cuidado. La ventaja de esta marina es que estás al lado de BocasTown.

 

El canal de comunicación en la VHF es el 68 y todas las mañanas a las 7:45h hay una Net en inglés con saludos, consejos, meteo, anuncios, intercambios...

 

Enseguida nos encontramos con barcos ya conocidos y hacemos nuevos amigos con los que compartimos la cena en uno u otro cockpit (“bañera”): los encantadores David y Chrystie de Oregon, el solitario alemán Axel...

 

David y Chrystie ya llevan viviendo aquí 18 meses; él hace trabajos varios en los barcos y no le va nada mal; ella es contable y trabaja para un par de negocios algún día a la semana. Con David recorremos el pueblo durante toda una mañana y nos indica dónde compran los locales: la fruta, el pescado, las ferreterías... La verdad es que una vez salimos de Calle 3, la principal, Colón no tiene tan mala pinta y tiene rincones bonitos.

  

 

 


Carenero


A solo unos pocos metros de Colón está la isla de Carenero, mucho más tranquila y con menos afluencia turística; aunque sin un especial atractivo. Todos los hotelitos se encuentran en la línea de mar. Se puede cruzar a Colón con la panga que sale 1$ o en nuestro caso con el dinghy.

 

Aquí hay una de las tres marinas de Bocas del Toro, Marina Carenero; el precio es de 9$ el pie al mes y pagando en cash se puede quedar en 8$. Total que termina saliendo casi igual que los demás y es mucho más viejo, está más deteriorado y no tiene las instalaciones que tienen Bocas Marina y Red Frog.

 

 

 

 

Isla Bastimentos - Marina Red Frog


Junio de 2011

 Nos entristece dejar Colón ya que nos hemos hecho muy buenos amigos de David y Christy del Kailani y ellos deben proseguir allí trabajando. Hemos compartido muchos ratos, comidas, charlas y es una gente muy especial que volveremos a ver en septiembre.

 

Isla Bastimentos es muy diferente a Isla Colón, nada que ver, vamos. Es un parque natural y reserva marina con una vegetación exuberante y playas increíbles. Hasta no hace mucho era casi virgen pero la construcción del complejo Red Frog Beach Club que comprende la marina, el resort y una zona de chalets ha transformado la isla aunque este cambio se ha hecho de forma delicada, dentro de lo que cabe, integrando los nuevos elementos dentro del paisaje.

 

La Marina es nueva y está aún en ampliación: nuevos pantalanes, nuevas instalaciones. Casi todos los barcos amarrados son americanos así como los dueños y trabajadores de la marina;  aunque estemos en Panamá solo se habla una lengua: el inglés . Lo mismo ocurre con las otras dos marinas de Bocas.

 

Nos reencontramos con barcos conocidos y enseguida empiezan los happy hours pero los trabajos de preparación nos impiden una vida social demasiado agitada.

 

Dejamos para más adelante una verdadera inmersión y conocimiento de la isla y nos conformamos con una visita rápida a la Playa Red Frog y la caminata por un breve sendero. Lo que hemos visto, promete.

 

Venir a la isla desde Colón  sale 7$ la ida y vuelta para los turistas que vienen a pasar un día de playa más 3$ por la entrada al parque natural. La marina pone dos pangas semanales gratuitas para los amraristas para poder ir a Bocas Town a hacer compras.

 

El precio de la marina es bastante semejante a la de los demás de 8-9’50$ pie por mes según cuando hagas la reserva; cuanto antes sea más barato sale.

 

Preparando el barco para “ivernar”, ardua tarea. Siete meses sin haber estado en una marina no es poco y los trabajos acumulados de limpieza a fondo se acumulan además de tener que dejarlo todo bien dispuesto para estar el barco cerrado en esta área que es bien conocida por la acusada humedad. Guardamos todo en bolsas quitando el aire con la aspiradora, limpiamos todo con vinagre que dicen previene la formación de moho además de dejar boles en todo el barco con más vinagre; desinstalamos todos los equipos y tapamos toda la cubierta con lona para evitar el cambio de temperatura tan acusado en el interior... Nuestros amigos abrirán periódicamente el barco, encenderán el motor y comprobarán estado de baterías.

