NORTH ISLAND - NEW ZEALAND

 

 

 

 

Bay of Islands (Northland)

Opua, Paihia, Keri Keri, Russell & countryside

 

 

10 de diciembre de 2012

 

Llegamos a Opua,  dentro de Bay of Islands, tras doce días de travesía desde Tonga. (Ya contamos la entrada y proceso con autoridades en el apartado Travesía a New Zealand). 

 

Una vez  legalizada nuestra entrada en el país, optamos por cogernos a una boya que cuesta 7 NZ$ diarios (1US$ = 1.20 NZ$).  En esta zona rola mucho el viento, las fuertes ráfagas  son habituales y la marea crea importantes corrientes, por lo que nos sentimos mucho más tranquilos estando a boya.  Estamos justo en frente de  Opua Marina  y el dinghy dock lo tenemos bien cerquita. Muchos barcos optan por pasar los primeros días en la marina para acondicionar el barco tras tantos meses de fondeo. Esta cuesta 33 NZ$ por noche, para un barco de nuestra eslora, más 2$ diarios por vivir a bordo.

 

Tenemos acceso a las duchas por las que hay que introducir una monedita de 2 NZ$ para tener agua caliente durante 4 minutos. Así es New Zealand, todo está medido y controlado, no te vayas a pasar y te duches durante 5 minutos.

 

El agua es gratuita y puedes abarloarte a la gasolinera para llenar los tanques o bien ir cargando a diario los jerry cans. La lavadora cuesta 4$ + 3$ de la secadora. 

 

En Opua hay cientos de barcos fondeados, otros a boya, unos 450 en la marina y otros cuantos en los pile moorings, donde puedes dejar el barco amarrado a unos pilones por 12,27$ al día. Todas las opciones, para todos los bolsillos. La mayoría de locales tienen una boya de propiedad donde guardan su barco durante todo el año. Esta isla respira mar y velas; bahía donde vayas, decenas de veleros amarrados a una boya. Este es el país con más barcos por habitante. Tiene una tradición náutica indiscutible y de hecho, muchos de los mejores regatistas de élite del mundo proceden de aquí.

 

Alrededor de la marina hay un Café muy concurrido por algunos cruceristas y el Yacht Club, famoso por ser el lugar de encuentro a las tardes. Ahora, a preparar la cartera si te acostumbras a frecuentarlo demasiado: 5 NZ$ la cerveza y un mínimo de 15NZ$ en adelante para un plato de comida. A nosotros este país nos está resultando demasiado caro y no nos convertimos habituales del Yacht Club.

 

Varias tiendas náuticas rodean la marina con bastante variedad y diversos servicios especializados para barcos. Trabajan muy bien y no son demasiado caros.

 

Bay of Islands
Bay of Islands

 

 

 

Cerca de Opua hay muchos otros fondeaderos dentro de Bay of Islands, muchos lugares para explorar. La bahía es preciosa, increíble, ideal para practicar los deportes de vela, el viento no suele faltar casi nunca pero queda protegido de la ola. Los miércoles, viernes y domingos hay regata y es muy espectacular ver tantos barcos desplegando las velas y entremetiéndose entre los otros barcos fondeados. Bonito espectáculo.  La Bahía de las Islas suele estar especialmente llena a partir de navidad y durante todo enero, ya que los kiwis acuden al norte de la isla a pasar sus vacaciones,  el clima es más cálido y hay más de 35 lugares donde poder fondear.  

 

El inconveniente de estar en Opua es que se necesita un vehículo para moverse. El pueblo más cercano está a 6 km. Muchas veces encuentras a algún conocido que te lleve; si no, se puede caminar por la carretera durante  hora y cuarto, o mejor aún, por un camino  precioso que bordea la costa, resulta un poco más largo pero es mucho más bonito y agradable. También se puede llegar con un dinghy con un buen motor, unos 10 ó 15 minutos de carrera.

 

A principio de temporada varios barcos andan en búsqueda y negociación de un vehículo. Es habitual que muchos cruceristas compren un coche para pasar los cinco meses de estancia aquí. Hay coches desde unos 1.500 NZ$ en adelante. La media suele costar 2.000 ó 2.500. Son coches de unos 15 años de antigüedad. Muchas compañías lo venden ofreciéndote la garantía de volvertelo a comprar en abril por unos 1.000 o 1.500$ menos en función del valor del coche. Otros,  optan por una van (furgoneta) acondicionándola para dormir.

 

Nos cuesta un poco acostumbrarnos al clima. Estamos en primavera y aunque el verano está por llegar, lejos quedó esa temperatura ideal de los trópicos. 17º o 18º por las mañanas y a las noches. Los shorts pasaron a la historia e imposible salir sin un polar o chaqueta  que, con suerte, podemos atar a la cintura cuando el sol brilla con alegría.  Dicen los locales que este es el lugar de las cuatro estaciones en un solo día. El tiempo puede variar completamente de un momento a otro durante varios momentos de la jornada, pasando de un día gris y lluvioso a estar totalmente soleado, variando los grados considerablemente. 

 

También queda atrás la vida del fondeo: baños en el mar, barbacoas en la playa… cuánto lo echamos de menos. Nos habíamos habituado tanto a ese estilo de vida que, ahora que no lo tenemos, nos damos cuenta que es realmente lo que nos gusta a los dos. Incluso el contacto entre los yatistas aquí se vuelve distinto. Sigues encontrándote con los amigos pero de manera diferente. Todos andamos metidos en nuestras cosas: búsqueda de trabajo,  coche, arreglos y mejoras en el barco... otros pocos vuelven a casa por Navidad… Todos adoptamos un estilo mucho más urbanita y el encuentro se hace más en tierra compartiendo una cerveza que en la playa  o abordo.  

  

Nueva Zelanda es un país precioso y aunque solo hemos recorrido algunos puntos de Northland, podemos darnos cuenta que es un lugar que promete.

 

Este es un país ordenado, limpio, cuidan todo hasta el extremo, cualquier detalle, los bosques, las playas, los senderos... todo. No se ve un papel en la calle, los baños públicos están impecables, mallas antiresbaladizas en puentes y escaleras, no crece una mala hierba en ningún rincón... Hay un buen nivel de vida y no se aprecian diferencias sociales significativas, toda la población vive con unos mínimos que son muy aceptables.

 

Paihia es el pueblo más cercano a Opua, pequeño y turístico. Es coqueto con muchas tiendas de caros souvenirs y algunos bares y restaurantes. La playa se extiende paralela a toda la villa. No es aún temporada alta pero ya se ve bastante movimiento. Ofrece todas las actividades de costa como tour en barco por la bahía, nadar con delfines, alquiler de kayaks, etc. Todo nos resulta caro y sí, es un pueblo de visitantes y los precios son un poco más elevados, pero Nueva Zelanda es caro en general. Lo más barato que se consigue para comer son unas fish and chips en un simple bareto por 8NZ$, una hamburguesa sentado en una mesa sale por 15 NZ$, la cerveza en un bar un mínimo de 5NZ$.

 

En cuanto al supermercado, el Countdown está a las afueras de Paihia y tiene bastante variedad: una barra de pan 1.50 NZ$, el kilo de plátanos 2.70 NZ$, 1 kg. de naranjas 2.90 NZ$,  1 Kg. de tomates 3 NZ$, harina 1.90$ el kilo, la cerveza más barata  1.20 NZ$, lata de Coca Cola 1 NZ$, la docena de huevos 3.50 NZ$...

 

Otra población cercana es KeriKeri que queda a una media hora en coche. Muchas tiendecitas  bonitas, muy caras y de diseño. Para mirar y no comprar. Además de la coqueta zona comercial, KeriKeri tiene mucha historia y en los alrededores vistamos la casa de piedra más antigua del país, Stone Store, que data del 1832 además de la Rewa’s Village, una pequeña villa que se reconstruyó en 1969, del pueblo maorí cuando los misionarios llegaron a esta isla.

 

En el camino a Opua con los amigos de Segue, que ya adquirienon un coche, hicimos una parada en las cascadas Faruru Falls y después en Puketi Forest donde pudimos contemplar el majestuoso el árbol nacional, el kauri, con cuya madera se construyen muchos muebles y accesorios;  parece alcanzar los cielos con su desmesurada altura.

 

El otro pueblo que se puede visitar en el día es Russell. El ferry cuesta 1$ y te cruza al otro lado. Si quieres ir con coche, se paga 11NZ$ por viaje. Con los amigos del Gypsy Blues vamos a pasar un domingo. Tenemos ganas de patear y caminamos más de cuatro horas para llegar desde el ferry dock al centro de la villa, también coqueta y bonita. El camino es entretenido y hay una gran variedad de plantas y frunduosa vegetación. Resulta más corto y directo bordear la carretera pero menos interesante.

 

New Zealand es un país muy verde donde prevalizan hectáreas y hectáreas de terreno con diferentes tipos de plantaciones y áreas arboladas. No se ven edificios fuera de las ciudades y todos son casas –la mayoría de una planta- prefabricadas, en gran número, pequeñas y sencillas pero de muy bien ver, tremendamente cuidadas y con jardines impecables y sin vallar.

 

Pasamos tres semanas en Opua, melodeando un poco por sus alrededores cuando las obligaciones nos lo permiten, pero Bay of Islands da para mucho más, probablemente regresemos y sigamos descubriendo todos sus rincones.

 

Whangarei

 

 

19 de enero de 2013


Bay of Islands es una bahía hermosa pero con un poco de frío aún no apetece tanto estar haciendo mucho cruising, fondeos en playita y mucho menos bañitos en las gélidas aguas de estos mares del sur. Esta vez abandonamos Opua sin tristeza, más bien con el sentimiento contrario. Necesitamos un cambio.

 

Navegamos más de tres o cuatro horas hasta llegar a mar abierto, la bahía es profunda y tardamos en dejarla atrás. Siempre resguardados del mar en su interior es una gozada poder navegar con ese mar sin olas. Por fin damos la vuelta al famoso Cap Brett, y tenemos a nuestra vista el famoso Hole in the rock,  que  aparece en todas las fotos propagandísticas.

 

Hay un par de lugares donde puede hacerse una parada intermedia camino a Whangarei. Nosotros decidimos parar en Tutukaka donde llegamos a la tarde con unas pocas horas aún de sol por delante. Lo bueno de navegar en el casi ya verano de Nueva Zelanda es que los días empiezan a ser largos y no oscurece hasta las nueve. La entrada es estrecha con salientes a ambos lados por lo que hay que andar con ojo. Con temporal del este intuyo que no será muy segura la entrada o salida.

