Nos encontrábamos en Ha’Apai, en el grupo de islas en el centro de Tonga, cuando tras descargar la meteo como todas las mañanas desde el pactor, vimos que los vientos iban a subir, veinticinco nudos en nuestra zona y con mayor intensidad más al sur. Habrá que buscar un fondeo seguro, dice el capitán. Pasan los días y los partes cada vez van dando más viento para los días venideros, se empieza a hablar de depresión y de posible primer ciclón de la temporada en esta aguas. La cosa parece seria. Los fondeos en Ha’Apai están todos abiertos a los vientos del oeste por lo que decidimos regresar a Vavau donde hay mucho mejores abrigaderos para afrontar lo que se viene.
Varios barcos que habían salido a navegar rumbo al sur deciden regresar o bien a Vavau o bien a Tongatapu, los que estaban en más bajas latitudes. Otros que navegaban a Nueva Zelanda con parada programada en Minerva Reef, esquivan el arrecife y siguen directo. Deben correr para no estar en la zona donde la depresión va a pegar. Los veleros que se encontraban en Minerva también parten disparados.
Llegan los fuertes vientos el día pronosticado, miércoles 7 de noviembre. En la radio se van dando actualizaciones del pronóstico. Todos estamos pendientes y alertas. Desgraciadamente enseguida llegan las malas noticias. Hay un barco en distress, luego otro, otro... hasta cuatro. Cuatro embarcaciones han apretado el botón de emergencia, están en peligro. Las radiobalizas se activan. Y esto hace que todo el mundo empiece a estar nervioso y preocupado. Es muy desagradable saber que compañeros de la mar están en graves problemas.
De los cuatro distress, de dos no se volvió a comentar nada; de otro, se habla de que se ha encontrado a un solitario muerto en su velero encima de los arrecifes, pero no se conocen bien las noticias; primero se decía que tenía 80 años y le pudo dar algún ataque al corazón, luego se ha oído que se encontró 200 kilos de droga en la embarcación. Pero el caso que más preocupa es el del velero Windygo. Se encontraban justo en el medio de la depresión. Nadie se lo explica, cómo podía estar ahí, teniendo toda la información que teníamos cinco días antes. Pero la cruda realidad es que ahí están, con vientos de 70 nudos, el barco dio la vuelta, no sabemos los detalles, se encuentran heridos y han solicitado rescate. Les ha entrado mucha agua dentro y las bombas no funcionan. Es obligación para cualquier barco que se encuentre en la mar prestar ayuda a otra embarcación en emergencia y el velero Adventoure Bound -por encontrarse el más próximo, solo a 30 millas- debe ir al rescate. Tienen fuertes vientos y grandes olas, van con viento en contra pudiendo avanzar tan solo 2 nudos. Sufren muchísimas roturas en el barco. Parece que finalmente otro navío mayor acude a prestar ayuda a Windygo. Los tienen localizados y controlados pero el mar es demasiado feroz para aproximarse, 10 metros de ola –no quiero ni imaginarlo- impiden el acercamiento. Se espera a que baje el mar y finalmente rescatan a los dos tripulantes. Adventoure Bound sigue su dura travesía a Nueva Zelanda y ahora están aquí sanos y salvos. A su llegada todo el mundo les ofrece ayuda: marina gratis, recolecta para subsanar daños, hotel durante dos días para buen descanso. La pareja de Windygo tras algún día en el hospital se encuentra bien, con una mala experiencia que seguramente no van a poder olvidar jamás. Han perdido su velero pero han podido salvar sus vidas.
(Añado esto en febrero de 2013, cinco meses más tarde: El barco se acaba de encontrar en las costas de Australia tras todo este tiempo a la deriva.
Solo llegar a la costa han saqueado el barco por completo. Las autoridades australianas piden a los propietarios una cantidad desorbitante por sacar el casco de la arena, varios miles de decenas
de dólares. Los armadores han perdido todo lo que tenían tras un susto tremendo, les han sacado todo (vendiéndolo les hubiera permitido sacar algo de dinero) y encima aún deben pagar una
cantidad de dinero astronómica que no tienen. ¿Es esto razonable?)