 

Aunque todo Panamá está fuera de la zona de huracanes, uno de los males más temidos aquí son las tormentas eléctricas que cada año dejan a más de un barco con toda la instrumentación inservible.

 

Ciao, Cap’s, esperamos encontarte a nuestro regreso tan hermoso e impecable como te hemos dejado.

 

 

 

 

Vuelta tras dos meses en Centroamérica

 

Septiembre de 2011

 

Tras dos meses inolvidables recorriendo Centro América por tierra regresamos al barco. Teníamos claro que no queríamos dejarlo cuatro meses solo, así que hemos planeado las cosas de manera que regresemos dos semanas a darle una limpieza de cara antes de volvernos a ir. 

 

Al salir a Costa Rica pudimos poner el contador a cero de nuestra estancia en Panamá ya que te permiten estar seis meses y nos quedaban apenas cinco días de permiso. Lo que suele hacer la gente que pasa un largo tiempo en el país es ir con el barco a Cartagena (Colombia) o cruzar a Costa Rica y estar 72 horas allí para poder sellar su pasaporte y entrar de nuevo a Panamá con seis meses más por delante; aunque algunos nos cuentan que a pesar de que la ley diga que hay que estar tres días fuera,  ellos pernoctan solo una noche y regresan. 

 

Los amigos David y Chrystie del Kailani y John y Jerie del Peking han tenido la gran amabilidad de irnos abriendo el barco en algunos ratos de sol, chequear que todo estuviera OK y arrancando el motor. Aún así encontramos bastante moho en el barco a nuestro regreso. Antes de partir nos hemos tomado unos cuantos días de trabajo preparando todo el barco: desmontamos toda la electrónica, lavamos toda la ropa en lavadora para que estuviera bien seca y la pusimos en bolsas especiales al vacío, metimos todos los libros en bolsas, sacamos todos las fundas de las espumas, limpiamos todo el barco con vinagre blanco (bien se conoce por aquí que es el mejor agente protector de la humedad), tapamos todo el barco con toldos para evitar los cambios de temperatura súbitos y de esta manera tomamos todas las precauciones posibles para encontrar el barco de la mejor manera. 

 

Al principio nos cuesta un poco acostumbrarnos nuevamente a la vida de barco y anhelamos ese ritmo nómada de conocer tantos lugares y países; pero también siempre se agradece estar de nuevo en casa, poderte cocinar tu comidita, tener tus pertenencias y todas las cosas que hacen que la vida en el barco sea cómoda a pesar de estar siempre en un lugar distinto.  

 

Además de trabajar, siempre quedan ratos para disfrutar y llevar un poco de vida social con los amigos consolidados y otros nuevos que han ido llegando: David y Eli, una pareja texana-panameña que trabaja en la marina; Wesley, tripulante de un gran yate; Celine y sus niños, una familia francesa que lleva un tiempo en la marina mientras el padre hace la temporada de capitán en un barco grande... Seguimos celebrando los happy hours en la marina y damos caminatas por la isla que tiene un interior precioso selvático. 

Como novedades, acudimos a la inauguración de Palmar, un complejo de cabañas que han montado frente a la playa y en medio de la selva donde cada carpa sale 40$ para dos personas; los domingos David con el acompañamiento de Eli a la tamborine toca su entrañable música texana en Punta Lava, el bar de la playa; y última fiesta por el momento en el Cap's a la americana con raíces españolas: pica-pica con tortilla de patatas y hot dogs. La verdad que a pesar de trabajar mucho en el bote, la pasamos bien...

 

 

 

 

 

Regreso a Panamá tras dos meses en España

 

Noviembre de 2011


Este año alargamos nuestra estadía en España a dos meses respecto el mes y medio del año pasado para poder quedar más satisfechos y que nos dé más tiempo a hacer lo que queremos y estar con los nuestros.