 

Estrenamos la nueva ancla: nuestra flamante Rocna de 25 kilos. Hace tiempo que la perseguíamos;  para muchos estudios, la mejor en el mercado. Y hasta ahora damos fe de ello. Qué diferencia... Hemos cambiado una de 20 por una de 25, una Delta por una Rocna. Realmente el cambio es espectacular, dramatic, como dirían en inglés. En cuanto das marcha atrás tarda en agarrar tan solo un metro y pega inmediatamente un tirón sorprendente. La casa Rocna hace sus tests con vientos de 70 nudos y esta medida es la idónea para nuestra eslora y peso con esas ventolinas. Ahora ya contamos con una cuarta ancla de respeto que nos faltaba. Actual equipo de anclas del Caps: Rocna 25 kg, Delta 20 Kg, Yate 15 Kg. y Fortress 9 Kg.

 

Tutukaka es un fondeo bonito. Anclamos a 5 metros de profundidad. Siempre hay que tener en cuenta la marea que puede variar unos 2 metros como máximo. Sentimos esa libertad que te da el estar fondeado. Es una sensación extraña, la marina es cómoda: todo cerca, agua, tienes todos los servicios, puerto seguro, no debes preocuparte de la meteo... pero el estar al ancla solo con mar a tu alrededor es una sensación tan distinta... Te sientes libres, sientes que puedes ir donde quieras, que eres dueño de tu vida, de tu tiempo, de tu destino... Esa paz del fondeo...

 

Una marina yace al fondo. No sé cuántas marinas tiene este país pero para sus escasos cuatro millones de habitantes, muuuuuchas. Hay una excursión interesante al faro. Dudamos si quedarnos algún día más y explorar un poco la zona pero parece que la tripulación quiere proseguir.

 

Muy temprano al día siguiente seguimos rumbo sur, tenemos unas 30 millas hasta la entrada a la bocana del río. El máximo inconveniente de Whangarei es que queda bien adentro de un profundo río que lleva casi tres horas navegar.  Así que no es un buen lugar como base del barco para salir a navegar todos los fines de semana. El canal del río está bien señalizado y las cartas especiales que tenemos para NZ en el Open Cpn son acertadas. Con paciencia recorremos el laaaaargo río. ¡Ojo! Llegamos al punto donde el calado es menor. Debe hacerse con la marea alta porque el mínimo es de menos de dos metros. Falta solo una hora para la máxima marea, probamos.......................................................................................Tocamos. El barco ha dejado de avanzar, nos hemos quedado clavados. Opppps. Miro la cara de mi capitán. ¿y ahora qué? El fondo es arena o barro así que no es una situación de peligro. Solo toca esperar a que la marea siga subiendo. Lo malo es que la corriente nos está poniendo la proa hacia el lado menos profundo del estrecho canal. Sacamos la génova para ayudar a la proa que vaya hacia el lado contrario. Tras media hora de espera el barco vuelve a avanzar y seguimos. Cruzamos el puente que aún está por terminar. En un futuro imagino que habrá unos horarios de apertura que habrá que conocer de antemano.

 

Entramos en la marina. Pocas otras opciones hay aquí. Se puede fondear más afuera en el canal pero hay muy poco calado, mucha corriente, poco espacio y queda lejos de todo. Hay un par de marinas más muy pequeñas quizás un pelín más económicas pero no tan céntricas. Whangarei marina está en el corazón de la ciudad. Hay la opción de un amarre o de las pile moorings. El amarre para un barco de nuestra eslora sale unas 650 NZ$ al mes incluyendo los 3$ al día que hay que sumarle por vivir a bordo para dos personas. El amarrarse a los postes es una alternativa más económica pero no hay lugar ahora y cuentan con el inconveniente de que no tienes agua ni electricidad y hay que desplazarse con el dinghy. Es una buena opción si quieres dejar el barco y marcharte. Las instalaciones de la marina están muy bien. La ducha de agua caliente cuesta 1$ (y dura 6 minutos, 2 más que en Opua), la lavadora 2$, la secadora 3$ (siempre hablamos de NZ$, que tiene menos valor que el dólar americano)

 

Whangarei es la única ciudad de Northland. Bonita, no puede decirse que sea. Pero tras un tiempo allí, como en todas partes uno le pilla su gustillo. Es pequeña y fácil de manejarse. La marina está situada en pleno centro y en cinco minutos a pie llegas a todas partes.

 

Hicimos una primera incursión en esta ciudad hace unas semanas viniendo desde Opua en furgoneta. Varios negocios de Whangarei organizaron un tour para los cruceristas para promocionar su ciudad por el que pagamos 20$ cada uno. Una hora de viaje por carretera, nos mostraron las marinas y facilidades y buffet para comer.

 

Town Basin es el área donde queda la marina, una zona turística con varios restaurantes, un paseo a lo largo del río, mercado de artesanías los sábados... Al lado está el área industrial con naves y todas las tiendas y servicios náuticos. Whangarei es el lugar más conveniente en toda Nueva Zelanda para hacer arreglos en el barco. Se encuentra todo y a una cerca distancia perfectamente “andable” o en bicicleta. Los precios dicen que son los más interesantes y más ajustados que en Opua. La mano de obra sin duda mucho más barata que en Auckland. Tres varaderos para sacar el barco con todas las facilidades, tres grandes tiendas de náuticas, grandes ferreterías y todas las tiendas especializadas de rigging (jarcia), velas, fibra...

 

Todo barco requiere mantenimiento especialmente tras largas navegaciones donde todo ha tenido que trabajar mucho, algunas cosas pueden llegar a romperse y otras uno se da cuenta que pueden mejorarse. Llevamos la vela mayor y la génova a reparar. Reforzamos los desgarros que teníamos en los rizos, la costura improvisada camino a Minerva Reef y otras partes que lo requieren. Lo mismo para la génova, así como también un ajuste para que la vela pierda ese flameo que se ha ido formando con el uso. Doyle hace todos las reparaciones: excelente trabajo y muy buena gente. Lo recomendamos. Limpieza de winches, sustitución de controlador de placas solares que Connor nos ha traído de Estados Unidos... y un largo etcétera de pequeños trabajitos que mantienen a Jose ocupado durante nuestra estancia en Whangarei.

 

El centro de la ciudad, dice Felipe que, se parece a las películas del oeste. Son todo calles iguales, paralelas unas a otras sin mucho estilo ni idiosincrasia. Por lo menos tiene una calle peatonal un poco más bonita que es el centro neurálgico donde hay más animación. Algunos restaurantes tailandeses, malasios, indios... aquí no hay una tradición gastronómica, es una cultura inglesa; muchas tiendas de deportes outdoors (al aire libre), al neocelandés le encanta el camping y cualquier deporte en contacto con la naturaleza; muchas tiendas de segunda mano: de ropa, librerías... también es lo más habitual comprar artículos usados, no es un país barato y todo se revende.

 

Whangarei tiene 140.000 habitantes pero están dispersos. No hay un centro citadino con altos edificios. En el corazón de la ciudad todo son tiendas, negocios y naves de dos plantas como máximo y algún edificio, no muy alto, aislado. La gente vive en casas en los alrededores.

Dicen que es una de las zonas más baratas del país y también más sencillas. Se nota en la manera de vestir de la gente, al más propio estilo inglés, que a nosotros nos resulta bastante hortera. La gente un poco gordita sin complejos, con minifaldas cortas y ropas ajustadas donde sobresalen las grasas acumuladas. No es fácil ver a una chica bonita. Los hombres se conservan algo mejor porque suelen practicar bastante deporte, sobretodo el rugby, el deporte nacional;  pero también ciclismo, running... Hay una importante población maorí.

 

No hacemos excesiva vida social aquí. La marina está bastante vacía con muchos cruceristas que han dejado los barcos para volar a casa por Navidad. Viejos amigos con los que siempre seguimos compartiendo: Andy, Eleandro, Alberto y Sabrina trabajando a destajo en el varadero, después llega y se va Merilelu, un nuevo amigo español -Felipe- tripulante de un barco que preparan para ir al Cabo de Hornos... y algunos locales o cruceristas ya instalados en NZ con los que charlamos a ratos como Fiona y Renata. No mucho más. Las obligaciones tampoco nos dejan entrar en sociales: Jose está con los trabajos en el barco y yo estudio intensivo durante un mes para el examen de inglés del IELTS que me piden para poder trabajar aquí.

 

Pasamos las fiestas con amigos. En la Nochebuena nos juntamos nueve. Cena internacional: un finlandés, una holandesa, dos suecos, un maltés, dos italianos y nosotros. El día anterior acudimos toda la tropa al supermercado a comprar el menú y repartimos tareas. Salmón al estilo escandinavo, jamón asado, cordero, entrantes, ensaladas, fresas al mascarpone, muffies de chocolate con nata, vino, cerveza... cuánta comida. Tanta, que repetimos al día siguiente con todo lo que sobró. No faltan los crackers ¿no sabéis lo que es? Nosotros tampoco lo sabíamos y los demás se extrañaron. Parece que es una tradición en todos los países anglófonos. Son unos paquetitos  que esconden un regalito, un sombrero y un chiste. Hay que tirar de una punta, se rompe y aparece la sorpresa. La verdad es que no le encontramos mucho la gracia pero es interesante aprender de otras tradiciones. También hacemos amigo invisible. En fin, la pasamos muy bien, estamos entre amigos y comemos y comemos.

 

Para fin de año algunos se han ido y solo quedamos nosotros, Eleandro y Felipe. Hacemos una cenita rica, comemos las uvas, brindamos y salimos tras la medianoche con la decepción de no encontrar casi nada abierto. Aquí no hay fiesta. Parece que la gente sale de la ciudad, se junta en las playas, en los camping, ya contábamos que el kiwi es muy outdoor.  Pero algo encontramos y volvemos a casa a las 5.30 de la mañana.

 

Lo que me gusta de Whangarei es que todo está cerca: la ciudad, el campo, la playa... Hay bonitos paseos que se pueden hacer a pie. Subimos un día con Andy y Eleandro al Mount Parihaka con espectaculares vistas de la ciudad; otro día con Eleandro y Dominic vamos a las Waterfalls. El camino es espectacular y las cascadas tampoco tienen desperdicio. 

 

Cinco semanas en Whangarei son suficientes para tener esa llamada interior que toca movernos de nuevo. Si hay algo que ahora nos defina es que somos realmente nómadas y tras mucho tiempo en un mismo lugar tanto nuestro Caps como nuestras almas piden un nuevo cambio.

 

Salimos con la marea alta y la corriente saliente para que nos empuje en el largo recorrido por el río. Fondeamos enfrente de Marsden Cove Marina que está dentro del río pero poco antes de la bocana al mar. Esta marina es más económica pero queda totalmente retirada de la ciudad. Es una buena opción si quieres dejar el barco en el agua y marcharte o si tienes coche y no necesitas estar cerca de la ciudad. La gran ventaja es que para salir a navegar no hay que perder casi tres horas de ida y otras tres de vuelta para atravesar el río. Anclamos por segunda vez con nuestra apreciada Rocna que no nos deja de llamar la atención y exclamamos sorprendidos con sorpresa una y otra vez lo bien y rápido que agarra. 