Muchos otros veleros conocidos sufrieron la cola de la depresión teniendo vientos constantes de 35 a 40 nudos durante dos días, grandes olas y ráfagas de hasta 50. Pero todos están bien y a resguardo, cerca de tierra ahora. Una pareja amiga de americanos de más de setenta años de edad superaron este mal rato y cuando llegaron a tierra ella se cayó en el pantalán y se rompió la cadera. Tiene tela...
Para el resto de cruceristas que nos encontramos a la espera de salir rumbo a Nueva Zelanda, no han sido fáciles estos días, todos temíamos por nuestros compañeros. Además, no resultan muy alentadoras estas noticias previa a una travesía de esta envergadura en una zona donde se conoce que la meteo es muy complicada, compleja y muchas veces adversa. Quién quiere lanzarse a la mar ahora. Pero enseguida los ánimos se calman y todo va volviendo a su orden. Todos tenemos claro la importancia de contar con un buen pronóstico, teniendo que esperar lo que haga falta antes de partir. La información con la que se cuenta hoy en día es muy amplia y no se puede cometer un error como lo cometió el velero afectado saliendo cuando no había que salir. Les advirtieron del mal tiempo que entraba, desestimaron el consejo y salieron igual, creyendo que les daba tiempo a estar fuera del alcance de la depresión.
El recuerdo de un nefasto temporal que ocurrió en el año 1994 no ha desaparecido y todos los que navegamos por esta área y hemos leído mucho y estudiado la navegación conocemos las tristes consecuencias de esa depresión tropical -parecida pero aún de más envergadura de la que se ha creado estos días- donde se perdieron siete veleros, un total de dieciséis tuvieron problemas y se cobró la vida de tres navegantes. Otro mal recuerdo queda del año 2005 con también pérdida de varios yates.
El mejor mes para cruzar de Tonga a Nueva Zelanda es noviembre. Dicen que cuanto más tarde mejor, se va aproximando el verano, la meteo mejora y los frentes se crean con menor frecuencia. Aunque tampoco se puede esperar demasiado ya que el 1 de diciembre es el calendario oficial donde los ciclones empiezan y hay que estar fuera de los trópicos, refugiándose en Nueva Zelanda, Australia o tomando un camino al norte como las islas Salomón o las Marshall.
Es importante partir de Tonga con un pronóstico aceptable a largo plazo para evitar ser alcanzado por un frente. Aún así es imposible tener una ventana perfecta para una semana o más. El tiempo en esta área es muy cambiante, por eso es crucial en todo momento tener información meteorológica e ir viendo cómo se van comportando los frentes teniendo que ir rápido y siempre avanzando para que no te pillen desde arriba o dejarlos pasar si vienen por abajo.
Aún estudiando bien la meteo y teniendo la mejor de las informaciones y seguimientos siempre existe el riesgo de coger mal tiempo y hay que ir preparado para todo.
Nosotros empezamos a hacer un seguimiento de cómo se comportan los frentes en la zona mucho tiempo antes, bajando los gribs generales del área y los faxes para comprender cómo actúan y qué estrategia debemos de emprender para hacer una navegación segura. Los frentes eran muy frecuentes y seguidos hace unas semanas pero a medida que se acerca el buen tiempo en Nueva Zelanda cada vez son más separados y los partes más alentadores.
Nuestra propia información meteorológica proviene de tres fuentes: los ugribs que descargamos desde el pactor antes y durante toda la travesía diariamente actualizados, los faxes meteorológicos que también descargamos a través del programa winlink y los mapas de frentes que obtenemos a partir de un programa que se llama Wiac. Como complemento, semanalmente Bob Mc Davitt, el experto meteorólogo de la zona, facilita un report general que se puede obtener gratuitamente a través de internet o mediante el pactor.