Pero una vez más nos queda un sabor algo agridulce de nuestra estancia. Contentos de ver a la familia y a la gente que queremos, pero un poco descolocados siempre de esa ciudad que ya no es tan nuestra. Y es que es lo que tiene una vez que uno se va, que ya no pertenece a ningún lado... Nos cuesta mucho acoplarnos a la vida agresiva de la civilización donde tanto cuesta quedar, donde todos están tan ocupados que cuesta encontrar un momento y donde tan metidos están todos en su mundo que cuesta entrar en el de los demás... De alguna manera, eso nos asusta... no nos gusta... 

Pero por nada se puede cambiar esos ratos con la familia en el sofá de casa, esos platos de la mamma, esas conversaciones con las amigas que cuando te ves parece que no haya pasado el tiempo...

 

Tras pasar por Miami y New York, a la ida y a la vuelta, eso ha sido todo un flash;  entramos de nuevo en el país que nos acoge ya hace unos cuantos meses, desde el mes de enero, muchos meses ya... Hacemos noche en la City y al día siguiente además de alguna comprita la pasamos con nuestros amigos ya instalados en la ciudad Antonio y Tania. Y tras largo viaje en autobús y lanchita aquí, lanchita allá, aparecemos en nuestro Red Frog

 

Esta vez para no molestar a los amigos de nuevo, decidimos contratar los servicios de la marina para que nos limpien un poco el barco en nuestra ausencia y vayan controlándolo todo al precio de 10$ la hora. Estos dos meses han sido muy lluviosos y la humedad se ha apoderado una vez más del Cap's. Bufff... los primeros días resulta incómodo vivir aquí, donde todo está desmontado y en desitio hasta que volvemos a convertirlo en un lugar habitable y armonioso. 

 

La gran suerte es que todo está bien. Lo que más nos asustaba eran las tormentas eléctricas que aquí son muy pronunciadas y ya sabemos al menos de tres barcos conocidos que han perdido TODA su electrónica por haber sido presa de un rayo. 

 

Empezamos a montar los aparatos que guardamos en el horno para protegerlos, colocar fundas, limpiar y limpiar... Poner la ropa en las bolsas al vacío ha sido un gran acierto ya que todo huele a suavizante como recién sacado de la secadora; en cambio,  pequeñas cositas que quedaron sueltas están cubiertas de moho...

 

Y empiezan también trabajos de mejora. Digo yo que los demás barcos también estarán en perpetuo mantenimiento y trabajo pero no sé por qué siempre parecemos ser nosotros los que más. Jose charla con todos en el pantalán cada vez que pasa uno y otro porque siempre está en la cubierta o ocupando tres cuartas partes del paso con sus tareas; jeje... igual que en Mataró... Empezó instalando el nuevo generador eólico, un Air Breeze que nos proporcionará más energía complementaria a las placas solares; revisando y cambiando  conexiones en mal estado de las placas; haciendo una cajón de madera para aislar el nuevo congelador; solventar entradas de goteras en más de una escotilla; instalando la nueva centralita del piloto automático antiguo que estaba estropeado, aislando el frigorífico, instalando los soportes -que nos trajimos de España- de las dos nuevas botellas grande de gas que irán en la popa del barco...  

 

Lo peor de todo esto no es el trabajo sino la lluvia continua, parece que hayamos comprado un vale de temporada de precipitaciones diarias... además del tiempo que se pierde intentando encontrar los materiales en la isla. Este año dicen que tenemos "el Niño" y llueve día sí, día también y a ratitos para, con suerte sale el sol y vuelve a llover... desesperante... Y dicen que después del Niño viene la Niña, así que parece que hay un tiempo así para ratooooo. 

 

La marina ha puesto dos días más a la semana transporte gratis a la isla de Colón, donde vamos a hacer todas las compras, de modo que ahora cuatro días a la semana podemos movernos a Bocas Town, aunque procuramos organizarnos yendo dos para no perder todas las mañanas. Los martes vamos sin falta, que es el día que llega el camión de la fruta a la Legumbrería de Lima, donde traen los productos de mejor calidad y a mejor precio. Los precios aquí no son baratos, ya lo hemos comentado alguna otra vez, y junto con San Blas es lo más caro del país; yo creo que hay un incremento de  casi un 30% más. 