 

Kawau Island

 

21 de enero de 2013


Tras un último chequeo de la meteo -debe siempre estudiarse muy bien puesto que por aquí el tiempo es muy cambiante- levamos ancla y hacemos una buena navegación hasta Kawau Island, a unas 40 millas de distancia. Salimos con un rizo y más adelante pondremos un segundo para ir más tranquilos. Viento de proa a veces racheado hasta 25 nudos. Eso sí, qué frío...  con el viento y por un rato un poco de lluvia en ningún momento tengo la sensación de estar en verano. Se nubla, sale el sol, se nubla, sale el sol. Así es New Zealand. Qué alegría cuando el solete se queda por un rato. SOL, bendito tesoro. Aunque cuando hay demasiado, mejor resguardarse y protegerse. En esta área del globo la capa de ozono está prácticamente destruida y los rayos son muy perjudiciales.

 

Fondeamos en Masion Bay donde unos diez o doce barcos más comparten abrigo. Hay unos 18 ó 20 nudos fuera pero en cuanto entras a la bahía Eolo parece desparecer por completo y se respira una paz absoluta.  El resto de barcos son todos kiwis, algunos veleritos, otras motoras; unas más grandes, otras bien diminutas... Al neocelandés le gusta navegar y lo hace con cualquier cosa que flote. Muchos están fondeados con cabo. Todos se bañan dando la impresión que el agua está muy apetecible pero para mí los 20º de temperatura frente a los 29º o 30º de los trópicos no consiguen motivarme para darme un baño. Jose se atreve y dice que tras un rato uno se acostumbra y no está tan fría.

 

El enclave es muy bonito. Nos lo habían recomendado pero no esperábamos que nos fuera a gustar tanto. Regresamos a la rutina del fondeo: bajamos dinghy, motor fueraborda... Vamos a explorar alrededores con nuestro auxiliar, caminamos por la playa... NOS ENCANTA.

 

La principal atracción es la Mansión House, una casa de madera que están rehabilitando que data de 1845 donde solía vivir el gobernador.

 

Pasamos dos días aquí, con pena, porque hubiéramos alargado nuestra estancia pero algunas obligaciones nos reclaman en Auckland. Así que navegamos las 25 millas más que nos separan de la gran city, con la fortuna de esas navegaciones tan formidables: viento de través de 15-20 nudos que viene de tierra por lo que no tenemos ola. 

 

Camping & tramping en North Island:

Taupo, Tongariro National Park, Rotorua & Tauranga


 

17 de febrero de 2013 

 

El estrés se ha apoderado de nosotros en Auckland: visas, búsqueda de trabajo, entrevistas, English & more English, reciclaje en el estudio.... Nuestros amigos Kari y Helena nos animan: “por qué no os vais unos días de camping” Ellos nos prestan el coche, la tienda de campaña, el colchón, las sillas, la cocinita... Por qué no... Más fácil no lo podemos tener. Nos tomamos ocho días de vacaciones.

 

Conducimos unos 400 kilómetros hacia el sur hacia nuestro primer destino: Taupo. Atención! Hay que mantenerse a la izquierda, así se conduce aquí. Los ingleses dejaron su huella también en este país. New Zealand tiene cuatro millones de habitantes y kilómetros y kilómetros de carretera en el basto territorio de la isla del norte y del sur. Las carreteras suelen ser en casi todo los tramos de dos carriles y no está permitido superar los 100 Km/h. No hay apenas autopistas, solo en algunos tramos en las cercanías de Auckland. Así que yendo muchas veces a 80 ó a 90 hace que las distancias se hagan aún más largas.

 

En el camino recogemos a una pareja jovencita de daneses que andan viajando haciendo hitchhiking (autoestop). Hay muchísima gente joven recorriendo Nueva Zelanda a la vez que trabajan. Los menores de 30 pueden obtener un Working holiday visa que les permite trabajar un mínimo de un año con posibles extensiones en trabajos temporales. Los hay de todas las nacionalidades pero lo que más abundan son alemanes, después franceses, americanos y del norte de Europa, mexicanos, chilenos, argentinos... los españoles como viene siendo habitual brillan por su ausencia. Muchos nos dicen que son los primeros que se encuentran.

 

El salario mínimo es 13.50 NZ$ la hora, aunque lo quieren subir a 20$ porque dicen que no es suficiente para poder vivir en Nueva Zelanda. Ya hemos rererepetido que este país es caro pero sabiendo los sueldos que se están pagando en otras partes no está tan mal como salario mínimo. Hay mucho trabajo temporal en restaurantes, cocina, recogida de fruta... y es solo llegar y poder empezar a trabajar. Los chavales suelen trabajar unos meses en un lugar, viajan un poco, vuelven a trabajar en otra ciudad... Otros optan a veces por trabajar en granjas a cambio de casa y comida y mientras tanto no gastan y pueden alargar más el viaje. De una manera u otra en todas partes está lleno de backpackers (mochileros) que optan por salir de su país y viajar y viajar. Después muchos van a Australia donde también es muy fácil conseguir trabajo temporal.

 

Llegamos al lago Taupo, el más grande de Nueva Zelanda y de todo Australasia. Como curiosidad lo comparan con Singapur que tiene la misma extensión que el lago y donde viven más que toda la población de NZ – 5.3 millones comparados con los 4.5 de habitantes kiwis.

 

La pequeña ciudad de Taupo se extiende a la orilla del lago, es bastante bonita por lo que son las ciudades aquí. Son todas muy impersonales, sin un estilo propio y por supuesto sin nada de historia.

 

Cualquier viajero que se precie en este país debe llevar una tienda de campaña en su mochila. A los locales les encanta el camping y el país se presta para ello. Nos dirigimos al camping gratuito Reids a las afueras de Taupo. Hay camping privados que se llaman Holiday Parks y los públicos que administra el Departamento de Conservación (DOC). Este -por ser totalmente gratuito- no tiene apenas servicios, solo unos baños. Como el río Waikato pasa por al lado del camping podemos bañarnos y lavar los platos.

 

Una opción más cómoda que el camping es la campervan (caravana) o una van (furgoneta) convertida en caravana. Las hay a montones y muy bien preparadas.

 

Nos encanta estar al aire libre en plena naturaleza. Montamos la tienda, conocemos gente nueva, nos encontramos con algún conocido de barco... Pero nuestra actividad principal en todos los día de acampada son los trekkings. Cada día salimos a caminar varias horas por los múltiples tracks que ofrece este país. Es el paraíso de los amantes de la naturaleza. Excursión a Huka Falls, que es impresionante no por su altura sino por la cantidad de agua del río Waikato que desciende. Otro día vamos a las aguas termales donde tomamos un fabuloso baño con temperaturas a veces hasta demasiados altas para lo que el cuerpo puede tolerar.

La pena es no haber traído la caña de pescar porque ahora nos comeríamos a gusto unas truchas rellena con bacon que abundan en el río.

 

Seguimos descendiendo hacia el sur. Paramos en la también impersonal y carecedora de atractivo Turangi para obtener información de nuestro próximo trekking. Unos 100 kilómetros más y llegamos al camping de Mangahuia. Este también pertenece al DOC y cuesta 6 NZ$ por persona. Los hay de varios precios, cuanto más caro más servicios. Este tiene unos baños mucho más limpios y cuidados, una caseta techada con grifos y mesas y sillas para comer. 

 

Hacemos parte del Whakapapaiti Track y una pequeña caminata en el pueblo vecino de Whakapapa Village. Uno de los días está medio lluvioso, pero no podemos quejarnos porque hemos tenido un tiempo formidable durante todo nuestro viaje. Los kiwis nos comentan que este año es atípico y no recuerdan otro con tan buen tiempo. El año pasado literalmente no tuvieron verano. El campo está más seco que nunca. El sol nos sonríe a nosotros.

 

Los trampings (como llaman en kiwi a los trekkings) anteriores nos han servido un poco de preparación para el Tongariro Alpine Crossing, considerado el mejor trek de un día en New Zealand y uno de los 10 mejores del mundo.

 

El trekking es de 20 kilómetros e indican que lleva entre 7 y 8 horas. Nosotros lo hicimos en cinco. Parece que estamos bastante en forma. Nos informan en Turismo que la única forma de llegar es contratando un transporte hasta el inicio de la excursión donde los coches no pueden llevar, 35 NZ$ por cabeza. No tenemos más remedio que pagarlo. La ventaja es que controlan las personas que suben y como las condiciones pueden volverse adversas en estas altitudes es una seguridad. Toman los datos de cada uno de los pasajeros y si no regresan a la hora máxima indicada imagino que dan aviso a las autoridades. Pero hay otra opción que después vemos que era mucho más interesante, hacer el trekking en tres días haciendo otras etapas que no alcanzas en el de un día y llegas caminando sin necesidad de pagar el transporte. A las noches hay que dormir en los huts (las cabañas en la montaña) 35NZ$ por persona en la cabaña y 14$ por acampar (precio con reserva, si no, el doble). Pero eso exige tener que ir muy bien equipado porque ahí arriba hace mucho frío, tener buenas mochilas, buena tienda, buenos sacos, todo ligero... La próxima intentaremos poder ir abasteciéndonos con equipo de más calidad y hacer excursiones más largas.

 

Partimos a las 7 de la mañana y estamos en la base media hora más tarde. Hace mucho frío por lo que vestimos ropa térmica, polar, gorro, guantes...Tongariro National Park tiene tres volcanes activos. En el más alto, Mt. Ruapehu, se practica el ski en invierno, de hecho, ahora en verano tiene los picos nevados. Mt. Ngauruhoe fue escenario de la famosa película El señor de los anillos y Mt. Tongariro tiene una indudable belleza. Una parte del track está cerrado por reciente erupción de uno de los volcanes. El tramping es muy interesante en medio de el paisaje volcánico. South CraterRed Crater y en la cima Emerald Lakes y el Blue Lake, las vistas desde arriba son increíbles. Comemos los ricos sandwiches que hemos preparado de atún, tomate y aguacate e iniciamos el descenso.

 

Esta mañana madrugamos y antes de las 6 recogimos la carpa y todo esta en el coche, por lo que no tenemos que regresar al camping y volvemos a poner rumbo norte pasando de nuevo por Taupo destino Rotorua.