Pero como siempre cuatro ojos ven más que dos, siempre es buena cosa compartir la información con otros cruceristas, por lo que previos días antes a poner fecha de partida vamos comentando con los amigos la información y durante la travesía se propuso una frecuencia en la BLU para hablar de actualizaciones.
Además, en esta área es muy habitual que muchos tomen los servicios de un routier profesional. Bob Mc Davitt es el gran experto en la zona y el más nombrado. Se puede escribirle a bob@metbob.com y proponerle un día aproximado de salida, entonces el te da el ok o te sugiere esperar a otra fecha y una vez está la partida decidida te manda via email el primer report para la primera semana con información de intensidad de viento, olas, resumen de los frentes y waypoints que tienes que ir consiguiendo en una fecha y hora determinada, teniendo en cuenta la velocidad de tu barco tanto a motor como a vela. Es importante ir pidiendo actualizaciones cada dos o tres días porque ya hemos comentado que esta zona es muy variable. Cobra por minutos, y un report completo puede rondar los 60$. Nosotros contratamos sus servicios conjuntamente con el barco Gipsy Blues y otros amigos; partimos juntos y tenemos velocidades semejantes, así que dividimos los costos. Bob McDavitt lleva haciendo esto muchos años y conoce mejor que cualquiera de nosotros la meteo local y las mejores estrategias para conseguir una travesía lo más óptima posible.
Existe un librito muy recomendable para entender el comportamiento del tiempo en esta zona del Sur del Pacífico titulado Bob McDavitt New Zealand Met Service Yacht Pack.
Otro barco amigo venía contando con el servicio meteorológico profesional americano de Comanders Weather y como hasta ahora le ha funcionado bien, quiere seguir manteniéndolo. Las informaciones solían ser muy similares a las de McDavitt y las comparábamos y comentábamos a diario en la net.
La BLU o la SSB –como llaman los anglófonos- se ha convertido en algo esencial para nosotros de lo que no podríamos prescindir.
En esta frecuencia diariamente a las 7.15 y 17.30 hora local teníamos una cita con los barcos que están en navegación. Cada día de la semana un barco diferente se hace cargo de moderar la net y el resto de veleros participan dando la posición, velocidad, rumbo y condiciones de viento y mar en la zona. Además de poder tener un seguimiento de los barcos amigos, uno también cuenta con la información de la condiciones reales que hay en otra zona. Mientras nosotros cruzamos, alrededor de treinta barcos diariamente hacían el check in y muchos otros escuchan sin llegar a participar porque solo tienen receptor o por el motivo que sea no intervienen.
Lista de barcos que hacían Check in diario durante nuestra travesía:
Adventoure Bound Morning Cloud Ardea Melody Lady Bug Segue Watermusic Moonwalker
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Lisa Kay Alaeris Buenavista Gypsy Blue La Fiesta Radiance Cheers Caps Tres
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Saltbraker Wondertime Off Tempo Claunabeer Changing Spirit Alouete Oyragh Sea Wings
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Bright Angel Charlie Buena Vía Namani Libertad Papillon Saravai
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Cuando había alguna información importante también se facilitaba. El velero cuya tripulación tuvo que ser rescatada se encontraba a la deriva así como también su balsa salvavidas. Desde la net se iba actualizando las posiciones donde se hallaban a través de los reporters desde New Zealand o de los propios barcos que lo han divisado. Info muy importante ya que un barco a la deriva es un verdadero peligro para una colisión y la balsa salvavidas y sus cabos arrastrando una amenaza para la hélice en marcha en horario nocturno donde sería prácticamente imposible verla.
Así denominamos nosotros a esta otra net que pusimos los cuatro barcos amigos para podernos comunicar diariamente e ir hablando de las actualizaciones meteorológicas y que después se fue extendiendo entre otros cruceristas y ampliando el número de participantes. Mucho más informal que la otra, se compartían las infos de McDavitt y de Comanders Weather y cuando no había mucho que comentar aprovechábamos para saludarnos y hablar de otros asuntos triviales.
