25 de junio de 2009
El día 25 de junio el Cap’s III inició su regreso a su puerto base. Acompañaban a Jose, Carlos –que ya hizo la anterior travesía Almería-Malta- y su hermano Manolo. Hacia las dos de la tarde salieron de Msida Marina poniendo rumbo norte hacia Sicilia. Navegaron tarde y noche hasta llegar a Siracusa al amanecer.
Dedicaron el día a visitar la ciudad. Siracusa es muy hermosa. La parte antigua (Ortigia) tiene una situación privilegiada, una bella arquitectura y, tanto de día como de noche, sus calles están muy animadas. Cuenta con el privilegio de un fondeadero amplio y protegido que se encuentra en el centro de la ciudad.
27 de Junio de 2009
A la mañana siguiente salieron hacia Messina, con poco viento y a motor.
El estrecho queda un poco lejos de Siracusa por lo que barajaron la posibilidad de fondear en Taormina si las circunstancias hubieran sido desfavorables pero no fue necesario. Apareció el viento, pero mayormente de proa y muy cambiante en intensidad. Tuvieron que navegar dando bordos cada vez más cortos según se iban acercando; dos rizos en la mayor, trinqueta y ayuda del motor. Anocheció y pasaron la zona más concurrida hacia media noche.
Aún en el canal, un ruido y una vibración extraña como de algo enganchado en la hélice hizo que decidieran fondear frente a Scilla, un pueblo en la orilla peninsular del estrecho, y esperar a la mañana para averiguar qué ocurría. Un capítulo de La Odisea narra cómo en Scilla y Caribdis se producen los inmensos remolinos que se tragan a los barcos; el Pilot advierte que, efectivamente, allí se formaba un enorme remolino cada pocas horas; de ahí la fama de cierta peligrosidad de la zona.
28 de Junio de 2009
Tras un breve baño entre medusas para comprobar que no había nada enganchado en la hélice, pusieron rumbo a Stromboli, la más oriental de las Islas Eolias. Las Eolias deben su nombre a Eolo, dios del viento, pero al parecer Eolo, como mucha otra gente en estas fechas, estaba de vacaciones y hubo que encomendarle al motor que les acercase a las islas. La visión de Stromboli es impresionante: un inmenso cono volcánico que se estremece cada veinte minutos y lanza columnas de vapor y cenizas. De lejos, el lado oriental parece desolado, pero a medida que se acercaban comprobaron que está cubierto de vegetación. En el lado oeste, está la parte más baja del cráter y la isla presenta un inmenso terraplén con los materiales que continúa expulsando el volcán y ruedan ladera abajo hasta el mar.
Continúan hacia la siguiente de las Eolias, Panarea. Antes de llegar a ella navegan despacio cerca de los acantilados del islote Basiluzzo, uno de los paisajes más impactantes del archipiélago. Son unos acantilados casi verticales pero aún así, cubiertos de vegetación y en los que la erosión del mar ha abierto en su base innumerables cuevas.
Continúan navegando hacia Lipari pasando cerca de Panarea y los pequeños islotes y rocas que la rodean. Hacia la puesta de sol llegan a Lipari y optan por pasar la noche en Porto Pignataro.
29 de Junio de 2009
Tras desembarcar Manolo, siguen la ruta Jose y Carlos hacia la parte norte de Vulcano, la isla más próxima a Sicilia, con vistas impresionantes de la “pequeña caldera”, que desprende continuamente columnas de vapor. De ahí pusieron rumbo a Salina, paralelos todo el tiempo costa oeste de la isla de Lipari, con sus maravillosos acantilados y pináculos de roca. Pasan cerca de Salina y ponen rumbo a Filicudi.
Cuando el sol se pone llegan a Filicudi, más que una isla, parece otra inmensa montaña que surge del mar.. Pese a estar bastante cerca de la orilla el ancla quedó a unos quince metros debido a la pendiente.
30 de Junio de 2009
A la mañana siguiente, tras confirmar con cierto que el barco se había movido un buen trecho en el precario fondeadero, prosiguen rodeando Filicudi. Cerca de la isla hay un impresionante pináculo de roca volcánica, de setenta metros de alto y no más de doce a quince en su base.
Pasan muy cerca de él y ponen rumbo a la séptima de la Eolias, Alicudi. Pasamos algo alejados de la isla para no desviarse mucho del rumbo a su próximo destino, Cefalú.
Esta vez hubo viento, que aunque era flojo permitía avanzar a tres y medio o cuatro nudos, velocidad más que suficiente para llegar a buena hora a Cefalú, en la isla de Sicilia. Llegaron por la tarde y pudieron visitar esta hermosa ciudad, situada junto a una inmensa mole calcárea con de cabeza, de ahí su nombre.