 

Rotorua es uno de los lugares más visitados en Nueva Zelanda. Sus 16 lagos hacen que sea un lugar hermoso con una paz extraordinaria. Buscamos el camping al lado del Lago Okareka. ¡Qué bonito lugar! Qué placer acampar justo a la orilla del lago. 10$ por persona con unos baños impecables y espacio para cocinar y lavar. Voluntarios lo cuidan dos veces al día así que está en perfectas condiciones. Conocemos a Saul, un alemán de 22 años que ha venido con el working visa a viajar y trabajar. Como no tiene transporte propio, comparte dos días con nosotros y hacemos juntos las excursiones. Es muy difícil desplazarse sin tener vehículo. Los transportes públicos son bastante malos y caros, suelen cubrir los grandes tramos entre ciudades pero no el resto de trayectos.

 

A los neocelandeses les encantan los outdoors, practican cualquier deporte al aire libre. No he visto cosa igual. Son superaficionados al camping, hikingkayaking, ski acuático, jogging, ciclismo, pesca... Estos lagos son ideales para ir con el kayac, ski acuático u otras  modalidades.

 

Explorar todos los lagos llevaría una eternidad. Nosotros caminamos el Blue Lagon que se puede circundar en un hermoso y pintoresco enclave. El que no practica algún deporte es porque no quiere. Encuentras mamás con dos niños pequeños, los perros.. todos corriendo juntos mientras la madre empuja el carrito doble. O bicicleta con un remolque de bebé... Qué espíritu, sí, señor.

 

La ciudad de Rotorua es famosa por  su actividad geotérmica. Dicen que es una de las zonas del mundo con más actividad. En el parque Kuirau se puede observar todos estos mecanismos de la tierra y la atracción principal es el Geyser de Pohutu en Whakarewarewa (uno de esos nombre maorís tan fáciles de recordar). La entrada cuesta 30 NZ$ que no estamos dispuestos a pagar ya que hay un mirador desde el que se puede observar un poco más lejos pero sin pagar un centavo.

 

En los alrededores también se pueden visitar un par de pueblos maoríes para conocer su cultura, ver sus danzas y degustar su gastronomía pero la entrada cuesta más de 100$ por persona. Muy caro y demasiado montaje turístico. Pasamos.

 

El parque de Redwoods tiene varios trekkings alternativos o paseos con mountain bike. Desde uno de los miradores podemos ver la erupción de las aguas termales. El geiser erupciona 20 veces al día y tiene más de 30 metros de altura. Nos perdemos entre los inmensos árboles traídos originariamente de California y que plantaron a principios del siglo pasado.

 

A los kiwis les gusta presumir de ecologistas y de conservadores de su naturaleza. Pero lo cierto es que tienen muchas contradicciones. Cuando circulas kilómetros y kilómetros por el país enseguida puedes apreciar que apenas queda vegetación original. Solo el 3% de la tierra conserva los árboles autóctonos. El resto lo han talado entero, han plantado abetos y más abetos por todas partes, plantaciones de fruta y vacas, vacas y más vacas. Es una pena porque los bosques autóctonos son maravillosos. Un gran desastre ecológico. 

 

De lo que sí pueden presumir, y mucho, es de cómo tienen mantenido todo el país. No conocemos nada comparable y Europa que suele ir a la cabeza se queda atrás. Las carreteras, todos los campos, cualquier camino, todo está admirablemente cuidado y limpio. No ves un ápice de suciedad en ningún lado. Los baños públicos siempre impecables.

 

Nos vamos para el este hacia Bay of Plenty. Parada obligatoria en Te Puke, conocida como Kiwifuit Capital of the Wold, el 80% de los kiwis en NZ se plantan en esta región. El kiwi gigante -imposible no ver desde la carretera- es parada obligatoria para inmortalizar en una foto. 

 

Llegamos a Tauranga, una ciudad en el mar y uno de los destinos tanto para los kiwis como para los turistas internacionales más populares. Playas, campos de golf, restaurantes y mucho ambiente.

 

Esta vez vamos a uno de los camping privados llamados Holiday Park, no hay ninguno del DOC en los alrededores. Esto es otra historia. Están totalmente equipados, cabinas, cocina, duchas, habitación con TV, barbacoas, sala de juegos... Ideal para familias. Pagamos 25NZ$ por los dos pero casi todos suelen costar 20$ por persona por un trozo de tierra para desplegar tu tienda y acceso a todas las instalaciones. Es cómodo pero a nosotros nos resulta caro y nos gusta menos ya que están en mitad de pueblos y las ciudades y no en plena naturaleza salvaje.

 

Aprovechamos para saludar a los amigos del velero Saltbraker. Los hermanos Kleemans -de 27 y 29 años- salieron de California y hemos ido coincidiendo con ellos desde Marquesas. Tomamos unas cervezas y subimos a lo alto de la montaña Mouao con unas vistas extraordinarias de la bahía en Mt. Maunganui, una zona de turismo playero a tope. Se ve una calidad de vida muy alta y las construcciones tanto aquí como en Ratorua son mejores y más sólidas que en la parte más al norte de la isla.

 

Tauranga es el puerto comercial principal del país y tiene una actividad agitada. Coincide e nuestro paso por allí una competición la fórmula 1 en agua. Vaya virguerías de máquinas y qué velocidad. Nunca habíamos visto este tipo de competición y es impresionante. Para mi opinión, demasiado peligroso.

 

El viaje llega a su fin tras ocho días “campeando” y “trampeando”. Nuestros amigos del Merilelu están en Whangarei, así que tenemos que llevarles el coche hasta allí y la vuelta a Auckland en autobús con todos los trastos, al más bien estilo gipsy.

 

Fantásticas mini vacaciones. Se nos hizo corto. Aunque también es una alegría regresar a nuestro Caps y disfrutar de lo que ahora todo es lujo y confort al lado del camping.

 

Nos hemos hecho una buena idea de Nueva Zelanda. Conocemos bastante la isla del Norte pero nos queda la del sur que dicen que es mucho más mágica e impresionante. Ahí sigue, esperándonos para nuestro próximo viaje.

 

Thank you Kari & Helena for the car and all the camping gear! Thank you, friends.

 

 

Waiheke #1

 

 

1 de marzo de 2103

 

La gran ventaja de Auckland en cuanto a posición y navegación es que se encuentra en la bahía de Hauraki Gulf con muchas islas a poca distancia con bonitos fondeaderos como North HeadBrownsRangitotoMotutapu y Motuine. Su gran joya, Waiheke.

 

Tan solo 12 millas navegando en este mar cerrado. Es sábado y un montón de barcos navegan hacia una isla u otra. Espíritu de Auckland a tope, velas arriba y a navegar... Llegamos a Waiheke,  lanzamos nuestra flamante Rocna en los 3 metros que tenemos bajo nuestra quilla en bajamar y fondeados otra vez!!!!! 

 

Nos encontramos con Cristina, una española que conocimos en Tonga que actualmente vive en la isla. Llegó aquí con el working holiday visa, como hacen miles de jóvenes de muchos países cada año con la intención de viajar y trabajar al mismo tiempo. Los españoles tienen derecho a 200 working visa. Una vez más nuestro gobierno, el mejor. El resto de nacionalidades que hemos ido encontrando tienen visas ilimitadas o límites mucho más superiores. Pero nuestro hermoso país solo doscientos. No sé qué clase de acuerdos hay entre países pero estoy segura de que no se han preocupado de conseguir algo mejor. Nos cuentan que las visas salen una vez al año y a los diez minutos ya están agotadas. Es una experiencia inmejorable para cualquier joven, sin duda.

 

Cristina y Jenik, su novio de República Checa, nos vienen a recoger a Putiki con su van acondicionada para dormir, donde han vivido parte del tiempo. Nos llevan a hacer un tour por la isla. Dicen que las mejores playas de la isla son Onetangi y Palm Beach, la segunda no la conocemos aún pero la primera es larga y de arena negra, me recuerda un poco a las de Lanzarote.


Nos preguntan qué es lo que queremos ver y les decimos que preferimos ir a la zona este de la isla que es la que queda más lejos e imposible de llegar a pie. El resto, es abarcable y con agua en la mochila y un buen calzado la iremos recorriendo poco a poco.

 

Llegamos a Orapiu, el extremo sureste de la isla. En este lado hay playas hermosas y muy deshabitadas. Las vistas desde lo alto son preciosas y a veces se asemejan a Bay of Islands. De ahí iniciamos un track (un camino) y pasamos por Otakawhe BayPearl Bay y Te Matuku Bay. Las playas del sur son rocosas y de arena negra, las del norte son más amplias y con un agua más nítida.

 

Seguimos con la van hasta Man O’War Bay, un área histórica muy visitada. Pero el sol ya se está marchando, hace viento y empezamos a tener frío. Mejor volver otro día con sol. Los chicos vienen a cenar al barco, tenemos una luna llena espectacular; se hace tarde y se quedan a dormir.

 

Nos trasladamos hacia el norte, a Oneroa Bay. Va a soplar por unos días suroeste y aquí estaremos bien; además, al dar la vuelta a la isla, nos acercamos hacia Great Barrier. Este fondeadero es muy popular y a medida que se acerca el fin de semana se va poblando de barcos y más barcos. Nosotros salimos el sábado bien tempranito y ya se han juntado 60 barcos y los que están por llegar...

 

El pueblo de Oneroa es el principal de la isla. Coqueto y encarado al turismo que llega de la ciudad. Se organiza en torno a una calle principal donde se encuentran todos los restaurantes, la mayoría con bonitas vistas a la bahía. Un pequeño supermercado (Four Square), algunas tiendecitas y una farmacia.

 

Great Barrier

 

20 de marzo de 2013

 

Tan solo a cuarenta millas de Waiheke y a cincuenta de Auckland se encuentra esta maravilla de isla. Esperamos a tener viento del suroeste para navegar viento en popa a toda vela pero el pronóstico nos falla. No windMotorsailing. Qué le vamos a hacer, ni una pizca de viento, ni una brisita, na’ de na’ (y eso que daban 12-15 nudos). El capi se queja una y otra vez. Detesta ir a motor. “Podríamos haber salido ayer...” Pero era viernes y me han pegado esa superstición náutica de no salir en este día. Lo sé, son solo supersticiones, pero por si acaso... en el mar, respeto.

 

No hay problema saliendo desde Waiheke pero si se parte de Auckland hay que evitar el Horn Rock, unos salientes que están a mitad del camino donde varios se han quedado. Lo que hace la gente es poner rumbo a Little Barrier y después, rumbo directo. 

 

Nos dirigimos directamente a Fitzroy, una bahía enorme, muy bien protegida donde están los lugares más interesantes. En la antesala a Fitzroy nos topamos con un fondeadero que nos gusta, Oneura Bay, y nos quedamos a pasar un día. Compartimos espacio con otros tres barcos. Anclamos a 8 metros de profundidad.