Y uno le va cogiendo el gustillo a las nets diarias y el día así pasaba volando, cada equis tiempo una nueva cita con una u otra net y cuando no te dabas cuenta el día había trascurrido. La net de los italianos tenía cita al principio a las 7 de la tarde y luego se movió a las 20.30h para tener mejor propagación. Además de Luiggi , su moderador, y un par o tres barcos más italianos que andan por el Pacífico; Gyoel, Argentaria y nosotros –los tres haciendo el cruce a Nueva Zelanda al mismo tiempo a una distancia cercana- comentábamos la navegación e intercambiábamos posiciones.
Además con Sabrina y Marcelo los operadores de los dos barcos italianos nos encontrábamos en esta misma frecuencia o en la de Pacific Friends a otras horas del día para charlar un rato.
A las 8.10 hora local, Bob McDavitt da un report meteo general pero no lo escuchamos nunca en travesía, solo desde Tonga cuando preparábamos el cruce.
Una vez más el hablar inglés es algo imprescindible y para poder comprender en la radio y ser entendido hay que tener un nivel bastante aceptable. Nosotros, como es habitual, somos los únicos que participamos en la red anglosajona como no hablantes nativos. Todo el resto: americanos, canadienses, neocelandeses, australianos, ingleses y algunos nórdicos que tiene el inglés casi como lengua madre. Me he acostumbrado a preguntar cuando no he entendido algo y todos se muestran muy amables en repetir sabiendo que somos españoles, aunque a muchos les cuesta poder hacerlo despacio y claro.
Partimos de Port Mourelle temprano a la mañana. Tardamos en perder las islas de vista y nos lleva un tiempo navegar entre ellas con el viento totalmente de cara. Salimos varios amigos el mismo día pero a diferentes horas, aún así durante una parte de la travesía navegábamos a la vista o manteniendo el contacto por VHF: Merilelu, Gipsy Blues, Tina...
Pasamos el volcán que pertenece a Ha’Apai, aún activo, con la distancia de seguridad suficiente. Intentamos dejarlo por estribor pero con el viento de cara de 25 nudos, ceñida a rabiar, la navegación está siendo dura. Tomamos un ángulo más cómodo, lo dejamos por babor y ya recuperaremos mañana el rumbo cuando el pronóstico da vientos más flojos.
El primer día tuvimos vientos de 20 a 25 nudos con algunas rachas de algo más con un ángulo muy cerrado. Al día siguiente el viento bajó abriéndose a un ángulo más cómodo y el tercero tuvimos que tirar de motor. Tardamos tres días y medio en llegar a Minerva Reef, una distancia de 400 millas.
Perdimos bastante tiempo la segunda noche cuando al alumbrar las velas para comprobar que pintaban bien, Jose se dio cuenta de que la mayor se había desgarrado a un metro y medio del tope de palo. La bajamos enseguida y como había bajado el viento considerablemente en unas horas encendimos el motor que permaneció arrancado por 20 horas. Los ánimos decayeron, gran decepción, y pensamos por unos instantes que debíamos regresar casi 300 millas atrás para repararla; no podíamos recorrer 800 millas más sin vela mayor. En cuanto la bajamos pudimos ver que no se había roto sino que tan solo se había descosido desde el grátil a la baluma. La mañana siguiente empleamos casi siete horas en coserla entre los dos, pasándonos la aguja cada uno a un lado aprovechando los agujeros de la costura anterior; trabajo arduo y lento pero con el que conseguimos que quedara con un aspecto estupendo y de hecho aguantó el resto de la travesía.
El último día cuando pensábamos que ya no llegábamos a Minerva con luz por los suaves vientos, una buena brisa empezó a soplar y con toda la vela arriba y las dos velas de proa conseguimos una buena velocidad que nos permitió arribar el cuarto día antes de que el sol se escondiera por completo.
Tuvimos el día 14 un eclipse de sol al que, de despitados, olvidamos prestar atención a la hora en cuestión, y perdimos la oportunidad de verlo desde una buena latitud. Qué le vamos a hacer...
Un hermoso dorado llegó el tercer día tras perder uno de más envergadura la misma mañana. Este nos alimentó por varios días preparándolo de maneras diversas.