La influencia normanda no solamente se hace patente en su catedral –construida como una fortaleza- sino en los ojos y pelo claros de muchos de los habitantes locales. Esa noche cenan en tierra con Manolo y su mujer, Sara, que casualmente estaban allí.
1 de Julio de 2009
Después de hacer compras, sacar el parte y echar gasoil, continúan viaje. La primera opción era parar en algún puerto al oeste de Sicilia pero finalmente navegan durante dos días hasta Cerdeña. Fondean en una amplia bahía frente al puerto de Villasimius. Contactan con los del Crismi que andan cerca de allí y se encuentran con ellos en la ensenada de Pula, al otro lado del golfo de Cagliari. A media tarde, salen los dos barcos hacia el oeste para fondear en otra cala. Pasan la noche en Porto Molfatano.
Se despiden del Crismi que vuelve hacia Cagliari y continúan hasta Carloforte. El día prometía, con un viento que, aunque más bien contrario, iba ganando fuerza y auguraba que las velas iban por fin a relevar al motor por un tiempo. Cuando se alejan de tierra avistan lo que al principio les pareció un pequeño pesquero desde el que alguien hacía señales. Al acercarse hacia él aprecian bastantes personas más a bordo, y al acercarse más aún comprueban que era una patera con unos veinte hombres, aparentemente argelinos, que les hacen señas desesperadas, les piden agua y gasolina y les piden por gestos que les remolquen a tierra. Les lanzan algunas botellas de agua y les dan a entender como pueden que no llevan gasolina.. Llaman al 112 y allí les piden la posición y les indican que avisarán a la guardia costera. Después de un buen rato de espera y un par de llamadas más al 112, la última notificando que como no ven venir a nadie el capitán ha decidido tratar de remolcar la embarcación a Porto Teulada, aparece a toda velocidad una lancha de la guardia costera que se hace cargo de la situación. Los del bote les dan las gracias a voces y con gestos. Reemprenden el viaje un poco tocados por el episodio, desde luego no es lo mismo ver una patera en el telediario que encontrársela en medio del mar. Continúan a vela hacia Carloforte.
Después de hacer algunas compras y cargar agua y gasoil reemprenden viaje. Recorren el canal entre San Pietro y Sant´Antioco hacia el norte y, una vez salvada una almadraba que hay al norte de la isla de San Pietro, ponen rumbo a Menorca.
Hay buen viento pero, una vez más, de proa. Pasadas unas horas observan que han capturado algo en la caña. Tras un buen rato de trabajo, el esfuerzo se ve recompensado con la presencia a bordo de un atún de unos dieciocho o veinte kilos, comida para unos cuaaaaantos días.
6 de Julio de 2009
Les esperan un par de días de navegación hasta que llegan a Menorca y se adentrán en el canal de Mahón donde con cierta dificultad al entrar en mitad de la noche y también por estar repleta de barcos pueden descansar unas horas en Cala Taulera.
A la mañana visitan a David, que tenía su catamarán fondeado muy cerca de donde estaban. Prosiguen el viaje rodeando Menorca por el lado sur. Navegan todo el tiempo muy cerca de la costa. Es increíble el azul del mar entre Menorca e Isla del Aire, mirando hacia abajo parecía como si el barco volase sobre el fondo en vez de navegar. Pasan muy cerca de los acantilados con sus caprichosas formas, sus muchas cuevas y la sucesión de hermosas calas.
Hacia la tarde fondean en cala Galdana, que está ya en la zona de acantilados más bajos en la que los pinares llegan junto al mar. Esta vez el canto de los grillos, que los había acompañado en los otros fondeos, se ve sustituido por la música de animación nocturna de los hoteles.
8 de Julio de 2009
Tras consultar la meteo salen de cala Galdana y continuan cerca de la costa sur de Menorca. Una vez rebasada la isla, el viento va in crecendo y con bastante ola. La mayor con un rizo y parte del Génova permitían ir siempre por encima de ocho nudos. Hasta la noche persistió esta situación. Después fue bajando el viento hasta que a media noche hubo que continuar a motor. Estaban ya bastante cerca de Mataró, hubo que regular la marcha para no llegar en medio de la noche. Al amanecer se encontraban frente a la bocana del puerto recogiendo la mayor y disponiendo a entrar en el puerto base tras cuatro meses de ausencia.
Curiosamente –paradojas de la vida- este atraque resultó, con mucho, más dificultoso que todos los atraques y fondeos de días anteriores en sitios desconocidos. La navegación siempre nos sorprende con lo que menos esperamos, ¿será esta una de las cosas que la hace apasionante?
En fin, una hermosa travesía.
(Relato adaptado de Carlos R. )