 

Pensábamos que aquí no habría cobertura pero hay señal a tope. Seguimos conectados con el mundo exterior. Nuestrosmartphone con 600Mb al mes + 200 SMS + 30’ de llamada por 20 NZ$ -que nos proporciona la compañía 2 Degrees- nos tiene siempre conectados. Además tenemos un módem de Vodafone (2 GB al mes por 50 NZ$). En realidad, para lo indispensable teníamos suficiente con el smartphone pero el módem lo compramos para poder hacer un curso online.

 

La bahía de Oneura es bonita y tranquila. Bajamos con el dinghy a la playa y vemos muchas conchas en la arena. Aquí habrá berberechos, pipis, como aquí los llaman. Tras buscar un rato, aprendemos que estos se encuentran con la marea baja, muy cerca de la orilla enterrados en el fango. Recogemos unos cuantos y un día los comemos solos con limón y ajitos y al siguiente los preparamos con espaguetis. Muy ricos.

 

A la mañana siguiente entramos en el gran puerto de Fitzroy, pasando por el pase estrecho de Governor Pass. En su interior hay muchas bahías y según de dónde sople el viento conviene moverse a una u otra. Muchos nos han hablado de la popular Smokehouse Bay. Allí vamos...

 

12 metros de profundidad en máxima marea. Hay muchos barcos, todos kiwis. Apenas vienen transmundistas. La mayoría entra a Bay of Islands o Whanagarei y de ahí no suelen moverse, si no es un poco por tierra, para conocer la isla del sur o por avión para ir a su país de vacaciones. Nos gusta estar entre kiwis. La gente es muy simpática y se muestran curiosos al saber que hemos llegado aquí navegando desde España. El neocelandés en general tiene curiosidad por el exterior. Un 10% de la población vive en Australia y un 5% está viajando. La mayoría con quienes hablamos han estado o bien en Europa o bien en las islas del Pacífico. Pero tampoco representan a toda la población, hay muchos otros que ni siquiera conocen la joya que tienen en la Isla del Sur. Casi en su totalidad son monolingües. No hemos encontrado a nadie aún que hable otra lengua extranjera y ni siquiera maorí. Por más propaganda política que quieran darle a la lengua indígena, además de los propios maoríes, pocos más la hablan.

 

Conocemos a una pareja de 78 y 85 años de edad, Orean y Peggy. Fabulosos, admirables! Dieron la vuelta al mundo hace 25 años y aún siguen navegando, pasan tres meses al año en el velero. Nos invitan a su barco y charlamos bastante con ellos. Nos muestran su casa de verano, un casco de madera que él mismo construyó y que mantiene impecable tras más de 35 años. Ella se mueve con mucha dificultad. Es increíble que sigan navegando. Nos invitan a visitarlos a Waikehe, donde viven, cuando regresemos. Ella escribió un libro entonces e intentaremos encontrarlo en alguna biblioteca. Nos encantaría poder leerlo.

 

Intentamos pescar al curry o al fondo. Pero de momento no hemos tenido ninguna de las suertes. Desde el barco o saliendo con el dinghy a más profundidad y poniendo calamares como cebo –lo que nos recomendaron los locales- probamos una y otra vez, pero nada. Nos acercamos a una motora de la que están pescando para preguntar qué estaremos haciendo mal y los cuatro amigotes aficionados a la pesca nos invitan a bordo, nos ofrecen cervezas y finalmente nos invitan a cenar los pargos que han cogido ellos durante el día afuera de la bahía.

 

Smokehouse Bay es un lugar único y muy curioso. Recibe este nombre porque hay unos “hornos” donde se puede ahumar el pescado. También hay agua y unos lavaderos tradicionales para hacer la colada, unos postes donde puedes amarrarte y llenar los depósitos de agua, bancos, una caseta con libros y dos bañeras para tomar un baño o ducha caliente. Leña, cerillas, papel... todo lo que necesitas para prender la chimenea y calentar el agua del depósito para disfrutar del lujo de una ducha caliente. Qué más se puede pedir. Jose, hacha en mano, se pone manos a la obra y al cabo de un rato nos quedamos como nuevos. ¿No es curioso?

 

Hay un trekking, bonito y corto, menos de una hora ida y vuelta a la otra bahía donde fondeamos ayer.

 

Volvemos a la caza de pipis, esta vez en una nueva bahía, Wairahi Bay, donde los hay a montones. La verdad es que es un gusto poder cogerlos nosotros mismos y están buenísimos: con pasta, como aperitivo, con limón, con salsas... En Great Barrier los berberechos pasan a ser parte de nuestra alimentación básica.

 

El viento ha cambiado de dirección y soplan 20 nudos. Cambiamos al otro lado de la bahía para estar mejor protegidos.Smokehouse Bay se queda vacía y todos nos vamos moviendo, es lo que tiene esto: una milla y vuelves a estar a resguardo. Llueve toda la tarde. Creo que es el segundo o tercer día de lluvia tras casi cuatro meses en NZ. De hecho, tienen problemas con la sequía este año. Es totalmente inusual. Kiwiland es lluvioso y húmedo en general. Pero la mañana siguiente amanece fabulosa y sin nada de viento. Kiwiriki Bay luce preciosa y con la calma del mar las nubes se reflejan en el agua. Nos encanta este lugar.

 

Nos movemos a la bahía más al norte, Port Fitzroy. Primero fondeamos frente al muelle pero no nos gusta porque hay muchas boyas y no tenemos espacio para bornear. Tiramos la basura, compramos un par de cositas que nos hacen falta en la pequeña tienda que dobla o triplica los precios y nos vamos a fondear a Riarohara Bay detrás de la pequeña Quoin Island donde es más bonito incluso y hay mucho más espacio.

 

En Port Fitzroy hay un muelle donde llega el ferry un día a la semana, el resto de ferries llegan al sur de la isla. Cuesta 95$ ida y vuelta y 120$ en temporada alta. También se puede llegar en pequeños aviones por unos 250$ ida y vuelta. Hay también suministro de diesel y gasolina -bastante más caro también- acceso a agua, un dinghy dock y un punto de información con mapas y bouchers de la isla. Se puede alquilar un coque por 80$ al día. 

 

Port Fitzroy es una buena base para poder hacer los múltiples trekkings que ofrece la isla. El Old Lady track es un camino bonito y lleva hasta El Outlook rock, con unas preciosas vistas de la bahía (menos de 2 horas). El camino a las Waterfallses un poco más corto y también hermoso y perfectamente mantenido. Las cascadas, pequeñas, no lanzan demasiada agua, ya hemos dicho que es año de sequía.

 

Llegamos a la costa del lado este. Un poco autoestopeando y otro poco a pie. Las playas en el este son bien diferentes: aisladas, largas y de arena blanca. También abiertas y menos protegidas, ideal para surferos. Whangapoua Beach esconde un paisaje bonito frente a la pequeña  Arid Island, que dicen que es mágica pero poco protegida del viento. El casco de un velero resta en la arena, la semana pasada un cambio de viento lo metió en la orilla, golpeó la quilla sin poder hacer nada y perdieron el barco. Qué triste es ver el esqueleto de un barquito desolado varado en la arena. Camino a la costa está el pueblito de Okiwi donde tan solo viven unas 50 personas de las 800 que tiene Great Barrier en total.

 

Pero a veces no hace falta hacer mucho para encontrarse a gusto y disfrutar. Solo estando en el barco es un placer y poder contemplar el fantástico entorno nos basta. Día de limpieza, día de orden, día de mantenimiento, día de descanso, día de estudio, día de belleza... será que hay cosas que hacer...

 

Encontramos a nuestro entrañable amigo Andy, el sueco que navega en solitario. Siempre es una alegría reecontrar a viejos colegas. Bueno, solo hace menos de dos meses que no lo veíamos pero te entra mucha alegría igual.

 

Juntos hacemos el track más difícil, el de Mt. Hobson (llamado Hirakimata en maorí). Nos lleva unas seis horas con el descenso. Salimos caminando desde Port Fitzroy hasta iniciar el Kaiaraara treck. Hay que cruzar varios puentes, como siempre perfectamente conservados. Great Barrier conserva mucha vegetación original que es preciosa. Visitamos la vieja presa construida con el árbol nacional, el kaurí. Tras cientos de escalones que parecen no terminar nunca llegamos a la cumbre, un poco agitados, la verdad. Coincidimos arriba con una pareja inglesa que viajan con sus dos hijos desde hace dos años y medio en su velero Samba. Para el descenso tomamos un nuevo camino, Palmers trek, hasta llegar a Windy Canyon, donde las vistas de la costa este son muy bonitas, pena que el día no esté totalmente despejado. Un coche que pasa por la carretera nos lleva a Okiwi donde nos comemos un rico helado como premio y caminamos los 5 kilómetros restantes hasta llegar a nuestra base tomando de nuevo el Old Lady track en una parte, siempre más interesante que ir por carretera. 

 

En Riarohara Bay hay un camping con acceso a duchas de agua fría y tres grifos para poder lavar la ropa y coger agua a cambio de una pequeña colaboración para los visitantes de día para el mantenimiento de las instalaciones. 

 

La pesca y la colecta de pipis –nosotros los seguimos llamando así, aunque no son propiamente pipis sino cockles- es una de nuestraa actividades diarias. Por fin aprendemos cómo se pesca en Barrier, siempre siguiendo los consejos de los sabios pescadores del lugar. Hay que ir a la granja mejillonera, atarse y esperar a que los pargos vengan a visitarte. Media hora antes del atardecer y media hora después es el mejor momento auqnue hay aquí hay mucho pescado y se coge a cualquier hora. La medida legal es 27 cm así que si es más pequeño hay que devolverlo al mar. Comemos los pescados a la barbacoa, al horno, en ceviche... qué rico... Los cockles también tienen recogida limitada, 150 por persona/día. Ya es una buena racioncita, digamos que más que una tapa.

 

Una pareja se acerca a saludar y a preguntar de dónde somos. Nos invitan a la tarde a su barco. Malcolm (Pinky) y Pauline son encantadores. La gente aquí es realmente divina. Él produce ron para su propio consumo así que imaginaros cómo fluyó el ron aquella tarde. El ron Chantal (como lo bautizamos, así se llama el barco) dicen los chicos que está buenísimo. La verdad es que no es mala idea ponerse a producirlo teniendo en cuenta lo caro que aquí es. Hay que probar todas sus clases y no se puede decir que no más. Por suerte, las mujeres siempre tenemos una disculpa y bebemos solo vino blanco. Nos repiten mil veces que los vayamos a visitar a Whitianga. Al día siguiente el encuentro es en el Caps: tarde de té con tarta de manzana que me queda realmente deliciosa, al mismo nivel que en cualquiera de las mejores pastelerías. Y la tarde se alarga, improvisamos unos pipis y un ceviche, todo bañado de nuestro inmejorable aceite de oliva español y de pan recién hecho por Jose que estaba divino... El ministerio de agricultura debería darnos alguna subvención ya que a todos les explicamos la exquisitez de nuestro aceite, que desgraciadamente es bastante desconocido al lado del italiano que nada tiene que hacer al lado de nuestros olivos. Andy, como navegante solitario, está acostumbrado a comer a base de pasta, arroz y poco más, así que es muy agradecido cada vez que lo invitamos a comer y da gusto ver cómo disfruta con la comida. Muy amablemente nos ayuda a resolver el misterioso problema que tenemos últimamente con la watermaker que al final decide funcionar otra vez. Qué alegría! No todos los días se cuenta con la mano de un ingeniero industrial.