Minerva Reef es un arrecife que se encuentra en mitad del océano. Se divide en Minerva Norte y Minerva Sur. La primera es mejor para hacer un stop y es donde los barcos suelen parar ya que la del sur es más difícil de navegar con muchos corales en su interior. Esta todo rodeado de arrecifes menos el paso que se encuentra al NW que permite adentrarse en el interior.
Nos guiamos con los waypoints que tenemos de referencia que son de gran ayuda. Llegamos justo a tiempo de que la luz desaparezca por completo para dar entrada a la noche. Parece que últimamente le hemos cogido el gustillo a llegar al atardecer, cosa que no nos agrada demasiado. Pero la visibilidad es la suficiente para ver el círculo de arrecifes que rodean el trozo de agua. La entrada es amplia y una vez adentro el interior está libre de cualquier coral. Diez barcos más hay fondeados.
Waypoints:
Approach: 23-36.635 S / 178-56.418 W
Entry: 23-37.267 S / 178-55.959 W
Inside: 23-37.390 S / 178-55.749 W
Anchorage: 23-39.480 S / 178-54.191 W
Recogemos la mayor adentro, tiramos el ancla a 10 metros y a los pocos minutos nos recoge el Gypsy Blues con el dinghy, esperándonos con la cena lista que compartimos con Merilelu y Tina. ¡Genial!
Los barcos cabecean un poco pero siempre más placentero que en navegación, así que no nos impide que durmamos diez horas seguidas, qué gusto... sin interrupción. La mañana siguiente despierta más tranquila y el barco se mueve menos y a medida que llega la marea baja se va quedando más calmado.
Nos ponemos manos a la obra: subida al palo para reparar luces de navegación que han fallado en la primera parte de la travesía, cocina para varios días, le damos otro vistazo a la vela con la supervisión de Cheryl y René del Gypsy Blues para asegurarnos de que está en buen estado y que podrá resistir las casi 800 millas que nos quedan y enseguida nos disponemos a salir de nuevo a la mar. Hay una buena ventana y no queremos dejarla pasar. Sería genial quedarse unos cuantos días aquí disfrutando del fondeo y de la abundante pesca que suele haber en cualquier atolón tan apartado, pero no podemos dejar pasar esta formidable meteo que se nos está presentando y esperar a que un frente aparezca.
Reports de otros barcos cuentan que han estado en este arrecife hasta con cincuenta nudos de viento y que siempre es mejor estar aquí que en mitad del mar con estos vendavales. Hay opiniones para todos. El fondo es bueno pero aún así no me gustaría a mí estar en Minerva con vientos de tal intensidad.
Resulta extraño estar fondeado en este atolón en medio de la nada. Solo se ven los rompientes del perfecto círculo de 3.5 millas de ancho que dibuja la barrera de coral y con marea baja hasta una pequeña playa donde se puede desembarcar. La pesca dicen que es de lo más abundante aunque hay que tener mucho ojo con los tiburones. Todos piensan que se encuentran muchas langostas pero parece ser que es una leyenda.
Salimos casi al mismo tiempo que los amigos italianos del Gyoel y Argentaria que partieron un día antes de Tonga por lo que han disfrutado de un día más de descanso en Minerva. El pronóstico para los siguientes días es de poco viento por lo que contamos que habrá que tirar bastante de motor. Tenemos 300 litros así que habrá que ir distribuyendo el consumo. Para aprovechar el viento que tenemos es recomendable ganar oeste ya que una vez bajemos a la latitud 25 hasta la 30 es un área de poco viento y así lo anuncia para los próximos días: vela, un poco de gennaker y motor, esta será la combinación que se avecina. En cuanto bajamos a 3 nudos de velocidad normalmente encendemos la máquina, mientras el barco se propulse con la vela guardando esta marcha dejamos descansar el motor. La cuestión es que esta navegación es diferente a cualquier otra. En otro lado baja el viento y si se va a dos nudos se va despacito hasta que la brisa vuelva a soplar, si se tarda el doble, pues no hay problema, tenemos todo el tiempo del mundo. Aquí esa teoría no trabaja. Esto es una especie de regata donde hay que hacer correr al barco lo más rápido posible y avanzar. Los frentes se crean frecuentemente y si uno se encanta en mitad del mar tiene todas las papeletas para agarrar un frente con su consecuentes fuertes vientos y formación instantáneo de mar.