 

Cuando sale el sol hacemos algún trekking por la isla, la verdad que estamos contentos de haber venido aquí y cada día nos resulta más bonita: caminar por la larga playa, visita al pueblo indígena cercano, descubrir caminos nuevos interiores, ver los monos perezosos, recorrer la zona de las villas (casas que se alquilan por 175$ al día y hasta por 400$ en temporada alta)... Una noche a la semana vamos al restaurante kayucos con los amigos a tomar y picar algo,  cenita aquí o allá, happy hours con David siempre a la guitarra, despedida del Peking, noche de chicas a la discoteca...

 

La vida en la marina es cómoda y nada tiene que ver con estar fondeado, es otra cosa.  Poder disponer del agua que uno quiera, pisar tierra firme, lavar ropita todos los días y lo más es tener siempre conexión de Internet. Son esas cosas que cuando no las tienes sobrevives y te das cuentas que son grandes lujos a los que estamos tan acostumbramos que no valoramos. 

 

 

 

 

Navidades, Christmas, Natale...

Diciembre de 2011

 

Los trabajos en el barco nunca tendrían fin, así que vamos poniendo un día de partida, algún día habrá que salir... Esta última semana el tiempo no ha sido excelente pero la lluvia ha ido apareciendo por etapas del día y nos ha permitido terminar algunas tareas. 

 
Llegan los carissimi amici di Brigante. De nuevo cambio de planes, aplazamos unos días más para poderles echar una mano y esperarlos para salir juntos. Todos estos días cocino para cinco y veramente cada día mi piace più la cucina. Algunas noches cambiamos de aires en el bar de Kayucos con birritas, pizza y juegos de futbolín, pin pon y billar. Hablamos español e parliamo italiano simultáneamente; siempre aprendiendo ...

 
Estamos en fechas navideñas y tenemos algunas actividades extraordinarias. La marina organiza un encuentro en la oficina con drinks. Por otro lado, se ha organizado una recolecta para comprar juguetes para Papa Noel a todos los niños de la villa indígena.

 
Llega Nochebuena y lo celebramos en el Cap's con todos los buenos amigos de Red Frog; una buena mezcla intercultural pasándolo genial: David, de Roma; Ilva, de Etiopía e italiana de adopción: Sophi, de Suecia; Eli, de Panamá; David, de Texas,  Chrystie y David de Oregon... Comida abundante, rica y variada, como demanda la ocasión; después, baile dentro y fuera en el pantalán. Coincide que el 25 es el cumple de Ilva (tanti auguri, carina) y lo celebramos después de media noche. 

 
Vamos a hacer el zarpe, el documento oficial que se requiere para navegar dentro de aguas panameñas, y nos encontramos con la sorpresa de que es 26 y festivo, no es que sea ninguna fiesta en particular sino que se ha pasado la fiesta del 25 al lunes. Pero pagando todo tiene arreglo; llamamos al capitán de puerto por teléfono y por 20$ más por barco acude para tramitarnos el zarpe; además  los 13$ que cuesta el documento en cuestión, más 190$  del permiso de navegación anual que está a punto de caducar; y es que ya hace un año que andamos por estas tierras. Ya tenemos ganas de salir huyendo de Bocas ya que esto es una ruina: pagar marina todos los meses, el precio de la comida es brutal, todo sale mucho más caro que en el resto del país...

 
Bocas del Toro nos ha acogido desde el mes de junio entre idas y venidas, y claro siempre te encariñas con los nuevos amigos y la despedida siempre es triste, pero una vez más hay que seguir...

Dicen que es el lugar de Panamá donde más llueve y damos fe de ello, ha llegado a ser realmente desesperante...

¿Un buen sitio para dejar el barco? Depende. La marina es segura y protegida pero en caso de tener que mandar hacer trabajos no se encuentran profesionales especializados, los recambios hay que pedirlos a la City o a USA, estás un poco alejado y fuera de todo... Unos pocos días está bien pero demasiados es cansador. Es el lugar más turístico de Panamá pero a nosotros no nos entusiasma.