 

Nos despedimos de nuestros nuevos entrañables amigos. Organizan una última cena en su Chantal donde el ron vuelve a correr por las venas.

 

Los últimos días en Barrier son bastante ventosos, anuncian rachas de 40 nudos pero no llega a tanto. Nos sentimos seguros con la Rocna a pesar que el suelo es fango y tal cual, aguanta lo más bien.  Siempre estamos al tanto de la meteo por el canal 1 de la VHF, que es el que se usa en la zona y a través de las dos páginas neocelandesas del tiempo metservice.co.nz y metvuw.com.

 

Tres semanitas en este paraíso han estado bien, podríamos alargarlas y no nos aburriríamos; pero empezamos a estar sin provisiones. Creo que es la vez que ha habido menos comida en el Caps. Los berberechos ya nos salen por las orejas aunque nos sigan encantando. Esta bien estar lejos de todo porque los gastos son nulos y siempre puedes ahorrar un poquito. Pero con latas de tomate y algo más no se sobrevive.

 

Great Barrier nos ha sorprendido y esperamos volver.

  

 

Waiheke #2 

 

4 de abril de 2013

 

Dejamos nuestro querido Great Barrier con rumbo Waiheke. Quedando protegidos aún por la isla el viento es constante pero en cuanto entramos al estrecho de Colville empieza a llegar muy racheado y la ola a veces se hace notar. Colville Strait es una zona de mucho viento donde llega encauzado. Como es habitual vamos con un rizo y yankie a tope, pero los 28 nudos de viento que alcanza el anemómetro con el viento de proa hace que el Caps Tres no vaya del todo plácido y eso lo notamos quienes lo conocemos. Rizamos un poco la vela de proa. Dos horas antes de la llegada a Waiheke el viento desaparece por completo y hay que arrancar motor. Un espectáculo de delfines nos sorprendió en nuestra travesía. ¡Qué bonito! Será que hemos visto estos animalitos veces y veces, pero cada vez es como la primera. Qué maravillosos son. ¡Ah! Los pingüinitos que vimos en Barrier también nos encantaron. Son los pingüinos azules, los más pequeños de su especie. 

 

Nuestra primera noche en Oneroa -por quedar frente al pueblo principal y permitirnos hacer una buena compra de víveres- se hace incómoda con el viento del noreste. Tras desayunar al día siguiente, alzamos el ancla sin destino fijo. Nos detendremos donde nos guste en el camino. Elegimos Owhanake Bay, pocas millas más al oeste. Es fin de semana, así que la bahía se empieza a poblar de barcos. Esto se va a pareciendo a las Baleares en verano. Pero, así como llegaron, todos empiezan a irse al amenazar el final del domingo. 

 

En la parte norte de la isla hay diversos tracks. Los más interesantes son los que están alrededor de la costa, con vistas increíbles. En los días despejados se ve perfectamente Auckland, Great Barrier y la islitas de los alrededores. A veces nos topamos con algunas de las carísimas mansiones de la isla. Digo mansiones, por su precio, terreno y vistas, porque no dejan de ser casas relativamente sencillas teniendo en cuenta su costo de varios millones de dólares. Waiheke empezó siendo hace años una isla un tanto hippie y alternativa, pero por su cercanía a la ciudad, su tranquilidad, su belleza y microclima; se fue transformando en un lugar muy buscado por ricos y millonarios. Muchos viven en la isla y trabajan en Auckland a diario. Treinta y cinco minutos de ferry con un billete ilimitado mensual de 400$ los unen al motor económico del país.

 

En Owhanake compartimos fondeo con el barco americano Beau Soleil con quienes ya nos habíamos topado antes pero no habíamos compartido demasiadas charlas. Mike está en su tercera vuelta al mundo tras casi 40 años navegando. Tuvieron a su hijo Falcon en Malta, 20 días después del nacimiento prosiguieron su viaje a Túnez y después cruce del Atlántico. Todos les decían que era imprudente y deberían esperar un tiempo a que el niño fuera un poco mayor. Pero en su opinión no estaban siendo inconscientes, sabían cómo se navega y miraban la meteo antes de salir. Falcon estudió siempre en el barco hasta llegar al bachillerato donde consideraron conveniente que se incorporara a una escuela convencional en Estados Unidos. Hoy  tiene 25 años. Es un chico excelente y diferente en cuanto a su simpatía, su alegría, su originalidad y su manera de ver la vida.

 

Cinco semanas fondeados hacen que empecemos a necesitar llenar los depósitos de agua. Anclamos en Matiatia donde hay un muelle con una gasolinera y agua. Hacemos varios viajes con el chinchorro y volvemos a estar llenos. El fondeo es muy limitado porque hay decenas de barcos a boya y los movimientos de los constantes ferrys hacen incómoda la estancia en esta bahía, por lo que tras la parada técnica proseguimos circundando la isla para buscar un ancladero en el sur. En el camino atrapamos un tiburón que se ha enganchado al anzuelo por la cola. Estos se comen, sí,  pero no nos hace mucha gracia subir a la bañera a tremendo bicho así que cortamos la línea y le perdonamos la vida.

 

Dos días en Blackpool, donde hemos quedado con nuestros amigos Joan y Vivien que llegan con su velero para las vacaciones de Pascua. No podemos explicar la cantidad de barcos que hay por todas partes en estos cuatro días de fiesta. Allí donde mires en el horizonte barcos y barcos navegando a toda vela o fondeados en una de las tantas bahías que tiene la isla. Qué maravilla. La verdad es que este es un lugar privilegiado para navegar. No todo el mundo tiene la suerte de tener al lado de su ciudad un inmenso golfo con tantas islas a poca distancia. Además se añade que tenemos el privilegio de estar viviendo el mejor verano de New Zealand en cuarenta o cincuenta años con un clima inmejorable.

 

El pueblo de Oneroa queda a una  media hora andando, así que nos vamos al centro a tomar un drink al Vino Vino, donde un isleño que conocimos días atrás toca en directo y nos invitó. Qué buena música... Ya entrando la noche cuando llegamos a la playa la marea subió tanto que el dinghy ya no estaba en la orilla sino flotando en el agua. Siempre dejamos el ancla puesta por precaución y Jose tuvo que meterse hasta la cintura para llegar a él. Yo llevaba jeans y me salvé. Es el problema con el dinghy en NZ. La diferencia de mareas es tan grande que para arrastrar el auxiliar en la playa nos las vemos p*tas (con perdón) y eso que ponemos siempre la Pulguilla que solo pesa 10 kilos. Hay que inventar algún sistema para poner ruedas. La mayoría de kiwis tienen auxiliares hinchables muy ligeros; muchos no llevan motor y van a remo y los que lo llevan tienen solo 2 caballos.  

 

Bonita navegación por el canal de Waiheke hasta bordear la isla y llegar al otro extremo, el lado este, mucho más virgen y aislado, lejos de cualquier pueblo por carretera. Anclamos -siguiendo a nuestros amigos- en Huse Bay. Nos preparan una comida espectacular, entrantes de embutidos ibéricos y carne a la barbacoa. Menú que se repite al día siguiente con mona de Pascua de postre. No hay mejor combinación que el buen yantar y compañía de amigos entrañables.

 

Los chicos deben regresar a sus obligaciones, así que volvemos a quedarnos solitos. Cambiamos a la bahía de Man O’War donde estaremos más protegidos de los fuertes vientos de suroeste que se pronostican. Hay una bodega donde se pueden degustar gratuitamente estos famosos vinos de la región, así que procedemos a probar los tintos. Conclusión: nada que hacer con nuestros Rojas o Riberas; al igual que el aceite de oliva que también producen. Pueden presumir algo más de los blancos pero cuando tenemos que comprar un tinto siempre elegimos los australianos. 

 

Coromandel Peninsula

 

13 de abril de 2013

 

Y como nos encanta seguir y seguir conociendo, navegamos las pocas millas que separan el este de Waiheke con Coromandel. La Península de Coromandel protege a Hauraki Gulf por el este y queda separado de Great Barrier –al norte-  por el Estrecho de Colville.

 

Coromandel Harbour es un gran puerto natural. Fondeamos a 4 metros (en marea baja, 3 más con la alta) frente a la población de Te Kouma donde ningún otro barco está al ancla; todos a boya donde tienen su “amarre” permanente. El pueblo queda al otro lado de la inmensa bahía. Como hay bastante distancia cambiamos al motor grande y nos trasladamos con el dinghy. Para entrar a Coromandel Town hay que seguir una línea de boyas que marcan el canal de entrada. Algunos barcos están amarrados al muelle que forma la propia orilla del canal. El dibujo de las montañas atrás es muy pintoresco. Creo que no habíamos visto tanto verde hasta ahora y es que esta es una de las zonas de la Isla del Norte donde más llueve.

 

Coromandel es un pueblo bonito comparándolo con otros pueblos que hemos conocido, que suelen carecer de un atractivo especial. Es bastante antiguo en relación al resto. Parece muy turístico porque hay muchos bares y restaurantes por las dimensiones de la población. Aprovechamos para comprar un poco de diesel en la gasolinera a un precio normal (1,53 NZ$ el litro, al lado de 2,10 que cobraban en Waiheke) y llenamos también la botella de gas. No nos ponen ninguna pega esta vez, pagamos 4$ el kilo. Caminamos por las afueras del pueblo, casitas y más casitas.

 

Dentro del puerto hay varias mejilloneras donde la pesca suele estar casi asegurada. Nos atamos con el dinghy en medio de las líneas de las grandes boyas negras donde crecen los mejillones y cogemos dos bonitos pargos que preparamos para cenar. En las tiendas de comestibles es muy típico comprar mejillones ahumados que están muy ricos.