Aquí el viento cambia constantemente de dirección, lo contrario a lo que nos habíamos acostumbrado en el Pacífico, vientos constantes que exigen poco movimiento de velas. En esta área un día sopla E, otro SE, otro NW, W, SW, de nuevo E... y así es, un no parar de trimar a cada rato las velas para conseguir ir a la mayor velocidad y que el barco camine alegre.
El rápido cambio de dirección del viento hace que el mar sea confuso e incómodo enseguida que sube el anemómetro, atrás quedó esa larga y tendida ola dejando lugar a un mar que se forma rápidamente enojado y confundido.
Los vientos suaves nos permitieron que durante casi toda la travesía tuviéramos una navegación más que confortable. La pasamos en su mayoría en el interior estirados o sentados cómodamente en la gran cama que armamos en el salón mirando películas o documentales. Cocinamos a diario cosas ricas y las guardias fueron ligeras y relajadas, casi siempre desde el interior controlando radar, AIS y vistazos al exterior cada media hora. La temperatura fue bajando a medida que descendíamos de latitud y la humedad y el frío se sentían especialmente a la noche, por eso fue una gozada poder estar casi siempre adentro.
Dos fueron las noches más duras: la quinta y la doceava donde tuvimos vientos de popa la primera vez y de proa la segunda, de hasta 35 nudos. La primera noche de viento fuerte fuimos reduciendo vela paulatinamente: primero un rizo, luego dos, hasta quitar toda la mayor. Temíamos que podía seguir subiendo sobrepasando los 40 nudos por la fuerte bajada del barómetro. Finalmente no sobrepasó los 35 nudos pero al tenerlo de popa redonda atangonamos las dos velas de proa a orejas de burro e íbamos enrollando o sacando en función de la intensidad del viento. El último día y parte de la noche, próximos ya a tierra, el viento volvió a subir creando enseguida un mar rabioso e incómodo. Esta vez lo teníamos de proa pero la suerte es que sabíamos que era solo cuestión de unas horas y prontamente estaríamos pisando tierra al abrigo de las islas. Es habitual en el acercamiento a Opua en la latitud 34º tener viento más fuertes de hasta los 35 nudos.
En nuestra travesía divisamos dos mercantes a través del AIS, tuvimos a la vista algunos veleros –éramos mucho navegando al mismo tiempo- ya que podemos presumir de haber sabido elegir y haber tenido la suerte de tener la mejor ventana de toda la temporada. Muchas veces al tener un velero cercano se establecía comunicación por VHF para advertir al otro velero de la cercanía, intercambiar posiciones o simplemente para saludarse.
A las 22: 30 de la noche del día 22 de noviembre nos adentrábamos en Bay of Islands, en el norte de Nueva Zelanda. Enseguida los vientos calmaron y las olas desparecieron y entramos con la oscuridad siguiendo las cartas totalmente acertadas, las indicaciones luminosas del canal y teniendo en cuenta las manchas de tierra como referencia en el rádar. La bahía es grande y profunda y nos llevó su tiempo hasta que llegamos al final donde se encuentra la Marina de Opua con el largo dique para que los barcos recién llegados se abarloen y esperen a las autoridades. Argentaria nos espera para ayudarnos con las amarras e inmediatamente pasadas las doce de la noche nos vamos a dormir satisfechos de nuestro nuevo logro.
A la mañana siguiente el golpe del velero inglés Arnamentia suena escandalosamente en el interior y nos levanta violentamente y nos hace saltar de la cama para salir y comprobar qué está pasando. Sin mayores consecuencias separamos ambos barcos y ya permanecemos despiertos aunque sean las seis. Antes de ir a dormir una leche con chocolate calentita y otra de nuevo para entrar en calor por la mañana.
Las autoridades viene a las 9 de la mañana. Hemos avisado previamente de nuestra llegada primero desde Tonga enviando un formulario de aviso de llegada con fecha aproximada que actualizamos mediante un mail justo antes de la partida. 48 horas antes de llegar, como así lo requieren, volvimos a dar aviso de acercamiento y día y hora aproximada de arribada. Lo intentamos hacer mediante la BLU en la frecuencia 6.215 a Maritime Radio pero no obtuvimos respuesta, por lo que llamamos por el Iridium al teléfono de Costums. Una vez en Bay of Islands (aunque debe hacerse 12 millas antes) llamamos por la VHF en el canal 12 a Maritime Radio para avisar que nuestra llegada era inminente.
Hay que izar la bandera Q amarilla (de buque sano). Es obligatorio a la entrada en cualquier país pero aquí hacen hincapié en ello. Primero sube abordo el oficial de Aduanas. Tenemos todos los formularios rellenados de la carpeta que obtuvimos en Tonga. Repasa los datos, sella los pasaportes y bromea un poco de lo aburrido que es el soccer (así llaman al football aquí) en comparación con el rugby. Después viene el oficial de Cuarentena. Entregamos el siguiente formulario y pasa a inspeccionar el barco. Tan preocupados que estábamos de que eran tan exigentes y nos iban a tirar muchas cosas, todo fue rápido y sencillo. Queda totalmente prohibido entrar cualquier producto fresco como frutas, vegetales, carne, embutidos o huevos. Ya lo sabíamos así que apenas queda nada y lo poco que hay se desposita en una gran bolsa que ellos te facilitan junto con la basura que tienes de la travesía. Prohibido también las legumbres (pero no las lentejas) nos tira las tres bolsas que tenemos, palomitas fuera, miel y nada más. Hecha un vistazo a las latas y dice que todo está bien. No nos tiraron la harina ni la pasta ni el arroz ni los cereales ni las salsas ni cacahuetes. Algunos barcos tuvieron el simpático perro con zapatos a bordo, nosotros no. No chequearon tampoco el antifouling ni tomaron una muestra, como se decía. Todo fue fácil, rápido y sencillo. Por último vino otro oficial de aduanas que solo charló con nosotros y tomaba notas a continuación. Quería saber nuestras intenciones en Nueva Zelanda, el tiempo de estancia aproximado, si íbamos a viajar por el interior, si queremos comprar un coche...
Otra historia es para los que llevan animales abordo. Conocemos a más de uno que tienen un perrito o gato. Buffff... eso es insufrible. Cientos de papeleos que llevan un montón de tiempo antes de llegar. Después el animal tiene que estar en cuarentena. A la perrita del Segue le exigían 10 días hasta que le hicieran los análisis. Ahora resulta que los análisis los tienen que mandar a Inglaterra, viente días más de espera. La perra encerrada en el centro de cuarentena donde cada día cuesta 100 NZ$. Total que al final le sale casi 2.500 NZ$ la entrada de la cachorra al país, casi nada.
Cada día vemos nuevos barcos amarrados en el muelle de Customs, la mayoría conocidos ya, otros que no habíamos visto hasta ahora. La gran masa llega de Tonga, otros de Fiji. Unos cuatrocientos o quinientos barcos llegan cada temporada aquí, nos dice el de Customs. O sea que no somos los únicos locos que nos aventuramos por estos mares. La semana pasada llegaron 80 barcos a Opua y esta semana ya van 80 y los que están por llegar. Suelen aparecer por oleadas. Cuando hay una ventana un grupo numeroso parte al mismo tiempo. Unos eligen Opua como primera recalada, los menos bajan directamente a Whangarei. Casi todos lo hacen en noviembre aunque siempre hay algún tempranero en septiembre o alguno más tardío en diciembre.