 

Kouma Harbour está un poco más al sur. Nos vamos a conocerlo. Esta es otra bahía, no tan grande como la de Coromandel, pero perfectamente protegida de todos los vientos. Solo hay cuatro o cinco metros de fondo y un par de barcos anclados a lo lejos por lo que nos sentimos casi solos en mitad de tanta naturaleza y tanta paz. Es un rincón hermoso, alejado de todo, no hay pueblo, no hay cobertura de teléfono, out of range... No se puede bajar a tierra porque es terreno privado pero sí nos acercamos a la playa en búsqueda de cockles y esta vez encontramos pipis, que son parecidos a los berberechos pero más alargados y nos resultan menos gustosos. También hay pesca desde la cubierta, aún nos duran calamares que compramos como cebo que conservamos en sal gorda y nos traen tres parguitos más. Parece que estamos en racha tiburón y volvemos a coger otro, esta vez un pequeño bebé, que devolvemos al mar.

 

Desgraciadamente con la llegada del otoño los días se empiezan a acortar cada vez más. Atrasamos una hora el reloj y a las 6.30 ya es de noche. Preferimos la luz natural del día. Ninguno de los dos nunca ha sido un animal muy nocturno. Las temperaturas  también van bajando cada vez más por lo que compramos un edredón para no pasar frío por la noche. La ducha solar suple el agua caliente que debería proporcionar el calentador que nunca funcionó. De momento nos las vamos apañando. Pero si en un futuro queremos pasar un invierno aquí habrá que modificar varios asuntos como conectar el termo de agua caliente e instalar una calefacción de gasoil en el barco. Este es un barco del trópico, no uno ártico o antártico. No nos gusta el frío pero si nos topamos con él habrá que estar mejor preparados.

 

Los kiwis no nos dejan de sorprender por su simpatía, gente sencilla y hospitalaria. Saludamos a uno de los barcos con quien compartimos fondeo y nos quedamos charlando. Son grandes pescadores y siempre intentamos aprender un poco más; sin conocernos nos regalan un ceñuelo de color plateado que dicen que aquí funciona muy bien para la pesca al curry.

 

Regresamos a Coromandel Harbour para estar de nuevo conectados ya que esperamos la llamada de nuestros amigos de Great Barrier Pinky y Pauline con quienes quedamos en encontrarnos. Esta vez fondeamos más cerca del pueblo y nos ponemos en contacto con el harbour master para ver si nos puede conseguir una boya libre para dejar a nuestro Caps seguro e irnos tranquilos a explorar un poco la península. Finalmente nos consigue una frente al muelle de las mejilloneras por la que no nos cobra nada y le llevamos una caja de cervezas en señal de agradecimiento. Nuestros amigos nos vienen a recoger con el coche y pasamos tres días en Whitianga en su casa. Traen el remolque para que nos llevemos el dinghy, dicen que es muy bueno para dejarlo varios días solo en la playa. Mejor.

 

No sabíamos demasiado de Whitianga antes de ir pero una vez más otra región de la isla del norte que nos sorprende. ¡Qué bonito! Se encuentra en la costa este de la Península de Coromandel. Otro puerto natural muy bien protegido que se mete varias millas hacia adentro. Nuestros amigos viven justo enfrente del canal, donde hay bastantes boyas donde muchos tienen sus barcos de forma permanente. Primera línea de mar, una casa hermosa con unas vistas increíbles y el tiempo sigue acompañándonos como lo ha hecho hasta ahora; simplemente fabuloso. Nunca olvidaremos los desayunos en la terraza y los happy hours diarios en el salón. Ya os contamos que Pinky tiene su propia destilería. Jose está muy interesado y pone mucha atención en su funcionamiento; el año que viene cuando volvamos montaremos una propia, dice. Con tan solo 6$ se hace un litro de alcohol y añadiendo el aroma que desees se obtiene finalmente ron, ron con coco, vodka, whisky, gin o lo que sea. Aquí el alcohol es muy caro y muchos lo fabrican para consumo propio. Está prohibida su venta, al igual que la cerveza. Los aromas, curiosamente, se venden en la farmacia.

 

Vivir en una casa por supuesto tiene ventajas de las que nosotros carecemos: ducha de agua caliente a diario y dormir en una inmensa cama tamaño king, es lo que nosotros más apreciamos. Pauline cocina muy rico y nos prepara unas comidas exquisitas. A la noche miramos videos musicales y hasta bailamos.

 

El pueblo de Whitianga tiene 4.000 habitantes y encuentras casi todo lo que puedas necesitar. Su puerto –donde está Chantal-  tiene 195 amarres y un buen varadero donde conocemos a un americano de origen mexicano que le está haciendo varios trabajos a su barco: un velero de racing de 12 metros con 18 metros de mástil –todo de carbono- donde vive con su mujer camboyana y sus tres hijos pequeños de 2 meses, 3 y 5 años. Bueno, ahora han alquilado un garaje mientras están aquí para dormir. Sí, un garaje. El barco alcanza 30 nudos de velocidad pero ahora con la familia va más conservador y “solo” hace 250 millas diarias. Planean navegar a Chile en breve. ¡Qué personajes!

 

No muy lejos de aquí están las Mercury Island que es otro paraíso que nos queda por descubrir y dentro de la misma gran bahía, muchas playas de arena blanca y varios fondeaderos. Hacemos una excursión en coche a un mirador conocido con el nombre de Shakespeare Cliff porque los acantilados dibujan una cara que alguien dijo que se parecía a la del escritor inglés. Divisamos Cook Beach donde el famoso Captain Cook fondeó por primera vez y desde donde observó el paso del planeta Mercurio y por lo que denominó a las islas cercanas con el nombre del planeta..

 

Siguiendo la entrada de Whitianga se llega a unos canales donde se ha construido un nuevo barrio llamado Water Ways donde hay grandes casas -muy caras, probablemente- con un muelle privado para cada una. Con Pauline cogemos los kayaks y nos adentramos por ellos.

 

Hemos pasado tres días fabulosos con nuestros entrañables amigos, nos han atendido como reyes, a todo lujo. Justo en frente de su casa nos espera una boya de unos amigos para el año siguiente, cuando regresemos, vengamos esta vez con el barco para una estancia más larga. Nos devuelven a Coromandel Harbour y nos despedimos con tristeza.

 

 

Rakino Island & Waitemata Harbour

 

14 de abril de 2013

 

 

Todo está bien en el Caps a nuestra vuelta de Whitianga. Arranchamos el barco rápidamente y dejamos Coromandel atrás. Esta vez navegamos por el norte de Waiheke  para ver desde el mar esta cara.

 

Nuestros amigos Joan y Vivien están en una pequeña isla cercana a Waiheke y quedamos con ellos para encontrarnos a la tarde. Hay poco viento y tenemos que ayudarnos del motor. Llegamos a la isla de Rakino con la última ráfaga de luz. Como es sábado el fondeadero está a tope. Cenamos en su barco donde nunca falta la tabla de ibéricos, lentejas de segundo y película de sobremesa.

 

A la mañana siguiente podemos contemplar mejor el paisaje. Otro bonito rincón en el Golfo de Hauraki,. Hemos pasado dos meses fondeando y navegando por la zona, que no es poco, pero todavía nos quedan montones de calitas por descubrir.

 

Al día siguiente hay anunciado fuertes lluvias y rachas de hasta 50 nudos de viento. Como necesitamos estar pronto en la ciudad será mejor pasar los días venideros protegiditos en la marina así que nos vamos para Auckland. Dejamos las islas de Rangitoto y Motutapu a nuestro babor y navegamos –motorsailing otra vez- por el ajetreado Waitemata Harbour vestido de domingo: veleros y pequeñas lanchitas pescando a fondo, motoras que pasan a todo trapo, ferrys para arriba y para abajo, los niños en los optimists, los Copa América paseando a turistas, veleros por todos lados, trimaranes a toda velocidad.... La ciudad de las Velas nos da de nuevo la bienvenida.

 

 

Auckland & Opua. Repetimos

 

17 de mayo de 2013

 

Ya tenemos la sensación de que el viaje por New Zealand va llegando a su fin. Debemos regresar a la capital económica del país para terminar de preparar el barco, papeleos y estudio. Primera estancia de cinco días en Westhaven Marina. Llegamos un domingo y no tienen amarre de 14 metros disponible así que nos meten en uno de 12 en el cual encajamos perfectamente sin ningún problema. Estos llegan a la hora de pagar: 1) Voy a hacer el check out y me dicen que debo pagar el día porque son las 11 de la mañana y la hora de salida es a las 9h ¿¿¿¿¿¿?????? 2) Aunque estemos en un amarre de 12 debemos pagar por uno de 14 porque nuestro barco mide 12.68 3)Se olvidan de descontar 44$ que teníamos a nuestro favor de la factura anterior que pagamos de más 4)Deben rehacer la factura cinco o seis veces porque se confunden y todo el tiempo me cobran de más. Al final pido hablar con la encargada porque estoy hecha una furia. Como era lógico, consigo que no me carguen el día (en el que no voy a estar), me cobran por 12m y pago lo que tocaba tras casi una hora y media en la oficina de la marina. Volveremos si no tenemos más remedio pero no nos vamos contentos. Parece que los transmundistas no somos muy bien recibidos, porque -aunque ellos digan que no- no hacen nada para que nos sintamos a gusto y contentos. Eso sí, los marineros y la gente de seguridad, formidables... Guardamos un grato recuerdo de todos ellos.

 

Pier 21 es una pequeña marina con solo 48 amarres que queda al lado de Westhaven. Los precios son casi los mismos (30NZ$/día frente a los 29 de la megamarina) y está justo en el centro de la ciudad y enfrente de todas las tiendas náuticas. Es difícil encontrar lugar porque amarres para nuestra eslora quizás hay 15 ó 20 pero si vas llamando puedes conseguir un lugar en cuanto alguno se va. Aquí el trato es mucho más fácil y sencillo, los servicios están muy bien y evitamos más de media hora de caminata más que nos costaba llegar al otro puerto. Es una pasada estar tan céntrico.

 

Una vez más tenemos la sensación de que nuestro mes pasa sin darnos tiempo para el disfrute de la ciudad. Hay mucho que ver y mucho que hacer en Auckland y alrededores pero cada vez que estamos aquí los trabajos y obligaciones son lo primero. Aún así alguna cosita nueva vamos conociendo cada vez como el barrio de Parnal, el mercado francés de Le Pigalle, Devenport y recibimos visitas de amigos (Mercedes & Colin, Priscila & Jabco, David & Caroline, Catalina & Marius...), encontramos viejos conocidos navegantes en la marina y trabamos amistad con algunos kiwis como Larsen & Christine.

 

Si algo define a Auckland es sin duda la multitud de nacionalidades, sobretodo asiáticas, que viven en ella. Es un punto aparte en toda Nueva Zelanda y nada tiene que ver con el resto del país. Chinos, tailandeses, filipinos, malasios... cuando uno camina por Queen Street no sabe en qué país está y de repente parece como si nos hubiéramos trasladado al continente vecino. Las cartas y carteles de algunos restaurantes están solamente en chino... Pero nos gusta este ambiente y solo llegar a la ciudad hacemos un extra y nos vamos a comer a un chino auténtico que nada tiene que ver con la comida de los chinos españoles.