Pues aquí estamos, aunque aún nos parezca mentira, en la otra punta del mundo, en New Zealand. Hace frío, mucho frío, al lado de la temperatura de los trópicos a la que estábamos tan bien aclimatados. Estamos en primavera y el buen tiempo está llegando. Tuvimos que desembolsar los pantalones largos, las chaquetas y los polares. Vestimos de nuevo zapatos y a veces nos resultamos casi irreconocibles unos a otros fuera del atuendo del bañador y los shorts. Las noches refrescan y Segue nos tuvo que prestar un nórdico, con los sacos no era suficiente. Durante del día con el solete no se está mal pero cuando nos despertamos hay 17º en el interior, brrrrrrrrrrrr. No tenemos preparado el barco para temperaturas invernales. Esto es New Zealand... Hermoso, precioso, bellísimo pero extrañamos el calor y Tonga, los baños en el mar y las barbacoas en la playa. Aquí estamos de nuevo en la civilización, todo ordenado, pero tranquilo. No está mal por un tiempo, pero hay que volver a acostumbrarse. Eso de tener que ponerse los zapatos todos los días...
18 de noviembre de 2013
Se acerca de nuevo la fecha para la travesía a New Zealand. Sabemos que no es una travesía fácil y esta vez no estoy muy animada para hacerla. Empezamos a buscar tripulación pero es un poco precipitado, para colmo me surge una entrevista de trabajo en Auckland en pocos días y debo acudir de inmediato en avión. Hay una buena ventana para salir hacia Nueva Zelanda pero el Caps no está listo todavía, intentamos ultimar todos los detalles y dejar el barco a son de mar lo antes posibles. Jose no quiere perder esta ventana y decide que va a navegar solo.
No hay mucho que hacer para impedirlo. Le pido que espere un poco y que voy y vuelvo en avión para hacer la travesía juntos. No me apetece nada de nada pero antes de dejarlo ir solo en esta travesía difícil... Nada que hacer. Está decidido a salir, la ventana es buena y no quiere perderla y le hace ilusión hacer su primer travesía en solitario. Solo me asaltan miedos y si le pasara algo no me lo perdonaría por no haberlo acompañado. Lo hablamos una y otra vez. La decisión está tomada. Él asume su responsabilidad. Viernes 8 de noviembre hace los papeles de salida con Costums y fondea cerca del pase para esperar a salir a la mañana siguiente. Por suerte coincide con los barcos amigos italianos del Gyoel y parten juntos.
La travesía dura 8 días. Los dos primeros días hay más viento del esperado. Se hace difícil la vida abordo y el cocinar casi imposible por la escora del barco. Los pantocazos al inicio son terroríficos y el capitán decide abrir el rumbo a pesar de salirse un poco de rumbo. Poco a poco el cuerpo se acostumbra y el viento va descendiendo un poco los días siguientes manteniéndose entre los 15 y 25 nudos. El viento del sureste va a ser constante durante el largo recorrido como estaba pronosticado. Mil millas a vela de ceñida sin cambiar de banda y las últimas 150 -llegando a NZ- a motor.
Siempre hay algún problemilla en una travesía de tantas millas. Esta vez le tocó al motor. El primer día se calentó y no pudo revisarse hasta días después cuando bajó el viento y el barco iba más adrizado. El problema estaba en la bomba de agua salada que no aspiraba agua. La solución momentánea fue poner el tubo directamente a la entrada del agua salada.
La navegación ha sido entretenida ya que el Caps navegó a una distancia máxima de 9 millas con el Gyoel en todo momento. Las conexiones por radio distraían a Jose y le hacían sentir más acompañado.
El pronóstico no se equivocó y la ventana resultó buena. No cómoda, pero nada peligroso. Lo peor en esta travesía suele estar a la llegada a Nueva Zelanda donde los frentes no pueden pronosticarse en el momento de la salida de Fiji y pueden alterarse y surgir nuevas bajas imprevistas.
La entrada a Bay of Islands, esta vez de día, es siempre algo memorable y la satisfacción de estar culminando una travesía en solitario de tal envergadura, inmensa.