 

El barco siempre exige trabajos y continuas mejoras o mantenimientos. Un día tras revisar la cadena Jose se da cuenta de que en algunas zonas concretas del eslabón los 10mm han pasado a medir 8mm. No nos gusta. La cadena ha trabajado mucho tras meses y meses fondeados en medio de arrecifes y corales y deliberamos que toca cambiarla. Aquí se encuentra sin dificultad las medidas europeas que se ajustan a nuestro molinete. Cadena nueva italiana, repaso del molinete y limpieza a fondo de la cubierta que aún guarda memoria de la vieja cadena oxidada. Como no, muchas otras labores en el buque: instalación de un nuevo controlador de los paneles solares, cambios de filtros, revisión y recolocación del cuadro eléctrico, cambio de líneas de vida y un largo etcétera de pequeñas tareas que nunca tienen fin.

 

Siempre mantenemos mucho contacto con el amigo manresano Joan. En Auckland se encuentra de todo pero en barrios dispersos, por lo que sin coche no eres nadie. Joan siempre se muestra disponible para llevarnos aquí y allá. También nos está ayudando con todas las traducciones que debo hacer para convalidar los títulos. Cada documento requiere una traducción oficial por una persona autorizada y no son tres ni cuatro los papeles que te piden. Agotador... Además, Joan y Vivien siempre nos tienen bien surtidos con los excelentes productos de nuestra tierra. Placer indescriptible para todos los sentidos y sobretodo para el paladar. Nos ha regalado un jamón, chorizo de la Rioja, queso de Navarra... Pero como se come en España... no nos cansamos de decirlo. Aquí , lo siento, pero no saben comer: salchichas, fish & chips, fast food... es la dieta habitual. Anyway, como dirían los anglófonos, nuestra eterna gratitud por todas las atenciones y lo bien que se han portado con nosotros estos amigos que seguramente vengan a visitarnos a Fiji.

 

Tampoco nos cansamos de decir que no es oro todo lo que reluce. Algunos creen que esta vida que llevamos es el paraíso. No nos quejamos. En el balance lo positivo sin duda equilibra la balanza pero a veces es difícil. Especialmente ahora que queremos quedarnos a vivir en NZ. Todo es complicado, conseguir una visa de trabajo, convalidar los títulos, la gran frontera de la lengua... No es lo mismo estar de vacaciones que pretender afincarte en un lugar. Todo cambia. Te puedes llegar a sentir muy solo, todo requiere un esfuerzo extra... Pero quien algo quiere... -somos tercos y tenaces- algo consigue...

 

Los kiwis son simpáticos y muy amables, lo hemos comentado una y otra vez pero los que llevan aquí más tiempo dicen que también hay un poco de superficialidad y falsedad. Ya lo veremos con el tiempo... Son muy proteccionistas y en cuanto quieres quedarte y ocupar un trabajo cualificado parece que ya no les gusta tanto. Prefieren siempre contratar a uno de los suyos aunque sea menos válido que a uno de fuera. Lo de las lenguas no ayuda mucho tampoco. Por supuesto esperan que hables inglés perfectamente, ellos no hablan ninguna otra lengua ni por asomo y no tienen ni idea del esfuerzo y tiempo que requiere hablar una segunda lengua correctamente. Las necesidades cambian. El inglés bueno que tenías para viajar y comunicarte resulta siempre insuficiente para vivir en un país anglófono. Así que en eso estamos estudiando sin parar para conseguir un nivel óptimo. La mejora ahí está pero no es fácil conseguir un nivel total, eso requiere vivir varios años en el país. Sensaciones de frustración, desespero... se entremezclan con euforia y positivismo según el día y momento. Hay que ser constante y seguir, los resultados llegarán.

 

En cuanto a la situación general del país, gobernado por un partido ultraconservador, observamos que hay bastantes contradicciones. Este es un país pequeño que ha tenido un nivel de vida muy bueno durante muchos años, la clase media representaba la mayoría de la población y se vivía muy bien. Eso está cambiando ahora a un ritmo veloz. Las oportunidades de trabajo son cada vez menores, de eso se quejan ellos, aunque a nosotros nos parece que todavía comparado con otros países siguen siendo privilegiados. Las pensiones son ridículas y haciendo una cotización máxima todo el mundo cobra lo mismo: un poco más de 1000 NZ$ al mes que son unos 600€. No es suficiente para vivir. La vida es cara y la comida más. La sanidad tiene muchas lagunas. Y laboralmente no existe el trabajo fijo, el despido es casi libre, hay mucha contratación por horas, las vacaciones escasas, la educación cara... Vaya que a eso se está tendiendo en todo el mundo, desgraciadamente.

Creo que es un país de unas contradicciones muy grandes. El nivel que se ve en Auckland es tremendo, sin embargo no conocemos los barrios aledaños del sur donde vive la gran parte de población maorí y polinesia. La radio siempre está dando datos de la campaña en las escuelas de dar leche y comida a los niños para que estén todos bien alimentados. Eso dice mucho pero nadie habla de eso. Parece no existir. Se decía en un tiempo que el sistema educativo aquí era de los más altos del mundo pero parece que las diferencias de niveles entre los alumnos son tremendas y todo está enfocado para aquellos que sacan sus estudios con galones y los demás allí se quedan, abocados al fracaso. No podemos hablar con mucha solidez, tampoco llevamos tanto tiempo aquí, solo son percepciones de lo vivido y las conclusiones que sacamos de lo que leemos y oímos. Solemos hablar mucho con la gente y nos gusta preguntar.

 

Tras seis meses en el país de los kiwis ya va llegando el momento partir. Nuestra visa caduca el 23 de mayo, así que tenemos 10 días más. Dejamos Auckland para dirigirnos de nuevo a Bay of Islands. Nuestro punto de llegada será también el de partida. El día tiene solo 11 horas de luz cada vez más cerca del invierno, si hacemos la navegación por fases diurnas nos llevará tres día, así que la hacemos de un tirón. Navegación nocturna costera por lo que hay que ir muy atento y en menos de 30 horas aparecemos en la bonita gran bahía. Llegamos a Opua donde encontramos a muchos colegas que no vemos desde hace cinco meses y varias sorpresas esperadas y otras no tantas. Encontramos a los amigos del Gipsy Blues que teníamos certeza que ya habían partido pero tuvieron que regresar tras tres cientas millas navegadas en su viaje a las Islas Australes tras romper el carro de la mayor, entrada de agua en una ventana y una muela que también hizo crack. Decidieron regresar y enmendar las roturas antes de proseguir casi 2000 millas más al archipiélago francés. Los chicos de La Luz con su diminuto 23 pies lo cambiaron por un hermoso barco de aluminio de 10 pies más que estamos impacientes por conocer. Karen y Russell esperan nuevo bebé tras haber terminado su vuelta al mundo, parte de la cual realizaron con la pequeña Brisa. En fin que los reencuentros siempre son agradables. El Opua Yacht Club a las tardes es el principal punto para intercambiar vivencias y saludos.

 

Hacemos balance de nuestra larga estadía en este país de Oceanía. Hemos conocido bastante bien la isla del norte: Bay of Islands, Whangarei, Tutukaka, Auckland, Coromandel... con estancias largas en cada uno de los lugares, sin prisas... Navegación por las islas de Kawau, Waiheke y Great Barrier. Recorrimos por tierra –campeando- Taupo, Tongariro, Ratorua, Tauranga... La mágica Isla del sur la dejamos ya impacientes para el próximo viaje. Es demasiado grande para recorrer en un par de semanas así que posponemos nuestra visita para descubrirla con mucho tiempo en un futuro. Volvemos en unos meses a New Zealand. Esperemos que nos trate bien y se cumplan los deseos y expectativas.

 

Ya estamos listos para partir, muchos ya lo han hecho y cada vez van quedando menos. Cuatro días antes toca la comunicación a Costums de la salida del país a través de un formulario. Llamada el día anterior y entrega del último de los papeles el mismo día de la partida. Última carga de diesel, compra de víveres frescos... y allá vamos, Fiji... De vuelta a los trópicos.

Camping en Cap Reinga y Far North

 

3 de enero de 2014

Este año ya no estamos de vacaciones y no podemos permitirnos perdernos por la bonita Great Barrier u otro de los tantos rincones que esconde Hauraki Golf. Pero aunque queremos acelerar los papeleos nos damos cuenta que Auckland se queda totalmente dormida durante las fiestas y nada pasa en la ciudad. Por eso le pedimos a Papa Noel una tienda de campaña, cargamos el coche y nos vamos a campear hacia la punta norte de la isla.

 

Primera parada de rigor en Whanagarei, de donde guardamos buenos recuerdos de nuestra estancia pasada. Visitamos a varios amigos y procedemos al día siguiente hacia más al norte. Visitamos los bosques de kauris de Omahuta Forest y hacemos nuestra primera noche en la tienda en un bonito camping en Rarawa Beach. Todos los camping en NZ son bonitos, situados en lugares inmejorables, cerca del mar o de un río y muy bien mantenidos. Los del DOC (Department of Conservation) cuestan 6 o 10 NZ$ por persona según las facilidades.

 

Queremos llegar a la punta norte de la isla, allí se encuentra el Cap Reinga, donde se juntan el Mar de Tasmania y el Océano Pacífico y con mal tiempo se arman unos buenos berenjenales con olas que llegan a los 10 metros. Es un lugar mítico y aislado de todo. En la punta norte hay bonitas playas de arena banca y atractivas bahías: Tapotupotu Bay, Spirits Bay, Kapowairua... No nos perdemos las dunas gigantes, Parengarenga Harbour, Ninety Mile Beach, KariKari Peninsula, Mangonui, Taipa, Hihi, Whanagaroa Harbour, Tauranga y Matauri Bay, pasamos por Kerikeri, Puketi Forest, Pahia y Whananaki.

 

La semana da de sí y descubrimos una vez más que cada rincón de Nueva Zelanda es hermoso. La vida de camping es relajada y económica. A los kiwis les encanta y a veces cuesta encontrar un lugar en estas fechas. Los montajes que hacen son muy curiosos. Nuestra tienda parece diminuta al lado de los enormes palacios carpeados. Llenan sus remolques y grandes coches con barbacoas, sillones, kayacas, bicicletas y muchos no olvidan sus barcos de motor.

 

Entramos en el nuevo año rodeados de naturaleza y viajando, como más nos gusta. Aunque vamos a estar más afincados por el momento no queremos perder nuestro espíritu de viaje y aventura.